Laura y Martina se encontraron en su heladería favorita, el lugar donde tantas veces habían compartido risas y confidencias. Con dos helados delante de ellas, Laura no podía esperar más para contarle a su amiga la gran noticia.
—¡Martina, tengo algo increíble que contarte! —dijo Laura, casi sin poder contener su emoción.
Martina la miró con curiosidad y una sonrisa.
—¿Qué pasa? ¡Cuenta, cuenta! —respondió, entusiasmada.
Laura comió un poco de su helado antes de responder.
—Anoche, después de la presentación del libro, Miguel me preparó una sorpresa ahí mismo en la librería, una mesa con una vela, una botella de vino y un pequeño regalo. ¡Me pidió que fuera su novia! —dijo Laura, con una sonrisa radiante.
Martina soltó una exclamación de alegría y abrazó a su amiga.
—¡Laura, eso es increíble! Estoy tan feliz por ti. Sabía que algo estaba pasando entre ustedes dos. Miguel es un chico maravilloso, y tú te mereces toda la felicidad del mundo —dijo Martina, genuinamente emocionada.
Laura rio, sintiéndose aliviada y contenta de compartir la noticia con su amiga.
—Gracias, Martina. Estoy muy feliz. Miguel ha sido un gran apoyo para mí, y quiero ver adónde nos lleva esta nueva etapa. Hablando de eso, este fin de semana Miguel y su banda van a tocar en un bar cercano. Me encantaría que vinieras conmigo a verlos. ¿Qué dices? —preguntó Laura, con una mirada esperanzada.
Martina sonrió y asintió.
—¡Claro que sí! No tengo mucho que hacer este fin de semana, así que me encantaría ir y apoyar a Miguel. Además, será divertido verte en tu nuevo papel de novia orgullosa —dijo, con una sonrisa traviesa.
Laura rio y levantó su helado.
—¡A nuevos comienzos y grandes aventuras! —dijo, brindando con Martina.
Martina levantó su helado también, sintiéndose feliz por su amiga y emocionada por lo que el fin de semana traería.
—Creo que deberíamos haber ido a la cafetería, ja, ja, ja.
Ambas amigas rieron a carcajadas.
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Un par de días después de la presentación y la emocionante propuesta de noviazgo, Clara decidió visitar a Miguel en la cafetería donde trabajaba. Quería agradecerle y felicitarlo en persona por el paso importante que había dado con Laura.
Cuando Clara entró en la cafetería, Miguel estaba detrás del mostrador, preparando un pedido. Al verla, sonrió y la saludó con entusiasmo.
—¡Hola, profesora! Es un placer verla. ¿Cómo estás? —preguntó Miguel, con una sonrisa cálida.
—Hola, Miguel. Estoy muy bien, gracias, ya no me digas profesora, eres parte de la familia.
Miguel asintió y sonrió.
—Está bien, Clara.
—Mucho mejor —respondió la mujer con una sonrisa.
—¿Desea tomar algo?
—Dame un capuchino de amor, pasaba por aquí para felicitarte personalmente por el maravilloso paso que diste con Laura. Estaba tan emocionada cuando me contó todo. Has hecho que mi hija sea muy feliz —dijo Clara, con una sonrisa orgullosa.
Miguel se sonrojó un poco y asintió, sintiéndose honrado por sus palabras.
—Gracias, Clara. Significa mucho para mí, saber que apoyas nuestra relación. Laura es una persona increíble y quiero estar a su lado en cada paso de su vida. Estoy muy contento de que haya dicho que sí —respondió Miguel, con sinceridad mientras preparaba el café.
Clara asintió, satisfecha, con la respuesta de Miguel.
—Sé que ambos serán muy felices juntos. Laura siempre habla de lo mucho que la has ayudado y apoyado en su carrera. Estoy segura de que eres el hombre adecuado para ella —dijo Clara, con una mirada de aprobación.
Miguel se sintió aún más animado por las palabras de Clara y decidió compartir algo con ella.
—De hecho, este fin de semana tengo un pequeño concierto con mi banda, y Laura vendrá a verme. Me encantaría que tú también vinieras, si te apetece. Será una gran oportunidad para celebrar todos juntos —invitó Miguel, con una sonrisa.
Clara sonrió ampliamente, sintiéndose honrada por la invitación.
—¡Me encantaría ir! No me lo perdería por nada del mundo. Estoy segura de que será una noche muy especial para todos —respondió Clara, aceptando la invitación con gusto.
—Su café —dijo Miguel pasándole la taza.
—Gracias muchacho.
Clara y Miguel continuaban charlando amigablemente cuando Miguel, con un tono un poco más serio, decidió preguntar algo que le había estado rondando en la cabeza.
—Clara, ¿y qué tal está tu esposo? Me imagino que debe ser un poco difícil para él aceptar todo esto —dijo Miguel, con preocupación en su voz.
Clara sonrió, entendiendo la inquietud de Miguel.
—Roberto está bien, no te preocupes. Es un poco testarudo, pero tiene buen corazón. Sabes, los padres a veces tenemos nuestras reservas, pero eso no significa que no queramos lo mejor para nuestros hijos. Tarde o temprano, él aceptará la relación que tienes con Laura. Solo necesita un poco de tiempo para adaptarse —respondió Clara, con una sonrisa tranquilizadora.
Miguel asintió, sintiéndose un poco más aliviado.
—Gracias, Clara. Me tranquiliza saber que con el tiempo las cosas mejorarán. Haré todo lo posible para demostrarle que mis intenciones con Laura son serias y sinceras —dijo, con determinación.
Clara le dio una palmadita en el brazo, sonriendo.
—Estoy segura de que lo harás, Miguel. Sigue siendo el hombre maravilloso que eres, y todo saldrá bien. Ahora, tengo que irme, pero nos vemos este fin de semana en tu concierto. Estoy ansiosa por verte tocar —dijo Clara, despidiéndose con una sonrisa.
—Gracias, Clara. Será un placer tenerte allí. ¡Hasta pronto! —respondió Miguel, con una sonrisa mientras veía a Clara salir de la cafetería.
Mientras Miguel volvía a su trabajo, sintió una renovada confianza. Sabía que, con paciencia y amor, todo se resolvería a su debido tiempo.