Nunca soñé con príncipes.
Y mucho menos con monstruos.
Él no era un príncipe maldito.
Era Salvatore Rossi.
El Don de la Cosa Nostra.
La bestia que todos temen.
Una promesa sellada por la sangre.
Una bella encerrada con una bestia…
Pero esta no es una historia de amor.
No hay castillo encantado.
Ni bailes.
Ni redención.
Solo un pacto forzado.
Una jaula invisible.
Y un hombre al que todos temen… menos yo.
Porque no vine a salvarlo.
Y él no quiere ser salvado.
Un matrimonio arreglado.
Una jaula de oro.
Un ángel en la boca de la bestia.
Pero incluso entre monstruos...
...las flores aprenden a florecer.
Y a veces, la bestia no quiere devorar a la bella.
Solo desea que nadie más lo haga.
Solo la quiere a ella.
Solo desea que ella lo quiera a él.
Pero no en todas las historias, la bella se enamora de la bestia.
Y no todas terminan con un “felices para siempre”.