Capuccino de amor.

Noticia.

Miguel había convocado a una reunión de la banda en su casa para compartir la gran noticia. El ambiente estaba lleno de expectación, con Pedro y Lola sentados en el sofá, esperando impacientemente.

Ambos llegaron con rapidez en cuanto recibieron la llamada. Miguel, sintiéndose emocionado y nervioso, comenzó a hablar.

—Chicos, tengo algo increíble que contarles: hemos conseguido un contrato para grabar nuestro primer álbum con una disquera importante aquí en Argentina —anunció Miguel, con una sonrisa radiante—. Gracias al apoyo de Laura, esto es posible.

Pedro saltó de alegría, golpeando el aire con el puño.

—¡Eso es increíble, Miguel! ¡No puedo creerlo! Nuestro sueño finalmente se está haciendo realidad —exclamó Pedro, abrazando a Miguel con entusiasmo—. Hermano, lo logramos.

Lola, sin embargo, aunque sonrió al principio, pronto su expresión cambió a una mezcla de molestia y resentimiento, al escuchar el nombre de la mujer que detesta.

—¿Así que todo esto es gracias a Laura, eh? —dijo Lola, cruzando los brazos y mirándolo con desdén.

Miguel notó el tono en la voz de Lola y se tensó.

—Sí, Lola. Laura ha trabajado muy duro para hacer esto posible. Es una gran oportunidad para todos nosotros —respondió, tratando de mantener la calma.

Lola soltó una risa sarcástica.

—Claro, todo gracias a la maravillosa Laura. ¿Acaso nosotros no somos capaces de lograr algo por nuestra cuenta? ¿Necesitamos a tu novia para que nos salve? —dijo, con amargura—. ¿Quién es ella?, ¿la mujer Maravilla? ¿Batwoman?

—Lola, Laura es alguien que ve nuestro potencial y quiere que tengamos éxito. Así que, respeto hacia ella, otra persona no lo haría. Te pido que trates de entender que estamos en esto como un equipo, y cualquier ayuda, venga de donde venga, es buena para nosotros, así que…

Pedro, sintiendo la tensión, intentó intervenir.

—Vamos, Lola. Esto es una gran noticia para la banda. Deberíamos estar felices y agradecidos —dijo, tratando de calmar los ánimos.

Pero Lola no estaba dispuesta a dejarlo pasar.

—No, Pedro, estoy cansada de que todo gire en torno a Laura. Ella no forma parte de la banda, y esto debería ser nuestro logro, no el de ella —dijo Lola, alzando la voz.

Miguel, sintiéndose atacado, respondió con firmeza.

—Lola, entiendo tu punto, pero Laura solo quiere ayudar. Esto no le quita valor a nuestro trabajo ni a nuestro talento. Si no fuera por ella, esta oportunidad no existiría. Deberías estar agradecida, no resentida —dijo, con un tono más severo.

Lola se levantó del sofá, mirando a Miguel con ojos encendidos.

—¿Agradecida? ¿Quieres que le agradezca a tu novia por meterse en nuestra banda y manejar todo a su manera? No puedo creer que no veas cómo esto nos hace quedar como si no pudiéramos hacerlo por nosotros mismos —gritó Lola.

Pedro se puso de pie, intentando calmar la situación.

—Lola, por favor. Todos queremos lo mejor para la banda. Esta es una oportunidad única. No dejes que el orgullo arruine esto —dijo, con desesperación.

Miguel dio un paso adelante, enfrentando a Lola.

—Lo que arruina esto es tu actitud. Laura hizo esto porque cree en nosotros. Si no puedes ver eso, entonces tal vez tú no deberías estar en la banda —dijo, con furia contenida.

Lola lo miró, su rostro rojo de ira.

—¿Es eso lo que quieres? ¿Qué me vaya? —dijo, con una voz temblorosa.

Miguel respiró hondo, tratando de calmarse.

—No, Lola. No quiero que te vayas. Quiero que entiendas que todos estamos en esto juntos, y que cualquier ayuda, venga de donde venga, es buena para la banda. Por favor, dame una razón para creer que podemos superar esto como un equipo —dijo, con sinceridad.

Lola, aunque todavía furiosa, parecía estar reconsiderando sus palabras. Pedro se acercó y puso una mano en su hombro.

—Vamos, Lola. Somos una familia. No dejemos que esto nos divida —dijo, con un tono conciliador.

La atmósfera en el apartamento de Miguel se volvió pesada. Lola se había retirado a un rincón, claramente aún molesta y en conflicto. Pedro y Miguel intercambiaban miradas preocupadas, sabiendo que algo más profundo estaba ocurriendo.

Finalmente, Lola se levantó y caminó hacia el centro de la sala, mirando a Miguel con una expresión decidida.

—He estado pensando en esto y… creo que lo mejor es que me vaya de la banda —dijo, su voz firme pero con un toque de tristeza.

Miguel y Pedro quedaron atónitos, sin palabras por un momento.

—¿Qué? ¿Lola, estás segura? No queremos que te vayas —dijo Pedro, con desesperación.

Miguel, aun procesando lo que había dicho, dio un paso hacia ella.

—Lola, ¿por qué? Podemos resolver esto juntos. No necesitas irte, ¿tan difícil es aceptar esta ayuda solo porque es de Laura? —dijo, con un tono suplicante, a pesar de que fue él quien lo dijo antes.

Lola lo miró directamente a los ojos, con una mezcla de dolor y resentimiento.

—Miguel, no entiendes. Nunca lo has hecho. Esto no es solo por la banda o por Laura. Es porque nunca te diste cuenta de cómo me sentía. Siempre estuve ahí para ti, siempre esperé que me vieras de otra manera, pero nunca lo hiciste —dijo, su voz temblando de emoción.

Miguel abrió los ojos con sorpresa, dándose cuenta de lo que Lola estaba tratando de decir.

—Lola, yo… no sabía. Nunca me di cuenta de que te sentías así. Lo siento mucho —respondió, con sinceridad.

Lola respiró hondo, tratando de mantener la compostura.

—Eso es lo que duele más, Miguel. Nunca te diste cuenta. Siempre fuiste tan ciego a lo que estaba justo frente a ti. Y ahora, tengo que alejarme para protegerme a mí misma. No puedo seguir siendo parte de algo donde me siento invisible —dijo, con una lágrima rodando por su mejilla.

Pedro se acercó, tratando de consolarla.

—Lola, todos somos importantes para esta banda. No queremos perderte. Por favor, reconsidera —dijo, con tristeza.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.