Capuccino de amor.

Oferta.

Miguel y Pedro se reunieron en el estudio de la banda para discutir el futuro. La atmósfera estaba cargada de incertidumbre, pero ambos sabían que debían seguir adelante.

—No puedo creer que Lola se haya ido. Esto va a ser difícil sin ella —dijo Pedro, con una mezcla de tristeza y preocupación.

Miguel asintió, sintiendo el mismo peso en su corazón.

—Lo sé, Pedro. Pero tenemos que seguir adelante. Lola tomó su decisión y debemos respetarla. Ahora, necesitamos enfocarnos en cómo continuar —respondió, tratando de sonar optimista.

Pedro suspiró y se rascó la cabeza.

—¿Tienes alguna idea de cómo reemplazarla? No va a ser fácil encontrar a alguien con su talento —dijo, con un tono pensativo.

Miguel se quedó en silencio por un momento, luego respondió.

—Creo que deberíamos empezar por buscar a alguien local, alguien que entienda nuestra dinámica y pueda integrarse rápidamente. Podríamos hacer algunas audiciones y ver quién se presenta —sugirió.

Pedro asintió, aceptando la propuesta.

—Me parece una buena idea. Conozco a una bajista que podría interesarse. Se llama Ana. Es bastante talentosa y tiene experiencia. Podríamos invitarla a una audición —propuso, con un toque de esperanza.

Miguel sonrió, sintiendo un rayo de optimismo.

—Perfecto. Hablemos con ella y organicemos una audición lo antes posible —dijo, con determinación.

─── ・ 。゚☆: *.☽ .* :☆゚. ───

Era una noche tranquila en casa de Laura, y ella y Martina habían decidido relajarse cantando karaoke. Las risas y las melodías llenaban el aire, creando un ambiente alegre y despreocupado. Ambas amigas estaban disfrutando al máximo, tomando turnos para cantar sus canciones favoritas.

Miguel y Pedro llegaron a la casa de Laura, listos para pasar una velada agradable después de un día largo de ensayos. Cuando entraron, escucharon la potente y clara voz de Martina resonando desde la sala. Pedro se detuvo en seco, quedando hipnotizado por la pureza y emoción en la voz de Martina.

—Wow, ¿quién está cantando? —preguntó Pedro, con ojos abiertos de asombro.

—Es Martina. Es increíble, ¿verdad? —respondió Miguel, sonriendo mientras se dirigían hacia la sala.

Al entrar, vieron a Martina interpretando una balada con una pasión que sorprendió a ambos chicos. Laura aplaudió emocionada cuando Martina terminó la canción, y Miguel y Pedro se unieron a los aplausos.

—¡Bravo, Martina! No sabía que cantabas tan bien —dijo Pedro, aún impactado por la actuación—. Eres una estrella.

Martina sonrió, un poco avergonzada, tenía las mejillas rojas.

—Gracias, chicos. Solo es algo que hago por diversión, no es para tanto —respondió, tratando de restarle importancia.

Pedro, sin embargo, no podía dejar pasar la oportunidad.

—Martina, tu voz es increíble. He estado pensando… Lola dejó la banda y necesitamos una nueva vocalista, también ¿Te gustaría unirte a nosotros y ser la cantante junto a Miguel? —propuso, con entusiasmo.

Martina quedó boquiabierta, claramente sorprendida por la oferta.

—¿Yo? ¿En la banda? No sé, Pedro… No estoy segura de estar a la altura. Solo canto por diversión, a veces me salen grillos de la voz —dijo, nerviosa.

Laura, viendo la oportunidad y sabiendo cuánto amaba Martina cantar, la animó.

—Martina, tienes un talento increíble. Siempre has amado la música y esta podría ser una oportunidad para hacer algo que realmente te apasiona. Deberías intentarlo —dijo Laura, con una sonrisa alentadora.

Miguel se unió a la conversación, apoyando la idea.

—Estoy de acuerdo con Laura. Tienes una voz maravillosa y serías una gran adición a la banda. Además, será divertido trabajar juntos. ¿Qué dices? —dijo, con una sonrisa cálida.

Martina se quedó pensativa por un momento, sopesando la propuesta. Finalmente, una sonrisa tímida apareció en su rostro.

—Bueno, si todos creen que puedo hacerlo… Supongo que podría intentarlo. Pero necesito que me tengan paciencia, esto es nuevo para mí —respondió, con una mezcla de emoción y nervios.

Pedro saltó de alegría, abrazándola.

—¡Genial! Te prometo que no te arrepentirás, Martina. Vamos a hacer cosas increíbles juntos —dijo, lleno de entusiasmo.

Laura abrazó a Martina también, sintiéndose feliz por su amiga.

—Sabía que lo harías. Estoy muy orgullosa de ti —dijo, con cariño.

Miguel sonrió, satisfecho de que la banda estuviera tomando una nueva dirección con Martina a bordo.

—Bienvenida a la banda, Martina. Esto va a ser un viaje increíble —dijo, extendiendo la mano hacia ella.

Martina tomó su mano y asintió, sintiéndose emocionada por lo que estaba por venir.

—Gracias, chicos. Vamos a dar lo mejor de nosotros —dijo, con determinación.

Pedro no podía evitar mirar a Martina con admiración. Había algo en su voz y en su presencia que lo atraía de una manera que no había sentido antes. Martina, por su parte, notó las miradas de Pedro y sintió un leve rubor en sus mejillas, aunque trató de disimularlo.

Después de un rato, Pedro se acercó a Martina mientras Laura y Miguel conversaban en la cocina.

—Martina, de verdad, tu voz es increíble. No puedo esperar a ver lo que lograremos juntos en la banda —dijo Pedro, con una sonrisa sincera.

Martina sonrió, sintiéndose un poco nerviosa pero halagada.

—Gracias, Pedro. Estoy emocionada y un poco asustada, pero sé que con ustedes todo saldrá bien —respondió, con una mirada tímida.

Pedro la miró a los ojos, sintiendo una conexión especial.

—Estoy seguro de que lo haremos genial. Y si necesitas cualquier cosa, estaré aquí para ayudarte —dijo, con un tono suave—. No dudes en pedirme ayuda.

Martina asintió, sintiendo una calidez en su corazón.

—Gracias, Pedro —dijo, con una sonrisa.

La atracción entre ellos era palpable, y aunque ambos sabían que había mucho trabajo por delante, también sentían que algo especial estaba comenzando a florecer.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.