Capítulo 33
-Nina-
—Si me permites el atrevimiento, creo que soy el primero que lo logra, pero no creas que este rédito solo es mío, tuve ayuda—aquello picó mi curiosidad—mi mejor maestra fue: Gabrielle—sonrió con la satisfacción surcándole el rostro.
—Mientes—sentencié— Ella jamás haría una cosa así, mucho menos algo que pueda lastimar a su hijo—argumenté con total seguridad.
—No soy el enemigo, Nina —afirmó.
—Entonces: ¿para qué quieres a Luca?—cuestioné de manera decidida.
—nos une una causa en común, él a mí no me conoce, jamás nos vimos
—pero si eres el hermano de su madre, ¿cómo puede ser que jamás se hayan visto? —investigué intrigada mirando a Bastián.
—Siéntate—me ordenó nuevamente con tranquilidad, lo hice con cierta cautela—Tengo sesenta años de edad, con Gabrielle nos llevábamos quince años de diferencia, era mucho para dos hermanos, cualquiera diría que esa diferencia no nos uniría demasiado, pero al contrario, Gabrielle siendo más joven parecía una anciana encerrada en el cuerpo de un grande, mientras que yo luchaba con mi espíritu aventurero y juvenil. Nos complementábamos demasiado bien, cuidaba de ella tanto como Gabrielle de mí.
Bastián recordó a su pequeña hermana, cuando él apenas era un joven y ella una chiquilla, infinidades de veces se había escondido para escapar de su hermana, pero Gabrielle lo descubría tantas veces como fuese necesario. Sus celestes ojos lo observaban con astucia, mientras que una larga trenza negra se escurría tras su espalda, su camisón blanco dejaba al descubierto sus delgados tobillos.
— Te encontré una vez más—susurraba divertida mientras descendía hacia un viejo sótano.
—¿Cómo logras hacer semejante cosa? Ni siquiera pronuncie palabra, ni el más mínimo ruido salió de mis zapatos—dijo Bastián llevándola sobre su espalda para salir de allí.
—Bastián…es un secreto —susurró Gabrielle cerca de sus oídos aquella vez.
Bastián Cornicova desvió su mirada dispersando sus pensamientos, volviendo a mirarme, continúo, su rostro era severo a la hora de hablar de su pasado.
—Hasta que conoció a Laurent, fue lo peor que hizo en su vida, entregarle su corazón a ese bastardo mal nacido, yo le advertí sobre él, pero ella, pensó que podía cambiarlo, creyó que su amor, conseguiría semejante cosa con esa rata. En varias oportunidades, pesqué a Laurent haciendo de las suyas, y tantas veces lograba atraparlo le daba su merecido, hasta que noté que Gabrielle sufría constantemente, estaba perdidamente enamorada de ese cretino. Para aquel entonces yo tenía el orgullo herido, ella, no hacía caso a mis advertencias, entonces decidí alejarme completamente, aun teniendo un ápice de esperanza de que lo dejase de una buena vez, pero todo aquello terminó cuando me enteré que Gabrielle se quedó embarazada de él.
—Era una buena mujer sé que sufrió mucho—me atreví a decir.
—Sí—susurró Bastián con los ojos brillosos—pero su buena voluntad no era suficiente para cambiar el curso de las cosas—ante ese último comentario presté más atención—Tal y como se lo había advertido, Laurent terminó demostrándole que no había amor en el mundo que a él le importase, a pesar de que yo me aleje durante años de Gabrielle, ella, esporádicamente solía visitarme, pero solo venía a llorar sobre mi hombro, arrepentida, una vez fue estando embarazada luego pasaron varios años más y volví a verla diría yo que por última vez.
— ¿Nunca pudiste ir a verla por cuenta propia?
—No. Jamás. Había jurado que mientras Laurent viviese, yo no volvería a verla por propia voluntad, mi odio hacia él era incontenible, y si Gabrielle lo había elegido, entonces, yo me alejaría, pero no sería parte de las huestes de ese bastardo, por ende, nunca, conocí a sus hijos, una tarde quedamos en encontrarnos en un café en la ribera francesa…
-Flash-back-
Bastián se acomodó en su silla, mientras un camarero le servía café, Gabrielle estaba a su lado observando el mar desde la ventana, llevaba un gabán azul que acentuaba sus ojos de manera especial, se volteó hacia su hermano que no le quitaba el ojo a un pequeño álbum de fotos.
—¿Cuál es cuál? —preguntó de manera osca Bastián observando en detalle las fotografías.
—Éste, es Lanz—Gabrielle señalo a uno de los niños de camiseta negra—y éste que ves aquí, es Luca—afirmó con una suave sonrisa, mientras Bastián no dejaba de observar a sus sobrinos.
—Se parecen demasiado a ese bastardo—estableció sin rodeos Bastián mirando fugazmente a su hermana que asentía con tranquilidad—Pero al menos dime si tienen tu forma de ser de lo contrario cierro el álbum ahora mismo—puntualizó inquebrantable.
—Por supuesto—aseguró Gabrielle—se parecen físicamente a él, pero en cuanto a lo demás, son como yo, Lanz, es extrovertido, vive riendo, es muy estructurado en algunas cosas, pero es hábil para persuadir, como tú—recalcó Gabrielle mirando a su hermano que sonreía apaciblemente, complacido por que aquello fuese así—en cambio Luca, es introvertido, pero que eso no te engañe, es demasiado aventurero, y muy bohemio…