Carpe Díem

Capítulo 29

Capítulo 29

 

-Nina-

Desde aquel entonces, no volví a tocar el tema sobre mi destino, ya que no podía asimilar  todo aquello que solo podía remitirse a un delirio, admitiendo que  mi cuerpo no reaccionaba de la misma manera cerca de él, en vez de perecer bajo su presencia, vivía, y con una intensidad envidiable.

Duncan, cada vez estaba peor, varias veces tuvimos que llamar al médico, alguna que otra taquicardia inestable solían invadirlo de la nada, se negó a que lo llevásemos a un hospital, «necesito estar solo, y si ustedes están aquí, no van a perderme pisada, realmente lo necesito» había dicho Duncan, asegurándonos una y otra vez que estaría bien, Luca y yo decidimos hacer lo que nos pedía.

 Miré por la ventanilla, de la camioneta de Duncan, el paisaje nuevo que recorrían mis ojos, Luca conducía hacia« Doolin», el pueblo más cercano a los acantilados, era diminuto, según Luca apenas si tenía tres bares y un hostal.

Dejó la camioneta aun lado de un rústico camino, el cielo tenía un extraño color, era de tarde, y el sol aún se asomaba entre las nubes grises, produciendo una exótica combinación  sobre todo lo que rodeaba ,extraña, quizás era el encanto que producía Luca, cada vez que estaba cerca, el verde de la hierba, los arbustos, la briza del viento moviendo una que otra furtiva flor  amarillenta que se asomaba entre el insipiente verde sobre  las piedras que  se alzaban a un costado del camino, voltee mi rostro hacia él, tenía un gorra  negra  sobre la cabeza, adoraba descubrir el color de sus ojos.

«Grises, esta tarde son grises» pensé, sonriendo suavemente, extendió su mano hacia mí con timidez, me aferre a él,  comenzamos a caminar en sentido contrario,  devolviéndonos sobre el recorrido que hicimos con la camioneta.

—¿Hacia dónde vamos?—pregunté, Luca  me miró fugazmente.

—Tenemos que buscar a alguien antes de continuar—respondió él con tranquilidad, soltándose de mi mano  se adelantó un par de pasos, la brisa estaba fresca,  Luca  entornó la vista hacia adelante, los arbusto insípidos se  mecían con el viento—¡Nieblas!—gritó buscando evidentemente a alguien—¡Nieblas!—insistió.

De pronto y como por arte de magia, una niña de unos tres años, apareció  en un extremo, de cabello castaños, traía dos pequeña trenzas, y una muñeca de trapo sucia y algo rota, apenas vio a Luca, comenzó a correr hacia nosotros, estaba parada sobre un largo y estrecho montículo de piedra.

Luca, sonrió divertido.

—¡Nieblas! ¡Nieblas!—repetía la niña, Luca extendió sus brazos hacia ella, la pequeña no dudo ni un segundo en  dejarse alzar por él, la besó en la frente, me descubrí sonriendo de solo verlo así.

La pequeña sin tiempo que perder pareció recordar algo que había dejado olvidado, se escurrió apresurada entre los brazos de Luca que debió dejarla sobre las piedras nuevamente, la niña comenzó a correr por sobre sus pasos.

Luca me tomo de la mano para seguirla,  la pequeña se detuvo, poniendo sus bracitos en jarras, lucía molesta y seria, miraba fijo unos arbustos.

—¡Hey! Nieblas ¡sal de ahí!—indicó divertido Luca, mientras la niña asentía a sus palabras, al perecer se conocían bastante.

De pronto,  un anciano de cabellos grises de prominente barba, faltándole un par de dientes con un ojo blanco, apareció entre la maleza  mordiendo un brazo, gruñía como un animal salvaje, yo ahogue un grito y la niña también, Luca sonrió divertido.

—¡Luca!—gritó el viejo soltando ese brazo desconocido, noté que estaba luchando con ¿otro anciano?—¡gusto de verte muchacho!—exclamó a duras penas mientras otro viejo, se asomaba dándole una bofeteaba, los dos salieron de ese arbusto cayendo sobre la hierba.

La niña abrió levemente su boca mirando a Luca, su expresión era de desilusión.

—¡Capitán Nieblas! ¡Golpea a ese anciano!— le espeto la niña con autoridad, — ¡usa el puño de trueno!—le exigía dando pequeños saltos  impacientes.

—Eso intentó mi pequeña…eso intento— decía el viejo tambaleándose, estaba ebrio, como su anciano contrincante, se golpeaban de manera torpe, yo miré a Luca, sin entender todo aquello que me acusaba una extraña contradicción.

—Nieblas, das asco—indicó Luca, la niña asintió.

—Es porque éste viejo—respondió a duras penas el anciano levantándose para darle un débil puñetazo a su contrincante que caía como una mosca sobre el suelo cada vez que lograban tocarse—no quiere implementar toda su fuerza— se justificó exhausto y mareado.

— ¿La niña lo conoce?—pregunté mirando a Luca, la pequeña no prestaba atención  a nada más que no fuese a ese viejo apodado Nieblas y a su extraña pelea.

—¡Abuelo!—gritó la pequeña, Luca, sonrió, esa, era mi respuesta, la muchachita  volvió a poner sus brazos en jarras con aires desafiantes, ya que su abuelo estaba muy ocupado intentando no dejarse golpear por su endeble compañero de contienda, la voz dulce de la pequeña era una mezcla atípica con su carácter decisivo— ¡Nieblas Smith!— ante eso el anciano volteó hacia ella. Luca sonrió divertido, como si todo eso fuese un show.

—¿Sí? —llegó a tartamudear volteándose hacia la niña




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