Carpe Díem

Capítulo 26

Capítulo 26

 

-Luca-

Alexia caminaba entre los cadáveres con total tranquilidad, lo hacía como lo haría la princesa del mundo de los muertos, Fred luchaba con su guante de látex, sus dedos eran muy gruesos para entrar en esa goma tan ceñida, yo me puse mis guantes mientras Alexia revisaba las pequeñas etiquetas amarillas de cartón que colgaban de uno de los dedos del pie de los cadáveres.

—Helen Thinks—anuncio con tranquilidad sacando el cadáver  de la cámara frigorífica  que lo conservaba, todo el lugar estaba lleno de tétricos azulejos blancos,  el fuerte olor a los líquidos que usaban habitualmente parecían filtrase por cada poro de la piel, viciando el aire de manera densa y desagradable. Indudablemente era el aroma a la muerte.

Debía observar el cuerpo de Helen, antes de que sea inhumado, apenas le tuve cerca, la voz del asesino recitando una y otra vez textos de la biblia retorció mi mente, apreté mi mandíbula en un disimulado intento por contener todo aquello.

—Como verás, al parecer no tuvo suficiente fuerza por que  intentó matarla  de otras formas,  le dio un golpe en la cabeza, posiblemente con un martillo,  en ese momento la victima  quedo inmovilizada, y para asegurarse de ello, le cortó el cuello—las manos delgadas y huesudas del asesino  se movían  con letalidad frente a la futura víctima, observé una vez más el cadáver de Helen, tenía cruces por todos lados, grandes, pequeñas, el asesino se había tomado el trabajo de «decorar» al cadáver de la manera más macabra y tétrica de todas.

Gracias a eso observé los movimientos futuros del asesino  su rostro se presentó ante mis ojos, tenía la mirada desorbitada y la expresión desencajada.

—¿Estás bien?—me preguntó Alexia, yo mené mi cabeza desviando mi mirada del cadáver.

—Sí…— susurré turbado, aún mi mente seguía mostrándome una desconcertante secuencia, ruidos, voces, gemidos, todo, todo, se mezclaba, era realmente repulsivo.

—¿Cuándo la van a cremar?—preguntó Fred echándole un vistazo al cuerpo de la jovencita con el ceño fruncido.

—Creo que dentro de dos días. Su familia quiere terminar con todo esto, y consideran que lo mejor es cremar el cadáver de Helen —alegó Alexia.

—Ok—respondió Fred, yo me separe del cadáver y Alexia  lo volvió  a introducir dentro de la cámara frigorífica.

Debía  hablar con Alexia, el mes pasado no había podido comunicarme con ella como de costumbre, y ahora, Fred al estar acompañándonos no me permitía discutir sobre cierto tema que consideraba privado.

Conocía a Alexia desde hacía cuatro años, mi encuentro con ella no fue casual, de hecho nada de lo que yo hacía  podía remitirlo a la casualidad, si de algo estaba seguro era que muy pocas cosas en mi vida, se daban de forma impensada.

En ese entonces, Lanz era mi preocupación primordial, sabía muy bien que él moriría, pero estaba intentado bajo todas las circunstancias salvarle la vida, la dura carga de la muerte de mi madre me aplastaba todos los días de mi existencia, ella no dejó que salvase su vida, optando egoístamente  por morir. Había noches en que las visiones sobre la muerte de Lanz, me atosigaban con amargura.

Con gran esfuerzo pude separar mis visiones catalogándolas  en el tiempo, soñé y escuché su voz entre mis pesadillas carcomiendo mis oídos de forma obsesiva.

 

« ¿Cuándo va a ser el día en el que yo pueda hacer algo por ti?»

Eso me llevo a convertirme en un cazador, necesitaba buscar a la persona indicada,  para ello me deslizaba entre los tumultos de almas, mis dedos rozaban  fruitivamente a las personas, buscando… algo…que pudiese ir dentro de lo que yo estaba requiriendo en esos momentos, me introducía en lugares atestados de personas, mi maldición no diferenciaba zonas, ni riqueza, ni pobreza, felicidad, o angustia. Entré a un bar, miles de visiones propagaban mi mente de todas aquellas personas que yo sutilmente rozaba.

Fue ahí, cuando mis dedos se movieron ágilmente detectando lo que yo consideraba la persona indicada, entonces me detuve, una suave sonrisa  marco mi rostro.

Indudablemente encontrando a la persona indicada.

 Ajusté mi gorra sobre mi cabeza, caminé hasta la barra siguiéndola, me senté  en un banco cerca de ella, pedí de tomar una cerveza, mientras  percibía sus miradas hacia mí, tenía  los ojos llorosos signo de que había estado sollozando antes, en un momento se quedó pensativa tenía el rostro apoyado sobre su mano, mi maldición me había susurrado su futuro, quedaba en mí y en mi trabajada capacidad de deducción descifrar a grandes rasgos su vida privada. Tenía un novio alcohólico, podía asegurarlo ya que mi maldición me expuso varias secuencias con el mismo hombre, ella era médica, él le pediría matrimonio dentro de unos meses, luego, tendrían una discusión como la de esa anoche sobre su grave problema con el alcohol. 

En esos momentos, debía forzar un poco las cosas, pedí otra botella de cerveza y la deslice con tranquilidad por la barra hasta que mi mano quedo detenida frente a los ojos de ella, parpadeo echándose hacia atrás para verme directamente, con una suave sonrisa tomo la botella.

—Gracias...—balbuceo volteándose por completo hacia mí — al parecer doy bastante pena— ironizó dando un sorbo.




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