A Ryan casi lo mata el espanto cuando escuchó la puerta cerrarse de golpe y le tomó unos segundos volver de la afable tierra de los sueños y recordar que estaba tirado en el sofá de Camila en una posición no muy cómoda. Miró en dirección a la puerta y se encontró con su inconfundible figura de pie mirándolo con mala cara.
—¿Qué carajo haces aquí, Ryan? —inquirió dejando la bolsa que traía en brazos sobre la mesa de centro.
Después de aquella pregunta tan áspera no era necesario decir que a él le parecía no ser muy bien recibido allí, para variar. Sinceramente no era algo nuevo
Carraspeó antes de contestar.
—Yo... Bueno... Pasé por el bar hace un rato, Tina me dijo que te habías ido y me preocupé por ti.
—Tienes que dejar de preocuparte tanto —Camila hizo un gesto de fastidio con las manos.
—¿Te pasa algo? ¿Porqué tuviste que irte del bar?
—No me pasa nada, Ryan. Solo me despidieron
—¡Oh!
Aunque muchas cosas acudieron a su mente en ese momento, no fue capaz de decir ninguna de ellas. Camila parecía encontrarse lo más cercana a la tristeza que él la viera alguna vez, lo cual era como una mezcla donde el enojo era el ingrediente principal. Ella camino desde donde se encontraba y se sentó junto a él en el viejo sofá metiendo la cara entre las piernas.
—Si, oh. Estoy más jodida que de costumbre.
Ryan la miró consternado, sin saber qué decir. ¿Que no era tan malo? ¿Que encontraría algo mejor? ¿Que se lo tomara como unas vacaciones? Ni siquiera él se creía esas cosas y era el optimista. Eligió quedarse en silencio y solo rodearla con uno de sus brazos. A Camila no pareció importarle que no dijera nada, al contrario, se veía discretamente agradecida.
Contrario al tipo de reacción que Ryan hubiera esperado, Camila no lloró ni dijo en voz alta las dos preguntas con mayor capacidad para ser sobre actuadas "¿Por qué a mi?" Y "¿Qué voy a hacer ahora? Lo cual le daba a entender que debía actualizar los documentos de su base de datos, porque era más que evidente que las cosas que había aprendido con Judith no le funcionaría con ella.
Sonrió al pensar en la escena de Camila y a Judith en el estacionamiento de su edificio, no recordaba algo tan gracioso que hubiera sucedido alguna vez en su vida. Lo raro era que al contrario de lo que había esperado, después de aquel encontronazo, Judith era igual o más "amable" de lo que ya era antes.
Incluso esa mañana había llegado a su puerta preguntándole si quería café, lo cual era tonto considerando que ella sabía que Ryan podía preparar su café solito todas las veces que quisiera. Naturalmente había rechazado el ofrecimiento y se había largado de allí antes de que a Judith se le ocurriera ofrecerle algo más.
Dirigió los ojos hacia Camila y la encontró en la misma posición que la había dejado, así que colocó ambas manos en la espalda de esta y la hizo moverse hasta que tocó el respaldo del sofá.
—Todo va a estar bien. Ya verás como encuentras otro empleo y todo se soluciona —Él no quería ser un cretino fingiendo creer que las cosas mejorarían, pero tampoco quería ser la clase de cretino que ni siquiera intentaba hacerla sentir mejor.
—No es cierto. ¿Tienes idea de lo que es buscar un empleo para alguien como yo? La gente no suele confiar en mi, así que si se me acumula toda la suerte que no he tenido en veintitrés años, tal vez termine lavando baños en un MacDonals y debería estar agradecida.
—Eso no es cierto... —murmuró, sin saber qué decir— Yo confío en ti.
Volvió a pegarla del respaldo del sofá cuando ella intentó ponerse de pie y la acarició la espalda para que se calmara. Ella dejó escapar una risa amarga.
—Eso es porque estás loco. ¡Dios mio! No sé que voy a hacer sí no encuentro un empleo en dos semanas.
Él la miró y sonrió un poco. Era la primera vez que la veía vulnerable y la imagen le impactó. Él estaba acostumbrado a la Camila que parecía dominar todo al punto de parecer algo robótica, ahora, lucía más real, como cualquier persona con problemas y preocupaciones auténticas.
Intentó bromear un poco para aligerar el ambiente, porque a él nunca se le había dado bien lo de ser profundo y dar ánimo.
—Bueno, yo podría pagarte por el sexo.
Valió la pena decir aquella barbaridad por verla sonreír un poco.
—Eres un tonto y tienes un terrible sentido del humor.
—Pero he logrado que rías un poco —replicó, orgulloso. Le encantó escucharla soltar una carcajada.
—Si, suelen gustarme los malos chistes. Por eso estoy aquí contigo.
Él fingió sentirse ofendido.
—¡Oye! Eso no fue nada lindo. Has herido mis sentimientos.
Camila volvió a reír más fuerte aún y cambió su postura para quedar totalmente recostada sobre él, luego, sin que Ryan siquiera fuera capaz de prevenirlo le dio un suave beso en la barbilla y volvió a su lugar.
—Eres un mal chiste muy lindo.
—Siento que dentro de poco comenzarás a presentarme como tu mejor amigo gay —Se burló, pero su comentario consiguió la reacción contraria y de repente Camila se puso seria.
—Yo no tengo a nadie con quien presentarte.
Él sintió como el ánimo de Camila volvió a decaer y no había llegado hasta allí para volver atrás por una tontería. Así que se paró de un salto y la hizo levantarse del sofá.
—Muy bien... vayámonos de aquí.
—¿Qué? No. ¿Donde vamos? —preguntó sorprendida— Acabo de comprar cervezas y galletas de chocolate.
—Puedes comer eso después. Vamos... al cine —improvisó, sin saber qué más decir— Si, eso es. Los novios van al cine, tienen citas. Tú y yo nunca hemos tenido una cita.
— No tienes mucha experiencia en noviazgo ¿Verdad?
—Ninguna muy reciente.
Ella ensanchó su sonrisa y lo tomó por los hombros.
—Escucha, esto es lo que haremos "Lindo Ray". Yo odio ir al cine así que mejor vamos a tu casa, compramos de aquella comida china que compraste el otro día y luego vemos alguna película en ese enorme televisor que tienes. ¿Te parece?