Capuccino de amor.

Equipo.

Martina logró llevar a Daniel hasta su auto después de la tensa conversación con Lola. Después de preguntarle donde tenía las llaves de su casa y son saber donde estaban, sabía que no podía dejarlo en ese estado, así que decidió llevarlo a su apartamento para que descansara y se recuperara. Mientras lo ayudaba a subir al asiento del copiloto, Daniel, con la voz arrastrada por el alcohol, comenzó a bromear.

—Oye, Martina… ¿Y si tú y yo… lo intentamos de nuevo? Dame otra oportunidad —dijo Daniel, riendo torpemente.

Martina puso los ojos en blanco, suspirando mientras cerraba la puerta del auto.

—Claro, Daniel, porque lo que realmente necesito en mi vida es otra ronda de citas con un borracho en negación —respondió con un toque de humor negro, poniéndose al volante.

Daniel, sin captar completamente el sarcasmo, continuó riendo.

—Eres graciosa, Martina. Siempre me haces reír —dijo, acomodándose en el asiento.

Martina sacudió la cabeza, arrancando el auto.

—Sí, bueno, alguien tiene que mantener el show en marcha. Ahora, abróchate el cinturón y trata de no vomitar en mi auto ¿quieres? —dijo, con una sonrisa irónica.

El trayecto fue relativamente tranquilo, con Daniel murmurando incoherencias y Martina enfocada en llegar a su casa lo más rápido posible. Al llegar, lo ayudó a bajar del auto y lo guio hacia el sofá de su sala.

—Vas a quedarte aquí hasta que se te pase la borrachera. Mañana hablaremos de todo esto con la cabeza más despejada —dijo Martina, mientras lo ayudaba a tumbarse.

Daniel, ya medio adormilado, murmuró algo que sonaba a un agradecimiento antes de quedarse dormido. Martina lo observó por un momento, sintiéndose agotada, pero aliviada de haber evitado que la situación se agravara.

—Buenas noches, Daniel. Esperemos que mañana seas más razonable —dijo en voz baja, apagando las luces y dirigiéndose a su habitación.

Mientras se preparaba para dormir, Martina no podía evitar pensar en las verdaderas intenciones de Lola y cómo esto podría afectar a Laura y Miguel. Sabía que tenía que estar alerta y proteger a sus amigos de cualquier manipulación.

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Unas semanas después de la reunión familiar, Laura y Miguel se encontraban disfrutando de una tranquila tarde en el parque. El sol brillaba suavemente y una brisa fresca movía las hojas de los árboles. Sentados en una manta de pícnic, compartían una botella de vino y algunas frutas frescas.

—Miguel, he estado pensando en nuestro futuro y en cómo podemos apoyarnos mutuamente en nuestros sueños y metas —dijo Laura, mirando a Miguel con una sonrisa.

Miguel asintió, interesado.

—Sí, yo también he estado pensando en eso. Quiero que ambos logremos nuestras metas y que nos apoyemos en el proceso. ¿Qué tienes en mente? —preguntó, tomando la mano de Laura.

Laura tomó un sorbo de vino antes de responder.

—Bueno, como sabes, estoy trabajando en mi segundo libro. Esta vez quiero explorar algo más profundo, algo que realmente resuene con los lectores. Pero a veces me siento bloqueada creativamente y me vendría bien tu apoyo y tus ideas frescas —dijo, con sinceridad.

Miguel sonrió, feliz de poder ayudar.

—Claro, me encantaría ayudarte con eso. Podemos tener sesiones de brainstorming juntos y ver qué ideas surgen. Además, estoy seguro de que nuestra vida cotidiana te ofrecerá mucha inspiración —dijo, con entusiasmo y una mirada pícara.

Laura asintió, contenta con la propuesta.

—Gracias, mi amor. Eso significa mucho para mí, pero cuéntame y tú, ¿qué tal la banda? ¿Tienen algún proyecto nuevo en mente? —preguntó, interesada en la vida de Miguel.

Miguel se recostó en la manta, mirando al cielo.

—En realidad, hemos estado pensando en grabar un álbum. Creo que sería un gran paso para nosotros y podría abrirnos muchas puertas. Sin embargo, necesito encontrar tiempo y recursos para hacerlo —dijo, con un tono reflexivo.

Laura se inclinó hacia él, con una chispa de emoción en los ojos.

—¡Eso suena increíble! Podemos trabajar juntos para encontrar la manera de hacerlo realidad. Puedo ayudarte a gestionar el tiempo y buscar oportunidades de financiación. Además, estoy segura de que podemos encontrar formas creativas de promocionar el álbum —dijo, con determinación.

Miguel la miró con amor.

—Laura, eres increíble. Gracias por creer en nosotros y por estar dispuesta a ayudar. Juntos, podemos lograrlo —dijo, besándola suavemente.

La pareja pasó la tarde hablando de sus sueños y planes para el futuro. Laura se sintió inspirada por las ideas de Miguel y más motivada que nunca para trabajar en su próximo libro. Miguel, por su parte, se sintió respaldado y seguro de que, con el apoyo de Laura, la banda podría alcanzar nuevas alturas.

A medida que el sol comenzaba a ponerse, Laura y Miguel regresaron a casa con la sensación de que estaban construyendo algo especial juntos. Sabían que el camino no siempre sería fácil, pero estaban dispuestos a enfrentar cualquier desafío como un equipo.

✩*⢄⢁✧ --------- ✧⡈⡠*✩

Era una tarde soleada, y Laura estaba en casa, preparando algo muy especial para Miguel. Había estado planeando esta sorpresa durante semanas, y finalmente había llegado el día para revelarla. Con una mezcla de emoción y nervios, revisó todos los detalles una última vez antes de que Miguel llegara.

Cuando Miguel llegó, notó inmediatamente que había algo diferente en el ambiente. Laura lo recibió con un gran beso y un abrazo cálido.

—¡Hola, amor! Tengo una sorpresa para ti —dijo Laura, con los ojos brillando de emoción.

Miguel la miró, intrigado.

—¿Una sorpresa? ¿De qué se trata? —preguntó, con una sonrisa curiosa.

Laura lo tomó de la mano y lo llevó al salón, donde había preparado una pequeña mesa con una botella de champán y dos copas. En la mesa también había un sobre elegante.

—Siéntate y abre el sobre —dijo Laura, entregándole el sobre con una sonrisa expectante.




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