Caricias dolorosas

Capítulo 4.

¡Hola! ¿Alguien está leyendo el libro? 

Agradecería mucho que dejaran sus opiniones respecto a los capítulos :D

 

Rebecca

Cuando tenía veinticinco años salí con un hombre por algunos meses. Me caía bien, el sexo era estupendo y además sabía cocinar de maravilla. Recuerdo que él era el típico hombre con cuerpo escultural, muy dueño de sí mismo, muy seguro de todo lo que hacía y decía. Sin embargo, cuando yo le preguntaba qué porque siempre nos la pasábamos en su casa sin salir ni siquiera por una pizza, su vaga respuesta era: no me gusta salir. Lo dejé pasar, yo entendía que todos tenemos gustos diferentes y le creía eso de no gustarle salir, a mí tampoco me gustaba porque salía drenada del trabajo y prefería cuidar a mi hijo. Aun así, me las ingeniaba para hacer tiempo entre ser profesionista, ser madre y ser mujer.

La segunda vez que le pregunté me cambió la respuesta, dijo que afuera no había nada entretenido, que se la pasaba mejor conmigo allí, sin que nos vieran o interrumpieran.

Así que también lo entendí.

Pero conforme pasaba el tiempo me di cuenta que la rutina con él era la misma: vernos los fines de semana y estar en su departamento follando o haciendo cualquier cosa hasta altas horas de la noche.

Llegué al punto de enojarme y dejar de buscarlo porque estaba harta de solo encerrarme en su lugar. Entonces volví a preguntarle y por los zodiacos que ojalá me hubiese quedado con sus anteriores respuestas.

Me confesó que era entrenador de gimnasio, que tenía una reputación que cuidar y le daba pena salir conmigo en público porque sus amigos no lo aprobarían ya que yo era "más gruesa" que sus antiguas parejas. Eso no solo me embraveció al punto de abofetearlo y casi destruirle el departamento, sino que también me bajó la autoestima, no al suelo, pero casi raspando en él.

Jamás en mi vida me había acomplejado por mi físico. Es decir, sí, soy una mujer curvy, tengo mucha carne, mucho muslo, incluso abdomen, mejillas y papada, pero eso nunca fue impedimento para salir con hombres, para disfrutar mi sexualidad. Pero sus palabras se clavaron hondo. ¿Por qué? Porque él siempre decía gustarle mi figura, me aseguraba que le encantaba tal como era, con mis imperfecciones y demás, pero también caí en cuenta que cada que teníamos sexo nunca me permitía encender la luz. Siempre quería hacerlo a oscuras y pocas veces me tocaba o besaba el cuerpo.

Ahora que recuerdo... Ese imbécil nunca me agarró ni una sola vez al hacerlo, solo colocaba sus brazos a mis costados y me embestía, no buscaba contacto más allá de nuestra intimidad. ¿Y fuera de la cama? Tampoco. Era nula su muestra de afección hacia mí y nunca lo noté porque creí que era normal pues lo nuestro jamás fue formal o significativo.

Pero todo encajó esa noche, en ese instante.

Él sentía asco por mí, se avergonzaba de tener a una mujer más llenita con él y aun así tenía el descaro de follarme. ¿Me decepcionó? No. Él no era alguien importante en mi vida así que ¿cómo podría decepcionarme? ¿Me hizo llorar? Tampoco. No merecía verme así y yo no pretendía derramar ni una sola gota por alguien tan hueco. ¿Lo que si me hizo sentir? Insignificante. Solo por instantes me hizo sentir insignificante, pero tuve la fortuna de recuperarme ipso facto. Porque así soy. Jamás he permitido que los comentarios de los demás interfieran en mi vida.

Sobre todo, aprendí que ningún hombre debe tratarme como una jodida cucaracha que solo mira de noche. O me ves con el Sol o no me ves en lo absoluto.

Aun así, no soy de palo y siento. Por ejemplo, aquel día donde Akira estuvo hospitalizado en Nueva Orleans me sentí insegura. Por primera vez en mi vida me sentí insegura de mi físico. ¿La razón? No lo sé. Es algo a lo que no tengo respuesta, pero, pese a no tenerla, no es necesaria pues mi chico zanahoria, con su dulzura, sinceridad y sencillez ha cubierto todos mis posibles defectos e imperfecciones en la piel. Se ha encargado de quererme como soy y, lo mejor, a él no le avergüenza salir conmigo.

Akira es simplemente distinto a todos los hombres que he conocido. Él es definitivamente el que deseo conservar a mi lado por mucho tiempo.

Es por eso que cuando me pidió matrimonio no me negué. Ya no sirve negarme ante él cuando es más que obvio mi deseo, mi felicidad y mi añoro. ¿Alguna vez pensé en casarme por voluntad propia después de haber sido obligada a hacerlo? La verdad no. Me parecía absurdo permitir que un papel definiera tu estado civil o tu relación con una persona, pero ahora, estando caminando con él a mi lado mientras comemos de un delicioso raspado pues hace un calor infernal, soy consciente de que, en efecto, un papel con tinta jamás tendrá el poder de definir lo que eres o sientes, pero sí le da un significado simbólico para atesorar. ¿Y qué sería del humano sin eso? Es como las medallas por sacar buen promedio en la escuela, el que no te den una no significa que no eres inteligente, pero como digo, al humano le encanta meterle significado a todo.

Enlazo nuestros dedos juntos y le doy un suave apretón. Akira gira a verme y sus mejillas se sonrojan. Me parece exquisito que a pesar de todo siga siendo un chico tímido para ciertas cosas.

Dexter va frente a nosotros pateando la arena de una forma que esta se alza y lo hace reír mientras a mí me provoca una enorme sonrisa porque verlo así, tan relajado, tan en paz, me llena de vida.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.