Clara, queriendo ofrecer un poco más de ayuda y orientación a Miguel, recordó algo que podría serle útil.
—Miguel, aun recuerdo como si fuera ayer ese talento especial que tienes para la música. Que tal si le escribes una canción —sugirió Clara con una sonrisa alentadora—. Eso no es un pecado, dedicar una canción.
Miguel levantó la mirada, sorprendido por la idea.
—¿Una canción? Nunca había pensado en eso, pero me encanta la idea. La música siempre ha sido una forma de expresar mis sentimientos de una manera diferente —dijo Miguel, con una chispa de emoción en sus ojos.
Clara asintió, viendo la pasión en su rostro.
—Exactamente. Puedes escribirle una canción que capture tus sentimientos y pensamientos. A veces, la música puede llegar al corazón de una manera que las palabras no pueden. Estoy segura de que significaría mucho para ella —añadió Clara.
Miguel se sintió inspirado por la sugerencia.
—Gracias, profesora Sánchez. Lo intentaré. La música siempre ha sido mi refugio, y me encantaría poder compartir eso con ella —dijo con gratitud.
Clara sonrió, satisfecha al ver cómo Miguel se animaba con la idea.
—Estoy segura de que será hermosa, Miguel. La autenticidad y la pasión que pones en tus canciones brillarán, y eso es lo que realmente importa —dijo Clara con un tono de apoyo— No olvides que una canción bien escrita puede tocar las fibras más sensibles y crear una conexión única.
Miguel asintió, comprendiendo lo que Clara quería decir.
—Siempre he creído que la música tiene una magia especial. Puede expresar lo que las palabras por sí solas no pueden —respondió Miguel, con una sonrisa.
Clara continuó, queriendo animarlo aún más.
—Exactamente. La música puede ser un puente entre dos corazones. Una melodía, una letra sincera, pueden decir mucho más que mil palabras. Si pones tu corazón en esa canción, ella lo sentirá, y esa conexión será irrompible —dijo Clara, con convicción.
Miguel se sintió inspirado por las palabras de la mujer.
Mientras Clara se preparaba para irse, sentía una creciente confianza en que Miguel tenía el talento y el corazón necesarios para expresar sus sentimientos de una manera significativa. Sabía que, sin importar lo que sucediera, Laura encontraría su camino hacia la felicidad, y que Miguel sería una parte importante en su corazón.
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Miguel, después de darse un baño, se sentó en su pequeño estudio en casa, rodeado de sus guitarras y equipo de grabación. El silencio de la noche era interrumpido solo por el suave murmullo del tráfico lejano. Encendió una vela aromática y tomó su guitarra favorita, buscando inspiración para la canción que quería escribir.
Pensaba en Laura, en sus conversaciones, en cómo se sentía cada vez que ella sonreía. Sus dedos empezaron a acariciar las cuerdas de la guitarra, creando una melodía suave y melancólica. Quería escribir una canción que expresara lo que sentía, pero no quería asustarla ni ponerla en una posición incómoda.
Decidió que la canción hablaría de amistad, un tributo a la conexión especial que compartían. Así, podría expresar sus sentimientos de una manera que no fuera tan directa, pero que aún capturara la esencia de su relación.
Tomó un cuaderno y empezó a escribir las primeras líneas, su mente enfocada en las palabras que resonarían con Laura.
Verso 1:
En el café de cada día,
Tu sonrisa ilumina mi andar,
Entre charlas y capuchinos,
Encuentro paz en tu mirar.
Miguel tarareaba la melodía mientras escribía, ajustando las palabras para que encajaran perfectamente con la música. Quería que la canción transmitiera calidez y aprecio, algo que Laura pudiera escuchar y entender sin sentir presión.
Coro:
Amiga mía, siempre a tu lado,
En los días grises y soleados,
Nuestra amistad es un refugio,
Donde los sueños se hacen realidad.
Mientras las palabras fluían, Miguel se sentía más seguro de su elección. Una canción sobre la amistad sería el mejor camino para expresar sus sentimientos sin complicar las cosas. Continuó escribiendo, sintiendo que, de alguna manera, esta canción sería un paso importante en su viaje emocional.
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Laura pasaba el día con su amiga Martina, necesitaba despejar la mente de tanta confusión que sentía. Paseaban por el parque, lleno de árboles y caminos serpenteantes.
Martina miró de reojo a su amiga, notando la preocupación en el semblante de Laura.
—¿Qué pasa, amiga? Te noto muy pensativa —dijo Martina, con una sonrisa de apoyo—. ¿Dónde dejaste a la cotorra?
Laura suspiró, sintiendo el peso de sus pensamientos.
—Es todo, Martina, me siento que estoy completamente perdida.
Martina la miró con empatía, intentando encontrar las palabras correctas para consolarla.
—Sé qué estás pasando por un momento difícil, Laura, porque no te sientes feliz al preparar tu boda. Pero cuando las relaciones están sin amor y responsabilidad, se deterioran —dijo Martina, con suavidad.
Laura la miró, tratando de asimilar las palabras de su amiga.
—¿Estás diciendo que debería dejar a Daniel? —preguntó, con un tono de duda.
Martina se detuvo y miró a Laura directamente a los ojos.
—No te estoy diciendo que tomes una decisión ahora mismo. Solo quiero que pienses en lo que realmente te hace feliz…
Martina hizo una pausa antes de continuar y pensó en compartir una historia que, aunque fingidamente es sobre algo diferente, en realidad era un intento de ayudar a Laura a ver las cosas con más claridad.
—Por cierto, sabes que tengo dos plantas en mi jardín, una de ellas, la riego, la pongo al sol; sin embargo, siempre parece querer marchitarse, nunca florece y a pesar de todos mis esfuerzos, ella sigue siendo frágil. En cambio, tengo otra que responde a mi cuidado. Sus hojas están verdes y brillantes, cada día que la veo cómo crece y tiene unas flores preciosas —Martina la miro de reojo.