La luz del atardecer se filtraba por las ventanas del acogedor estudio de Laura, donde ella estaba trabajando en los últimos detalles de la publicación de su segundo libro, una historia de romance. La emoción la invadía con cada palabra que escribía, sabiendo que este proyecto reflejaba tanto de lo que había vivido y aprendido en los últimos meses.
Pedro y Martina llegaron al estudio, intrigados por la invitación de Laura. Se saludaron con abrazos y se acomodaron en los sofás mientras Laura terminaba de revisar algunas notas.
—Gracias por venir, chicos. Tengo algo especial que pedirles —dijo Laura, con una sonrisa brillante.
Pedro y Martina intercambiaron miradas curiosas.
—Claro, Laura. ¿De qué se trata? —preguntó Pedro.
Laura se levantó de su escritorio y se acercó a ellos, visiblemente emocionada.
—Bueno, mi segundo libro es una historia de romance, saldrá en físico y… necesito unos protagonistas para la portada. He estado buscando imágenes, pero ninguna se ajusta a cómo me imagino a los personajes. Entonces pensé que ustedes serían perfectos —explicó, con entusiasmo.
Martina se rio, sorprendida.
—¿Nosotros? ¿Quieres que seamos los modelos para la portada de tu libro? ¿El libro que estará en físico? —preguntó, sin poder ocultar su asombro.
Pedro también se mostró sorprendido, pero emocionado.
—¡Eso suena genial! Pero, ¿estás segura? —dijo, con una sonrisa—. Nosotros no somos modelos ni nada de ese estilo.
Laura asintió con determinación.
—Sí, estoy segura. Ustedes son perfectos para los personajes. Y, por supuesto, les pagaré por su tiempo y esfuerzo. Realmente creo que su imagen capturará la esencia de la historia —dijo, con una sonrisa esperanzada.
Martina y Pedro se miraron y luego asintieron con entusiasmo.
—¡Estamos dentro! Será divertido y estamos honrados de que pienses en nosotros de esa manera —dijo Martina, con una sonrisa radiante.
—Sí, cuenta con nosotros, Laura. Será un honor ser parte de tu libro —añadió Pedro, con una sonrisa cálida.
Laura sintió una oleada de alivio y felicidad.
—¡Gracias, chicos! Su apoyo es importantísimo para mí —dijo, abrazándolos con fuerza.
Meses después, el libro finalmente salió en físico. La respuesta de los lectores fue abrumadoramente positiva, y Laura no podía estar más feliz. Ver su trabajo en las manos de otros era un sueño hecho realidad.
Un día, mientras Laura revisaba algunos correos en su estudio, sonó su teléfono. Era su editor, y Laura contestó con una mezcla de curiosidad y nervios.
—¿Hola? —dijo, tratando de mantener la calma.
Después de unos momentos, su expresión cambió a una de pura emoción y sorpresa.
—¡¿En serio?! No puedo creerlo. ¡Muchas gracias! —exclamó, casi saltando de alegría.
Pedro y Martina, que estaban en el estudio ayudando con algunos detalles de promoción, la miraron intrigados.
—¿Qué pasa, Laura? —preguntó Pedro.
Laura colgó el teléfono y se volvió hacia ellos con una sonrisa que iluminaba toda la habitación.
—¡Mi segundo libro ha sido seleccionado para llevarlo a la pantalla grande! ¡Van a hacer una película! —anunció, sin poder contener su entusiasmo.
Martina y Pedro saltaron de sus asientos y la abrazaron, compartiendo su alegría.
—¡Eso es increíble, Laura! ¡Felicidades! —dijo Martina, con lágrimas de felicidad en los ojos.
—Estamos tan orgullosos de ti. ¡Este es solo el comienzo de algo aún más grande! —añadió Pedro, abrazándola con fuerza.
—Grito de locas —exclamó Martina entusiasmada y ambas amigas gritaron sin parar a todo pulmón.
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Después de recibir la emocionante noticia de que el segundo libro de Laura sería llevado a la pantalla grande, Miguel decidió que era el momento perfecto para hacer algo especial. Sabía que ambos habían trabajado arduamente para alcanzar sus sueños, y quería celebrar este logro de una manera inolvidable.
Una noche, Miguel le pidió a Laura que se vistiera elegantemente, sin revelar mucho sobre sus planes. Laura, intrigada, pero confiada, se puso su vestido favorito y se preparó para la sorpresa.
Miguel la llevó a un lujoso restaurante en Buenos Aires, un lugar conocido por su exquisita comida y ambiente romántico. Al llegar, Laura quedó asombrada por la belleza del lugar. Las luces tenues y la decoración elegante creaban un ambiente mágico.
—Esto es increíble, Miguel. No tenías que hacer todo esto —dijo Laura, con una sonrisa radiante.
—Tú mereces esto y más. Quiero que esta noche sea especial para nosotros —respondió Miguel, tomando su mano mientras la guiaba a una mesa reservada en un rincón privado del restaurante.
La cena fue exquisita, cada plato una obra de arte culinaria que ambos disfrutaron con entusiasmo. A medida que avanzaba la noche, la conversación se volvió más íntima y cargada de emociones. Hablaron de sus sueños, de lo lejos que habían llegado y de todo lo que aún querían lograr juntos.
Después del postre, Miguel tomó la mano de Laura y la miró con una mezcla de amor y nerviosismo.
—Laura, estos últimos meses han sido los más increíbles de mi vida. Hemos compartido tanto, hemos crecido y logrado cosas que nunca imaginé posibles. Y en todo momento, tú has sido mi apoyo, mi inspiración y mi amor —dijo Miguel, con voz suave.
Laura lo miró, sus ojos llenos de amor y curiosidad.
—Miguel, tú también has sido todo para mí. No sé qué haría sin ti —respondió, apretando su mano con cariño.
Miguel sonrió, sintiendo una oleada de emoción.
—Quiero que este momento sea inolvidable, porque tengo una pregunta muy importante que hacerte —dijo, mientras sacaba una pequeña caja de su bolsillo.
Laura llevó una mano a su boca, sus ojos llenos de sorpresa y lágrimas de felicidad.
—Laura, ¿quieres casarte conmigo? —preguntó Miguel, abriendo la caja para revelar un hermoso anillo de compromiso.