El gran día finalmente llegó. Después de meses de arduo trabajo y dedicación, la banda lanzó su primer álbum. La respuesta fue abrumadoramente positiva. La prensa y el público alabaron la calidad de la música, la profundidad de las letras y la energía que se transmitía en cada canción. Críticas elogiosas comenzaron a aparecer en medios locales e internacionales, y la banda no podría estar más feliz.
—Esto es un sueño —exclamó Pedro emocionado.
—Es un sueño —dijo Martina—. Pero es una realidad.
—¿Sabes la emoción que tengo? —Pedro aún estaba que no se creía eso.
—Me lo puedo imaginar —Martina sonrió y apoyó sus manos en la mesa, mirándolo con ternura.
Pedro la miró, todavía asombrado por todo lo que había sucedido.
Ella lo miraba con amor, era evidente a simple vista que se gustaban, pero aún no se decían nada.
—Cuando era adolescente, conocí a Miguel. Ambos tocábamos y cantábamos en pequeños locales. Siempre soñábamos con llegar a este punto —dijo Pedro, con los ojos brillando de emoción.
—Has trabajado tan duro y ahora todo está dando sus frutos. Estoy muy feliz por ti, Pedro —dijo Martina, con sinceridad.
Pedro tomó las manos de Martina, sintiendo una conexión especial.
—Gracias, Martina. Tenerte aquí, siendo parte de esto, lo hace aún más especial. Nunca había imaginado que todo se sentiría tan… completo —dijo, con voz suave.
Martina sintió un cosquilleo en su estómago y sus mejillas se sonrojaron.
—Pedro, estar contigo y con la banda ha sido una de las mejores experiencias de mi vida. Estoy emocionada por todo lo que viene y estoy feliz de estar a tu lado —respondió, con una sonrisa cálida.
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Para celebrar este logro, organizaron un concierto de lanzamiento en una popular sala de conciertos en Buenos Aires. Las entradas se agotaron rápidamente, y la expectación era palpable. La noche del concierto, el lugar estaba lleno de fanáticos emocionados, amigos y familiares.
Miguel, Pedro, Martina y Ana estaban nerviosos, pero llenos de emoción cuando subieron al escenario. Las luces se apagaron y los primeros acordes resonaron en el lugar. La multitud estalló en aplausos y vítores mientras la banda comenzaba su actuación.
Cada canción fue recibida con entusiasmo, y la conexión entre la banda y el público fue inmediata. Miguel se sentía en la cima del mundo, su voz se alzaba con confianza, respaldada por los poderosos ritmos de Pedro, las vibrantes líneas de bajo de Ana y las emotivas armonías de Martina. La noche avanzaba y la energía en el lugar solo aumentaba.
Entre la multitud, una figura observaba en silencio. Lola había decidido asistir al concierto en secreto. Se mantuvo al fondo, ocultándose entre la multitud, sintiendo una mezcla de orgullo y tristeza al ver a la banda triunfar sin ella. Aplaudió, discretamente, sus ojos llenos de lágrimas mientras observaba a sus antiguos compañeros brillando en el escenario.
El concierto fue un éxito rotundo. Cuando la última canción terminó, la multitud pidió un bis, y la banda, emocionada por la respuesta, tocó una última canción, agradeciendo a todos por su apoyo incondicional.
Después del concierto, la banda se reunió en el camerino, todavía llenos de adrenalina y alegría.
—¡Lo hicimos! No puedo creerlo. Ha sido una noche increíble —dijo Pedro, con una sonrisa radiante.
—Estoy tan orgullosa de todos ustedes. Este es solo el comienzo —añadió Ana, abrazando a sus compañeros—. Y agradecida por darme la oportunidad de ser parte de su familia.
Miguel y Laura se encontraron en un rincón tranquilo del camerino, compartiendo un momento de intimidad. Miguel tomó las manos de Laura y la miró a los ojos, lleno de gratitud.
—Laura, nada de esto habría sido posible sin ti. Tu apoyo, tu amor, todo lo que has hecho por nosotros… No tengo palabras para agradecerte lo suficiente —dijo Miguel, con voz emocionada.
Laura sonrió, sintiendo una oleada de amor.
—No necesitas agradecerme, Miguel. Lo hiciste tú, lo hicieron ustedes. Yo solo fui una pequeña parte de este viaje. Estoy increíblemente orgullosa de ti y de la banda —respondió, abrazándolo.
Miguel la abrazó con fuerza, sintiendo que todo lo que habían pasado valía la pena.
—Te amo, Laura. Gracias por estar siempre a mi lado —dijo, con ternura.
—Yo también te amo, Miguel. Este es solo el comienzo de muchas más aventuras juntos —respondió Laura, besándolo suavemente.