Ryan.
Si algún día alguien le preguntaba cuál era la cosa más difícil que le había tocado hacer, el respondería que, después de sin dudar que subir cinco pisos por escalera con Camila dormida o inconsciente o muerta (no estaba seguro) sobre él. Si subir la compra ya era difícil que no sería llevar a una mujer, una mujer que además de todo estaba suave y calentita y se amoldaba a él como si estuviera hecha a su medida.
Le agradeció a Dios por octava vez que fuera tan tarde y no hubiera nadie en los pasillos, porque lo último que quería era parecer una especie de secuestrador o tener que responder a las preguntas que a alguien se le ocurriera hacerle. Ya era suficiente el tener que contestar por qué su esposa vivía en su mismo edificio junto al hombre con el que lo engañó.
Cuando por fin llegó a la puerta de su apartamento, sentía que los pulmones le ardían, así que empleó quince segundos en recuperar el aire y luego hizo una maniobra muy extraña para lograr sacar las llaves de sus bolsillos. Estaba seguro de que si alguien lo hubiera visto se habría ganado el premio a la contorsión del año.
Entró en su casa con prisa y llevó el cuerpo inerte de Camila hasta la cama, más para liberarse del peso que por galantería. La observó un segundo hasta que cayó en cuenta de que no la había visto comer nada, intentó despertarla, pero al parecer, se había dejado a Camila en algún lugar en el camino y había cargado con cualquier cosa sin vida.
Hizo un último esfuerzo, pero la única muestra de vez que recibió su mensaje fue un leve suspiro y un murmullo que Ryan no pudo descifrar, pero que estaba casi seguro de que era algún insulto.
Decidió dejarla dormir en paz e ir a buscar algo de comer para él, que si tenía mucha hambre. Ella parecía muy cansada un rato atrás y tenía sentido si había pasado todo el día de un lado al otro en aquel bar, tal vez comer fuera la menos de sus preocupaciones.
Ryan se preparó un sándwich que comió sin prisa, con la esperanza de que Camila despertara y lo acompañara, pero no sucedió. Tras terminar de comer se metió al baño a darse una ducha, salió quince minutos después listo para irse a la cama. Pero extrañamente no quería dormir, ni siquiera porque había una hermosa mujer tendida en su cama, o tal vez justo por eso.
Por lo general él llegaba a su casa hecho polvo, con apenas fuerzas para una ducha y comer cualquier cosa, pero ese día parecía tener terror de ir a su cama, así que se sentó un rato en el balcón a dejar fluir sus pensamientos. A pocos metros de allí, Camila estaba durmiendo en su cama y era la primera vez que en esa cama dormía una mujer que no fuera Judith. Quizá fuera estúpido, pero él no podía dejar de sentirse un poco raro.
Era muy probable que cualquier hombre en su condición estuviera en esos momentos en la cama haciendo el amor con ella, o intentándolo, porque Camila no parecía tener intenciones de despertar por lo pronto. El caso era que, mientras esa hermosa mujer estaba en su casa, él estaba ahí afuera gastando el tiempo en pensar en su ex, que ya no tenía nada que buscar ni allí, ni en su cama, ni en sus pensamientos.
Regresó a su habitación. Camila continuaba igual como la había dejado, que no eran en las mejores condiciones, debía admitir. Así que se dispuso a acomodarla; miró el reloj en su mesilla, eran las 2:15 A.M. y si ella no había despertado a esas alturas, probablemente no lo haría hasta la mañana.
Ryan se tomó unos minutos observándose y preguntándose qué hacer, pero sabía que no podía dejarla dormir así. Entonces comenzó por quitarle las botas y se encontró con unos pequeños pies de uñas pintadas de rosa. Sonrió al verlo, esos pies no se parecían en nada a la chica que tenía al frente, pero eso ni siquiera lo sorprendió del todo, Camila era un amasijo de contradicciones, como si se tomara todo su tiempo en ser un rompecabezas humano capaz de confundir incluso a los más observadores.
Intentando no pensar más en ello, continuó con su ropa, lo cual fue notablemente más difícil, no era sencillo desvestir a un muerto. Al final Camila quedó tendida en su cama en ropa interior ¡Y que ropa interior! Ryan desvió la vista unos segundos. Sintiéndose un poco raro parado allí mirándola como si fuera un trozo de pastel, lo cual era irónico porque ya la había visto desnuda.
La idea de que a Camila le gustaba la ropa interior bonita se sintió como gran descubrimiento científico.
Al final decidió que por el bien de su salud mental necesitaba cubrirla con algo. Así que buscó entre sus cosas hasta encontrar una camiseta que le sería perfecta para dormir, lo más probable era que le llegara hasta las rodillas. Mejor. Vistió a Camila como pudo y dio una última vuelta por la casa. Estaba retrasando algo tan sencillo como irse a la cama con una mujer con la que ya había tenido sexo anteriormente. Por no mencionar que estaban saliendo o algo. Todavía no estaba seguro de que no era una broma, pero, de todas formas, con una sonrisa boba en la cara al recordar los sucesos del día, fue en dirección a su habitación y se metió en la cama. Lo más curioso de todo fue que pese a retrasaron tanto, cayó rendido tan pronto su cabeza tocó la almohada.
arrepentirse.