Caprichoso Destino.

Capítulo 2.

Maritza fue más puntual de lo planeado, llegando más de diez minutos antes de la hora indicada. Bárbara, la mujer que la había entrevistado sonrió al verla. –Si sigues así tendré que cuidarme de ti– Bromeó sonriente, haciendo sentir cómoda a Maritza.

–Gracias, pero mi pasión es el arte.

–Lo leí en tus pasatiempos, ¿cómo vas con eso?

–Bien.

–Que maravilla, el día que expongas tu talento al mundo me encantaría estar ahí para presumir que te conocí– Maritza sonrió sonrojada ante la mujer que es tan dulce con ella. –Fue un placer saludarte, nos vemos después Maritza.

–Hasta luego– Una vez a solas comenzó a observar su pequeño escritorio; su área de trabajo en la empresa gira más entorno a las leyes; un pequeño espacio en el quinto piso que se dedica a llevar en buena marcha todos los asuntos legales de la empresa en general. Maritza es una de las secretarias que se encargan de que cada documento esté en orden totalmente, también agendará las citas y realizará toda labor menor que no ponga en riesgo a nadie en todo el edificio, mientras la mayor carga la llevan la secretaría personal del abogado Peterson; el rey y dueño del pequeño espacio del quinto piso.

Maritza dirigió la mirada hacia la mujer alta y delgada, de cabellera negra y ojos azules que entró como si fuera la dueña de la empresa. –Supongo que tú eres la nueva– Dijo reparando en ella de lleno; de frente luce mucho más hermosa y atractiva.

–Sí, mi nombre es Maritza.

–Yo soy Eleonor, y soy la asistente personal del señor Peterson– Se contoneó hasta su espacio, un lugar más grande y cómodo, cerca de la oficina del prestigioso abogado. –Supongo que ya te explicaron tus obligaciones.

–Sí.

–Excelente, porque no me gusta perder el tiempo en nimiedades– Maritza reprimió una mueca para no empezar mal su tan precaria nueva relación con su compañera de trabajo.

Otra chica llegó minutos más tarde, una joven de cabellera negra y tan corta que apenas le roza la barbilla; luce muy amable. –Hola– Saludó a Maritza sin esperar respuesta, yendo directo a su jefa inmediata para darle un vaso desechable con café. –No sabía que ibas a estar aquí y tampoco conozco tus gustos– Dijo excusándose por no llevar un café para ella.

–Está bien, no te preocupes, igualmente agradezco tu gentileza– Ambas se sonrieron.

–Te enseñaré todo lo necesario, son demasiados archivos y ya verás que el trabajo aunque parezca simple, no lo es tanto– Eleonor se metió a la oficina del señor Peterson con una pila de documentos. – ¿Qué tal te trató? – Preguntó la joven sin nombre.

–Supongo que bien.

–Es estricta pero es buena gente.

– ¡Ah! – Musitó Maritza. –Gracias por la información; por cierto, mi nombre es Maritza, ¿y el tuyo?

–Es verdad, no me presenté, lo siento– Extendió la mano hacia ella. –Mi nombre es Abigail; mucho gusto Maritza.

–Igualmente Abigail– Las chicas enseguida comenzaron una charla mayormente guiada por Abigail que parece no tener filtro alguno.

–Hola, hola– Saludó Abby desde la puerta.

–Hola– Saludaron casi al mismo tiempo.

–Sólo vine un momento para saber cómo estás– Maritza se acercó a ella.

–Bien, Abigail es muy linda conmigo.

– ¿Y Eleonor? Dicen que es una bruja– Maritza se encogió de hombros.

–Aún no lo sé pero ha sido…– Se quedó buscando las palabras correctas para describirla; no las encontró. –En fin.

–Sí, como sea– Le restó importancia con un gesto de la mano. –Estaré en mi lugar por si me necesitas– Le dio un pequeño folleto. –Es el restaurante que la mayoría de los plebeyos visitamos para comer, no sé si coincidamos en nuestros horarios pero ve, te sentirás tranquila y el lugar es muy reconfortante. Bueno, me voy, nos vemos– Empezó a alejarse. –No coquetees con los meseros– Dijo a lo lejos. Maritza negó en silencio y después se giró hacia su compañera.

–Está un poco loca– Abigail sonrió.

–Es de las mías, que raro que nunca la haya visto– Se encogió de hombros. –Bueno, no es raro puesto que el edificio tiene mucha gente trabajando en él y cada quien tiene su sector. ¿Sabías que no todos conocemos al nuevo dueño de la empresa? – Maritza negó, en sí no sabe mucho sobre su entorno laboral. –Al señor Carter sí porque la mayoría tiene años trabajando para él, yo lo vi una vez pero ya tengo casi un año trabajando aquí; el cuento es que su hijo acaba de empezar a hacerse cargo de todo en general, ocupando el puesto más importante de toda la empresa– Maritza enarcó las cejas ante el énfasis de Abigail a la hora de informarla. –Tiene casi tres meses al mando y muchos no sabemos nada de él, sólo sus más allegados, pero dicen que es sumamente guapo; eso sí, no está soltero– Negó con vehemencia. –O eso dicen, la verdad no estoy segura– Ambas se callaron y voltearon hacia donde Eleonor, quien por fin abandonó la oficina del señor Peterson.

–Veo que ya se hicieron amiguitas– Dijo pasándolas de largo para dirigirse a la salida.

–Bueno, debemos empezar a trabajar– Anunció Abigail.

 

El día continuó tranquilo, con la única novedad de que el famoso abogado no se ha parado por el lugar durante toda la mañana. – ¿Siempre es así? – Preguntó Maritza.

–A veces, seguramente está con el jefe, cerrando nuevos contratos– Maritza asintió, acomodando una serie de documentos por orden alfabético.

– ¿Y esto es lo que te gusta?

–No realmente, me gustaría más estar cerrando los contratos y en compañía de mi guapo jefe– Lanzó una risilla culposa. –Aunque a mi novio no le gustaría.

–Seguro que no.

– ¿Y a ti te gusta esto?

–No realmente, prefiero hacer esculturas con barro que con una pila de documentos aburridos– Abigail sonrió, comprendiéndola.

–Entonces tienes alma de artista.

–Supongo– Respondió con cierta timidez, fomentada por la falta de atención hacia sus obras; quienes sólo han deleitado a unos pocos pares de ojos solamente.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.