Carpe Díem

Capítulo 31

Capítulo 31

 

¿Estaba frente a un asesino?

Deje el auricular apoyándolo con suavidad. No podía pensar en tener calma, voltee mi rostro hacia ese hombre que me sonreía suavemente, me obligue a hacer lo mismo.

—Gracias—susurré a duras penas, casi tropiezo pisándome los cordones de mi zapatillas, el asesino me tomo del brazo sosteniéndome, yo ahogue un grito espantada.

—¿Te asuste?

—No, para nada, son los truenos, las tormentas me dan algo de miedo—aduje agachándome para anudar el cordón de mi zapatilla.

—Entonces deberías apurarte pronto lloverá—me advirtió el sujeto mientras yo terminaba de anudar  mi zapatilla.

 Me levanté con lentitud, la tensión de las luces de la casa bajaron varias veces, el hombre miro las lámparas del techo frunciendo levemente el ceño. Y de pronto, la casa se quedó a oscuras.

Sin pensarlo giré sobre mis talones hacia la derecha, corrí, sonidos, no oía ninguno, ya que estaba aturdida, golpee mi rostro sobre una pared, oí la voz de ese hombre, persiguiéndome,  me arranco de la pared  golpeándome contra  una puerta contigua que se abrió  cuando yo caí sobre ella.

—¡A dónde demonios piensas ir ¡Eh!—me arrastré sobre el suelo, un inmenso ventanal,  permitía la entrada de una tenue luz que provenía de la calle, mientras el sonido de los truenos hacían rugir los vidrios y el viento violentaba  las pesadas cortinas. Me oculte bajo una mesa, conteniendo el ruido de mi boca aprisione con mis dedos mi rostro con ímpetu. Mientras no perdía de vista las pisadas de ese asesino moviéndose de manera sigilosa entre la oscuridad.

—Si eres una ladrona, pues, ¡entraste a la casa equivocada!—vociferó arrancando la mesa  que me ocultaba, grité espantada, cuando él me tomó por la ropa—¡Nadie puede oírte!—vociferó con ferocidad intentando ponerme de pie, podía sentir como sus dedos se clavaban con brutalidad sobre mi espalda. Arañé atrapando a duras penas un florero, me levanté lanzándoselo, apenas le tocó el rostro, lo único que había logrado con eso era hacerlo enfadar aún más ¿Ese era el primer intento?

—¡ Desgraciada!—lo golpee en el estómago con mi codo, volviendo a caer al suelo, chillé, salí hacia el pasillo corrí, pero el asesino me tomo del brazo arrastrándome hacia él, me jaló del cabello golpeándome contra la pared. Era el  segundo intento.

—¡Bastardo!—en un mínimo impulso de supervivencia, ni siquiera supe cómo logre hacer tal cosa, lo golpee fuertemente en la entrepierna, caí al suelo, cuando él velozmente  logro arañar mi ropa para retenerme. Me volteó, gimiendo de dolor por lo que le había hecho, veía su rostro trasfigurado entre las sombras, me abofeteo la cara logrando lastimarme tomándome de los brazos—has sido mala, muy mala—la traspiración de su rostro y su aliento gélido sobre mi oído me aterrorizó. Se levantó, me tomo de un brazo para que me pusiese de pie, a duras penas, resistí intentando quedarme en el suelo. Si mis cálculos no eran los incorrectos, esa era la tercera  vez.

Grité aterrorizada cuando quiso arrastrarme, mi torso giro con violencia hacia uno de mis costados quedando completamente tendida sobre el suelo, fue cuando oí unos pasos venir hacia mí a toda velocidad. Cubrí mi cabeza, asustada ahogue un alarido, alguien paso sobre mi cuerpo cayendo sobre el asesino. Me moví escurriéndome rápidamente.

 Luca, arrastró al asesino alejándolo de mí golpeándolo con fiereza, me levanté rápidamente.

—¡Nina! ¡Corre y busca el sótano!—fue lo que le oí decirme—¡la cocina!—gritó.

Mis piernas  daban grandes zancadas, me sentía aturdida y nerviosa, aun me salía sangre de la boca y la nariz, deslice mi puño sobre mi rostro  quitándomela. Termine saliendo hacia la sala, estaba confundida agradecía que la casa tuviese ventanas solo por allí se colaba la luz de a fuera, la cocina quedaba cerca del pasillo, llegue hasta allí era amplia, toqué la heladera, la mesada,  había una puerta que daba hacia  afuera la abrí saliendo  estaba comenzado a llover, corrí entre la hierba moviéndome hacia mis costados, no veía nada ni el más mínimo indicio estaba buscando mal, volví sobre mis pasos, entre nuevamente hacia la cocina.

—¡Molly!—exclamé buscándola—¡si me oyes sólo debes gritar muy fuerte para que pueda encontrarte!—intenté hacer silencio, pero eso aturdía mis nervios, oía ruidos que provenían de las otra habitación, pensé en Luca, grité frustrada, mientras comenzaba a mover sillas y la mesa que había en la cocina,  arrastré todo, me tire al suelo,  buscando alguna puerta ,algo, que me diese un indicio. Apoyé mi frente sobre el borde de la pared, golpee mis puños con frustración. Cuando hice aquello, me detuve, el sonido era hueco, volví a hacerlo, me levanté rápidamente, sobre la pared había una puerta, no tenía picaporte,  sino un pequeño agujero, metí mis dedos y con fuerza destrabé el soporte que la mantenía cerrada—¡Molly!—grité parándome sobre el umbral que estaba tan oscuro como todo allí.

—¡Estoy aquí!—cuando oí su voz, lancé un suspiro con un poco más de  tranquilidad, mi pecho se agitaba a toda velocidad, mi corazón latía desesperado, al oírla no escatime  tiempo y me abalancé sobre esa oscuridad, ahogué un grito cuando sentí que caí  unos metros  mi cuerpo  se golpeó pesado sobre el rústico suelo de madera lleno de polvo. Gemí adolorida. Deslicé mi rostro sobre  el suelo juntando fuerzas para levantarme. Allí abajo había una luz tenue, me puse de pie, observé las paredes sin revoque, la humedad, las cañerías, los cables que colgaban de un lado para otro, había una computadora, en el suelo, ropa sucia, las cucarachas huían despavoridas de un lado hacia otro espantadas por mi presencia.




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