Caprichoso Destino.

Capítulo 4.

No son ni siquiera las seis de la mañana y el celular de Maritza ya suena como loco; abrió los ojos de abrupto cuando por fin logró salir de aquel sueño que la mantenía profundamente dormida. Su mirada entrecerrada se centró en el nombre de quien la llama con tanta urgencia; respondió presurosa y con el corazón repleto de preocupación. – ¿Qué, qué sucede? – Ya ruega porque no sea nada malo.

–Casi me planto en tu casa.

–Dime qué sucede– La presionó. – ¿Estás bien?

–Sí, olvídate de eso. Tienes que arreglarte muy, muy, ¡muy bien hoy! – Maritza se despegó el celular de la oreja y lo observó confundida.

–Abby– Murmuró. – ¿Te das cuenta de que me asustaste?

–Sí, sí, lo siento, pero esto es importante; no haría tal cosa sino lo fuera, lo juro. Sabes que te quiero, eres mi amiga de siempre– Maritza resopló, a veces su casi hermana es tan… y a veces quisiera… pero iría a prisión y obviamente se lamentaría mucho si la pierde. – ¿Sigues ahí?

–Lamentablemente sí.

–Bien. Escúchame bien. ¡Tienes que ponerte sumamente guapa hoy! Digo, eres linda pero hoy tienes que deslumbrar.

– ¿El motivo?

– ¡El jefe! El jefe, jefe…

– ¡Ajá! – Musitó, harta de tantos rodeos.

–Perdió a su asistente– El tono lamentable de Abby conmocionó a Maritza.

–Lo siento mucho, ¿qué sucedió?

–No tonta, no la perdió de esa manera– Maritza se relajó. –Renunció pero no sé los motivos.

–Seguramente él hizo algo malo.

–No, no; nuestro jefe es un tipazo.

– ¿Tú lo conoces?

– ¡Amm! – Balbuceó. –De vista, sí.

– ¿Cómo sabes que es un tipazo si sólo lo conoces de vista? Seguramente te gusta– Concluyó inmediatamente. Abby lanzó cierta risilla delatadora.

–No como tal, pero sí puedo decirte que está ¡muy guapo! Digamos que seguramente cuando era más joven era muy guapo, pero ahora que ha madurado su atractivo aumentó… Como el buen vino– Maritza blanqueó los ojos ante lo que considera como: “Información innecesaria”. Asintió en silencio. –Pero no creas que yo quiero que tú y él…

–Obvio que no, te gusta a ti; aparte sabes que yo…

–Sí, sí– La cortó sabiendo que le dirá lo mismo de hace cinco años. –El jefe acaba de quedarse sin asistente y está buscando una nueva.

–Pero yo ya tengo empleo en su empresa– Abby bufó al otro lado de la línea, demostrando que está impaciente porque Maritza no coopera como ella quiere.

–Pero él busca que sus empleados crezcan laboralmente; eso lo convierte en una buena persona– Maritza frunció el ceño ante tanta adulación, pero ya sabe por qué razón lo hace. –En fin, él quiere una asistente de su mismo personal; y en tu caso será más dinero y una mejor ayuda para tus padres– Por fin Abby ha tocado un punto que sí atrae su atención. –Piénsalo, podrías ser tú.

– ¿Y qué hago con mi puesto?

–Olvídate de eso, y preséntate en el último piso.

– ¿Quieres que suba casi cincuenta pisos? – Preguntó asombrada.

–Sí, el jefe tiene su oficina en todo ese piso y hará la entrevista personalmente.

– ¿Y la señora Bárbara? – Abby ya se encargó de eso.

–Ella misma fue la que acaba de confirmarme que puedes aplicar para el puesto, y dijo que con tus referencias has pasado prácticamente todas las pruebas y tienes derecho a presentarte mañana.

–Pensé que era general.

–Sólo es un poquito exclusivo, ¡pero ya Maritza! Preséntate, es tu gran oportunidad; también hablé con tu nueva amiga, la rara.

–No le digas así, tú también eres rara– Abby estalló en una carcajada.

–Como sea, ya hablé con ella y va a ayudarnos a cubrirte– Maritza no puede creer que una gran oportunidad esté presentándose frente a sus narices y ella ni siquiera se ha esforzado en lo absoluto, a tal grado que su mejor amiga ya hizo prácticamente la mitad del trabajo.

–No sé qué decirte.

– ¡No me digas nada y hazlo! – Replicó sulfúrica.

–Está bien, lo haré. Ahora tengo que buscar qué ponerme.

– ¡Al fin! – Murmuró. –Recuerda, tienes que verte elegante pero muy hermosa; más que nunca– Maritza frunció el ceño. –Porque la imagen es importante, serías la ¡asistente! del jefe, no una empleada cualquiera como yo. No, no.

– ¿Y tú por qué no tomas esa oportunidad? – Piensa que Abby también merece crecer en su profesión, sobre todo porque a ella le gusta más ese tipo de ambientes.

–Porque yo soy feliz en el área de finanzas, aparte de que mi nuevo jefe inmediato es un bombón.

–Claro. Está bien, entonces me pondré en marcha.

–Así se habla ganadora. Nos vemos después; ¡juro que esta tarde comeré contigo!… o quizá no– Añadió antes de colgarle, desconcertándola; si Abby siempre ha sido una chica muy hiperactiva, loca y desenfrenada sin filtro alguno, en estos últimos días también ha empeorado ese extraño comportamiento que lleva arrastrando desde hace unos meses.

–Quizá la he perdido para siempre– Murmuró resignada a vivir con la locura de su mejor amiga.

 

Maritza eligió una blusa blanca de mangas largas y decorada con accesorios muy sutiles y discretos; también optó por una falda de tubo color azul rey, y concluyó el conjunto con unas zapatillas blancas; no se colocó nada más que unos pequeños pendientes de oro blanco y se dejó el cabello suelto pero bien acomodado para no verse desaliñada, por último eligió un maquillaje natural, resaltado sus ojos con máscara para pestañas y un delineado muy sutil; y sus labios con un tono rojo que casi se combina con el natural de los mismos.

 

Judith se quedó boquiabierta al ver a su hija tan hermosa y bien arreglada; y no es que Maritza sea desaliñada, pero sí prefiere no llamar mucho la atención y por eso viste con más sencillez y discreción. Su padre la aduló, diciéndole que luce realmente hermosa como todos los días. –Gracias papá.

–Claro que luce hermosa Jordan, como todos los días, pero ahora hay algo diferente en nuestra niña.




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