Capítulo 36
-Káiser-
Káiser se movió a toda velocidad recorriendo los pacillos del palacio de Elíseo, hasta llegar al despacho de Laurent, que al verlo entrar con la cara desencajada se puso de pie.
—¿Qué te ocurre?—inquirió expectante
—¿Desde cuándo no me dices las cosas que haces?—le cuestionó Káiser sin rodeos dejando papeles de cuentas bancarias sobre la mesa.
—¿de qué estás hablando?—volvió a cuestionar Laurent observando con el ceño fruncido los papeles.
—Me acaban de avisar que ya confirmaron el envío de todo tu dinero a entidades benéficas, incluso, hasta programaste un anuncio para hoy a las cinco de la tarde diciendo que tu sueldo se reducirá a un 70 % por que también piensas donarlo; ¿Desde cuándo estás tan bueno?—dijo Káiser sulfurando en desconcierto.
—¡qué!¡Eso no puede ser!—Laurent desajusto su corbata arañando con sus dedos hasta los botones de su camisa.
La puerta de su despacho se abrió, Lorraine su esposa entraba encolerizada.
—¿Cortaste mis tarjetas de crédito? Ya te dije que iba a intentar gastar menos, pero no hacía falta que hicieses tal cosa,—llegó a decir conteniendo su enojo—¡hoy pasé demasiada vergüenza cuando mi tarjeta de crédito fue rechazada!—chilló.
Los ojos de Laurent se inflamaron de ira, su mentón se apretó con fiereza ante lo que su mente comenzaba a reprocharle.
—Káiser llama a mi contador—tomó los papeles revisándolos, tragó con dificultad al notar su firma allí, algo que jamás había hecho en el pasado—Quiero que venga ¡ahora mismo!—clamó dando un fuerte golpe sobre la mesa.
Laurent casi desfallece al notar que su cuenta estaba totalmente vacía, pasó de ser un millonario basto, a un pobre mendigo.
—¡Soy el presidente de toda Francia! ¡Y un barrendero tiene más dinero que yo!—gritó ofuscado triturando los papeles bajo sus dedos.
—Señor, esa es su firma, usted autorizó esto hace semanas—adujo el contador de manera temerosa.
—¡pero cómo puedes hacer algo sin hablar conmigo primero!—vociferó de manera incontrolable.
—Insisto señor presidente,—se atrevió a decir el hombre— incluso usted mando a su abogado de confianza con todos los papeles— Laurent tragó con dificultad.
—Eso…no puede ser yo jamás…—se detuvo titubeante completamente desorientado—Káiser ¿dónde está Mikgélz?
—Lo despediste hace como tres semanas atrás, intenté contactarlo pero se lo tragó la tierra.
Un asesor entró apresuradamente.
—Señor Presidente, por favor venga—Laurent sin dudar lo siguió hasta un pequeño reciento donde había un televisor encendido, se detuvo contenido el temblor de sus manos, cerrando sus puños con fuerza.
«Káiser Dómine, el asesor mano derecha del Presidente de Francés, tiene una doble vida. Dómine, casado hace años y padre de una niña, mantenía en secreto una relación con una ex secretaria, de origen Ruso, llevaba años según sus propias palabras, saliendo con Dómine.»
Laurent giró hacia Káiser, mientras él, se descomponía, toda Francia sabía sobre su relación oculta que era su talón de Aquiles, sin perder tiempo tomó su móvil para llamar a su esposa, pero le daba pagado, en un ataque de furia estrelló su móvil sobre la pared.
Sjulik, apoyó su mano sobre la puerta, mientras Lorraine lo contenía, iba a desfallecer.
—Laurent, puedo solucionarlo—se atrevió a decir Káiser sulfurando en nervios y enojo.
—¡Káiser! ¡Desaparece de mi vista! —bramó Laurent.
En menos de tres días, toda Francia presumía sobre Laurent verdades poco cuestionables.
«Con las últimas noticias, se ha causado un gran revuelto, algunos dicen que sólo es para dañar la imagen del nuevo presidente, otros, no lo justifican de igual manera, aduciendo que un grupo de hackers han tenido acceso a la vida privada de Sjulik, esparciendo un virus por las redes sociales que deja al descubierto cuentas sin declarar y sus intrincadas relaciones con el lavado de dinero.
Incluso han aparecido datos reveladores sobre la vida de la primera dama, fuentes desconocidas hasta el momento revelan que fue la amante del presidente cuando aún estaba casado con su difunta esposa Gabrielle Cornicova, dicho sea de paso podría haber estado implicada en la drástica decisión de la pianista al momento de quitarse la vida »
Laurent, se paseaba por su despacho, encloquecido, su imagen, su perfecta e inmaculada imagen había sido destruida en cuestión de horas, como un letal veneno que no daba pie a dejar nada vivo de él por ningún lugar.
—¡Luca!—vociferó golpeando la mesa mientras derribaba todo lo que tenía a su alrededor.
—¿Qué piensas hacer?— osó a decir Káiser. Laurent se volteó hacia él con el cólera inyectándole los ojos de sangre.
—Voy a reafirmar nuevamente mi imagen—atinó a decir como si hubiese perdido la razón su mentón temblaba descontrolado.
—¿Cómo piensas hacer tal cosa?—le cuestionó Káiser sin comprenderlo, aquello que le decía era casi imposible de lograr.