Carpe Díem

Capítulo 13

Capítulo 13

-Nina-

Recostada en mi cama, mirando la aguja del reloj despertador moverse y contabilizando los minutos, el llamado de Duncan captó mi atención.

––¡Nina!

Él se hallaba en la sala. Me levanté con rapidez y me asomé por el pasillo.

––¿Sí?

––Muchacha, tienes una visita.

Cuando dijo eso fruncí el ceño: ¿una visita?

—Está en la puerta, esperándote —agregó.

––Bien, iré en un segundo ––Duncan asintió y se alejó.

Acomodé mi cabello y me dirigí afuera; debo admitir que me sorprendí al ver a Jack apoyado en su automóvil. Apenas me vio caminó directo a mí mostrándose alegre. De zapatillas, jeans impecables y una camiseta, lucía cautivante.

––Como supe que te suspendieron, pensé en venir a alcanzarte los apuntes, así no te pierdes de nada ––extendió su mano para darme las copias de los días de clases perdidos.

––Jack, muchas gracias ––en verdad él era lo que cualquier chica podía esperar de un chico––. ¿Quieres pasar? ––le consulté, y él volvió a dedicarme una risilla.

––Sería un placer.

Le mostré la sala. Jack se impresionó por la vista al imponente jardín que Duncan cuidaba igual que a un tesoro; los árboles, la enorme fuente, las flores… cada detalle embelesó a Jack que, a través del ventanal de la sala, observaba el bello ámbito.

––Vaya, Nina, la vista aquí es fabulosa ––comentó divertido.

––Así es, por las noches no es tan llamativa como de día ––expliqué mientras dejaba sobre la mesa los papeles que él me había traído.

Jack se sentó a mi lado.

––¿Cómo sigues de tu golpe? ––su semblante se llenó de preocupación.

––Bien, mejor ––respondí. Ya no usaba curitas para tapar el corte, pues estaba cicatrizando y se estaba esfumando por completo.

––Me alegra que estés bien, Nina ––ni bien hubo dicho eso, su cara se dulcificó. Me apuntó de tal modo que consiguió turbarme––¡Adoro tus expresiones! ––rió al pillar mi incomodidad––Eres tan genuina…

Aquellos gestos eran una marca registrada en Jack: siempre se lo veía feliz y contento, y eso me gustaba.

––¿Cómo hiciste para encontrar mi casa? ––le consulté en un intento de obviar sus halagos.

––Victoria estuvo encargada de las tareas en secretaría hasta la semana pasada. Aproveché su estadía allí para que me facilitara tu dirección. Lo único malo de esto es que me llevé una sorpresa desagradable ––añadió con una tenue mueca forzada.

Yo lo escruté poniéndome seria.

––¿Desde cuándo se conocen? ––indagó sin rodeos.

Jack ya sabía que yo vivía en la misma casa que Luca. Pero, ¿cómo contarle todo? Ni siquiera yo tenía bien clara mi propia situación con Luca.

––Desde hace muy poco ––repliqué a secas. Él me miró con una inhabitual expresión de gravedad.

––Podría decir tantas cosas… ––farfulló con evidente molestia––. Sin embargo… prefiero no hablar de él, no tiene sentido que gaste ni un minuto contigo hablando de ese cretino ––aseguró.

Su móvil sonó y se levantó del asiento.

––Disculpa ––musitó antes de atender su teléfono––. ¿Qué? ¿Ahora? ––advertí su tono incómodo––. Bien… espérame allí, iré en un segundo.

Al cortar la llamada, guardó su celular en el bolsillo y se volteó hacia mí. Yo también me había levantado.

––Lo siento, Nina, debo irme. Mi hermana me está esperando para que la pase a buscar. A veces es un fastidio…

Yo esbocé una sonrisa.

––No hay problema. De todas formas, gracias por los apuntes––dije acompañándolo rumbo a la salida.

––Nina… ––la voz de Jack volvía a adquirir dureza.

Yo lo miré, él no modificó su postura.

––Me gustaría que pasaras el menor tiempo posible en este sitio, y más si está ese imbécil merodeando por aquí.

Bajó apenas el rostro para luego hundirme sus ojos azules, que parecían vibrar con la claridad que ofrecía la luz de la tarde.

––¿Quieres que pase a buscarte esta noche? Vamos a organizar una fiesta en casa, mis padres han viajado y hemos arreglado para que sea hoy… ¿Qué dices? ––me invitó regalándome su mejor cara.

––Estaría bien ––contesté con una leve mueca, y Jack rió de oreja a oreja. A juzgar por su repentino júbilo, había pensado que rechazaría la propuesta.

––¡Creo que hoy tengo mi día de suerte! ––exclamó divertido caminando para atrás, como si no quisiera dejar de observarme.

Me halagó su expresión de felicidad, levanté una mano para despedirme antes de entrar a casa. Él me devolvió el gesto  alejándose.

Jack era un joven agradable y con un cierto encanto que atraía a cualquier chica. Educado y caballero, sabía cómo dar en el punto justo si deseaba que alguien se fijase en él. Era una especie de mago, capaz de sacar algo sorprendente de lugares improbables, produciendo el asombro y admiración de quienes lo rodeaban. Ya empezaba a entender por qué Jack era, a fin de cuentas, el más popular de la Universidad.




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