Capuccino de amor.

Investigando a Miguel.

Clara, intrigada por lo que Laura le había contado sobre Miguel, decidió investigar un poco por su cuenta. Sabía que su hija frecuentaba una cafetería cerca de su trabajo, así que comenzó su búsqueda ahí. Tomó su bolso, salió de casa y se dirigió a la zona donde Laura solía mencionar que pasaba sus mañanas.

Al llegar, Clara caminó por la calle principal, observando cada cafetería. Finalmente, vio una con un nombre familiar, uno que Laura había mencionado antes. El lugar tenía un ambiente acogedor, con luces cálidas y un aroma tentador de café fresco.

Clara decidió entrar. Al cruzar la puerta, fue recibida por el sonido suave de jazz y el susurro de conversaciones tranquilas. Se acercó al mostrador y vio a un joven barista, concentrado en preparar un café con una habilidad y dedicación que la impresionaron.

—Hola, buenos días —dijo Clara con una sonrisa.

El joven levantó la vista y le devolvió la sonrisa.

—Buenos días. ¿Qué le gustaría pedir? —respondió amablemente.

—¿Eres Miguel? —pregunto Clara.

El joven negó.

—Pero ¿trabaja aquí? —preguntó Clara de nuevo—. Es que me recomendaron mucho esta cafetería, que hacen el mejor café.

El joven asintió.

—Sí, Miguel está por aquí. Déjeme llamarlo.

Unos momentos después, Miguel apareció desde la parte trasera de la cafetería. Al ver a Clara, su sonrisa se amplió.

—¡Profesora Sánchez! Qué sorpresa verla aquí —dijo Miguel, claramente recordando a su antigua profesora de literatura.

Clara sonrió, sorprendida por la coincidencia, ver a su alumno prodigio.

—¡Miguel! No esperaba encontrarte aquí, mi mejor alumno. He oído que haces el mejor café capuchino en la ciudad, y quería comprobarlo por mí misma.

Miguel, un poco sorprendido y halagado, asintió.

—Será un placer prepararle uno, profesora. Siéntese, por favor. Enseguida le traigo su capuchino.

Clara tomó asiento en una mesa cercana, observando cómo Miguel trabajaba con precisión y cuidado. Mientras esperaba, no pudo evitar sentirse curiosa y ansiosa por conocer más al joven que había dejado una impresión tan profunda en su hija. Cuando Miguel le sirvió el capuchino, Clara tomó un sorbo y sonrió.

«Laura tenía razón», piensa la mujer mientras sonríe; sin embargo, no lo dice en voz alta.

—La gente tiene razón, es el mejor capuchino que he probado en mi vida —dijo Clara, levantando la taza en señal de aprobación.

Miguel se sintió orgulloso y agradecido.

—Me alegra que le guste, profesora Sánchez. Es un honor para mí.

Clara y Miguel compartieron una conversación agradable, y ella pudo ver por qué Laura había formado una conexión tan especial con él. Mientras hablaban, ella sintió una creciente esperanza de que, sin importar lo que sucediera, Laura encontraría su camino hacia la felicidad, pero segura de que no sería con Daniel, sino con Miguel.

A medida que ambos continuaron conversando, disfrutando de la atmósfera acogedora de la cafetería. Clara estaba impresionada por la madurez y la pasión que Miguel demostraba en su trabajo, y la forma en que hablaba con tanto cuidado y atención a los clientes.

—Miguel, siempre supe que tenías un gran potencial. Me alegra ver que has encontrado algo que realmente amas hacer —dijo Clara, sonriendo cálidamente.

Miguel asintió, agradecido por las palabras de su antigua profesora.

—Gracias, profesora Sánchez. La literatura siempre ha sido una parte importante de mi vida, gracias a usted. Pero el café… tiene algo mágico que me permite conectarme con las personas de una manera especial. Es muy gratificante.

Clara observó a Miguel con admiración, y sintió una creciente curiosidad por saber más sobre su relación con Laura, aunque decidió no mencionarla directamente.

—Puedo ver que tienes una gran pasión por lo que haces. Eso es lo que realmente importa. La pasión y el amor por tu trabajo son lo que hacen la diferencia —dijo Clara, con un tono reflexivo.

Miguel sonrió, y sus ojos brillaron con emoción.

—Sí, tiene toda la razón. Creo que es esa pasión lo que nos da propósito y sentido a nuestras vidas.

—Miguel, cuéntame. ¿Cómo ha sido tu vida desde que terminaste la escuela? —preguntó Clara, con una sonrisa amable.

Miguel se apoyó en la mesa, pensando por un momento antes de responder.

—Ha sido una montaña rusa, profesora. Después de la escuela, pasé un tiempo tocando música en diferentes lugares. Ya usted sabe qué amo cantar, pero necesitaba algo más estable, así que terminé trabajando aquí en la cafetería. Es un trabajo que realmente disfruto —dijo Miguel, con una chispa de entusiasmo en sus ojos.

Clara asintió, apreciando la pasión de Miguel.

—Me alegra escuchar eso. ¿Y tu familia? ¿Cómo están todos? —preguntó, interesada en saber más sobre sus raíces.

Miguel sonrió.

—Mi mamá, sigue pintando y creando arte. Mi papá está disfrutando de su retiro, aunque todavía toca la guitarra de vez en cuando. Siempre me han apoyado en mis decisiones, y estoy muy agradecido por eso.

Clara notó la calidez en su voz al hablar de su familia y decidió ahondar un poco más en su vida personal.

—Es maravilloso escuchar eso, Miguel, y ¿hay alguna novia en tu vida en este momento? —preguntó Clara, sutilmente, intentando descubrir más sobre su corazón.

Miguel se rio, un poco sorprendido por la pregunta.

—No, no tengo novia en este momento. He estado enfocado en mi trabajo y la música. Las cosas no siempre salen como uno espera en el amor —dijo, con una sonrisa ligeramente melancólica.

Clara asintió, notando la sinceridad en sus palabras.

—A veces, el amor aparece cuando menos lo esperas. Y por lo que veo, eres una persona increíble, con un gran corazón. Estoy segura de que encontrarás a alguien especial en el momento adecuado —dijo Clara, con un tono de apoyo.

Miguel sonrió ligeramente, bajando la vista por un momento antes de levantarla de nuevo.




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