La mañana siguiente trajo consigo un cielo despejado y fresco, la tormenta había pasado dejando tras de sí un aire limpio y renovado. Laura se despertó en la pequeña cama, estirándose con una sensación de calma que no había sentido en mucho tiempo. Al mirar alrededor, recordó dónde estaba y una sonrisa se dibujó en su rostro.
Se levantó y salió del cuarto, dirigiéndose hacia la sala principal del café. Allí, encontró a Miguel, quien ya estaba despierto y moviéndose con energía detrás del mostrador, preparando algo.
—Buenos días, Laura —dijo Miguel, levantando la vista y sonriendo al verla—. Espero que hayas dormido bien.
—Buenos días, Miguel. Dormí de maravilla, gracias. —respondió ella, sintiendo una calidez en su pecho al verlo.
—Me alegra escuchar eso. Pensé que te gustaría un buen desayuno antes de irte —dijo Miguel, mientras colocaba un plato con una selección de frutas frescas, un croissant recién horneado y un vaso de jugo en la mesa—. Preparé algo especial.
Laura se acercó a la mesa, sorprendida y conmovida por el gesto.
—¡Esto se ve increíble, Miguel! No tenías que molestarte tanto.
—No es molestia en absoluto. Es un placer. —respondió él, con una sonrisa radiante—. Quería asegurarme de que tu día comenzara bien, después de todo lo de ayer.
Laura se sentó y tomó un sorbo del café, disfrutando del aroma y el sabor ricos.
—Esto es perfecto. De verdad, gracias por todo. No sé qué habría hecho sin tu ayuda.
Miguel se sentó frente a ella, observándola disfrutar del desayuno. En su mente, luchaba con la mezcla de sentimientos que ella despertaba en él, pero se esforzaba por mantener la compostura.
—Es un placer, Laura. Estoy feliz de poder ayudarte.
Laura lo miró, sus ojos reflejando gratitud y algo más que no podía descifrar todavía.
—Miguel, no sé cómo agradecerte por todo esto. No solo por el desayuno, sino por estar aquí, por escucharme. Significa mucho para mí.
Miguel sintió una calidez en su corazón, sus sentimientos por ella se volvían más claros y profundos.
—Siempre estaré aquí para ti, Laura. Puedes contar conmigo para lo que necesites.
Mientras Laura disfrutaba del desayuno, ambos sabían que algo especial había nacido en medio de la tormenta. Y aunque el futuro seguía siendo incierto, en ese momento, compartían una conexión única y profunda que ambos estaban dispuestos a explorar.
Después de disfrutar del delicioso desayuno preparado por Miguel, Laura se sintió reconfortada y lista para enfrentar el día.
Mientras terminaba su croissant, vio a Miguel acercarse con una sonrisa.
—Ahora, para completar la experiencia, no podía dejar de prepararte tu capuchino favorito —dijo el hombre colocando cuidadosamente la taza frente a ella.
Laura sonrió, sintiéndose agradecida y feliz.
—Gracias, Miguel. De verdad, no sé cómo agradecerte por todo esto.
Miguel se sentó frente a ella, observándola mientras tomaba el primer sorbo de su capuchino. Su corazón se llenó de una mezcla de satisfacción y emoción al verla disfrutar de algo que él había preparado con tanto cuidado.
—Verte sonreír y saber que te sientes mejor es todo el agradecimiento que necesito —respondió, sus ojos reflejando sinceridad.
Laura sintió una calidez en su pecho, sabiendo que Miguel hablaba en serio. Mientras disfrutaba del capuchino, pensaba en cómo la tormenta de cierta manera la había cambiado tanto en tan poco tiempo. Lo que había comenzado como una simple rutina se había transformado en algo más profundo y significativo.
—Miguel, he estado pensando en lo que dijiste, anoche sobre encontrar lo que realmente necesitamos —dijo Laura, mirando el capuchino y luego a él—. Creo que tenerte en mi vida ha sido una de las mejores cosas que me han pasado en mucho tiempo.
Miguel sintió una oleada de felicidad y emoción, sus sentimientos por Laura se volvían más claros y profundos con cada momento que pasaban juntos.
—Y tú en la mía, Laura. No sabes cuánto significan para mí estos momentos contigo.
Laura sonrió, sintiendo una conexión más profunda que nunca antes. Ella terminó su capuccino y miró a Miguel con una sonrisa agradecida.
—Miguel, quiero agradecerte por la amistad que me has brindado. Realmente significa mucho para mí.
Miguel sintió una punzada en el corazón al escuchar la palabra “amistad”. Aunque estaba feliz de estar cerca de Laura y apoyarla, no podía evitar desear algo más profundo. Sin embargo, se obligó a mantener una sonrisa sincera.
—Laura, siempre estaré aquí para ti. Tu amistad es muy valiosa para mí también.
Laura continuó, sin darse cuenta del torbellino de emociones que había despertado en Miguel.
—Sabes, eres mi primer amigo masculino. Siempre he tenido amigas, pero nunca alguien como tú. Es diferente y especial de una manera que no puedo explicar.
Miguel la escuchaba, tratando de ocultar la mezcla de alegría y melancolía que sentía. Se sentía halagado de ser considerado especial por ella, pero la palabra “amigo” resonaba en su mente, recordándole la línea que aún no había cruzado.
—Me alegra ser esa persona para ti, Laura. Tu confianza significa mucho —respondió, tratando de mantener la voz firme.
Laura asintió, agradecida por su sinceridad.
—Sí, realmente lo es. Gracias por ser tú, Miguel.
Y aunque Miguel luchaba con sus sentimientos, sabía que la amistad que compartían era un paso importante hacia algo más profundo. Quería ser paciente y respetar los sentimientos de Laura, esperando que el tiempo les permitiera descubrir juntos lo que realmente deseaban.
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Laura estaba en la librería, reorganizando algunas estanterías y sumida en sus pensamientos. La mañana había sido tranquila, pero su mente seguía reviviendo la noche anterior y la cálida conversación con Miguel.
De repente, la puerta de la librería se abrió y Daniel entró. Laura se sorprendió al verlo allí, ya que no solía visitarla en el trabajo. Su expresión era seria, pero también mostraba una determinación que no había visto en él en mucho tiempo.