Carta para un náufrago

Carta para un naufrago

Querida sombra

 

 Antes de que navegaras hacia el mar de las incógnitas, quería agradecer tu presencia. 

Pues juntos hemos soportando los fríos golpes del invierno, saboreado los incontables soplos del otoño, pataleado por los lagos del verano y cabalgado por los campos de primavera; convirtiéndonos en caballos indomables para la vida, que galopan sin parar hacia la muerte.

Volando tan alto como los buitres.

Y aun así nos arrastramos como cucarachas...

Recuerdo nuestra apacible caminata sobre las cenizas del desierto, en las cuales se encontraban marcas de barro y tierra, dejadas por niños con un destino plagado de incógnitas; a cada paso sembrábamos una semilla de esperanza, esperanza que acaparaba los corazones huecos de nuestras sombras, ellas soñaban con recolectar el fruto de nuestros pasos. Solíamos brillar para ellas, pero como todos los astros nos alejamos. Esos pasos brillantes que alguna vez creamos, poco a poco se empolvaron y las semillas durmieron junto a las arenas del desierto. 

Son incontables los recuerdos que se aglomeran a tu lado, es difícil ocultar el dolor que tu ausencia ha dejado en mí. Dolor que me llevo hasta el más profundo de los pozos, ahí me encontré gritando tu nombre, con la esperanza de que extendieras la soga que me liberaría de la miseria. Pero nunca llegaste, no colgaste la soga por mí. Realmente te habías ido... 

Mis días pasaron así, durante ese tiempo no pare de maldecir tu nombre y alabarlo.

A donde sea que navegues, espero recuerdes mi rostro, que no se pierda en el rastro de paisajes remotos, empolvándose en los ecos de un tiempo incorregible. Pues no deseo que ese turbio recuerdo se pudra en las lagunas de tu mente, aviva la llama del deseo; pero no olvides  mantener la enseñanza nuestros sabios, no dejes que las fauces del conocimiento te espanten. 

Porque tú tienes la libertad, libertad para explorar el recóndito orgullo que se apodera del alma de los hombres. ¡Déjate engullir por tu orgullo y sube!

Sube hasta el más alto de los iceberg, cuando estés en la cima recordaras mí nombre. No debes gritarlo y tampoco susurrarlo, dilo con naturalidad y deja que el pasado te golpeé; los momentos que pasaste junto a mí hablaran de nuevo. Recordaras que no todo fue tan oscuro, ni tan brillante. Deberás de navegar por aguas muy turbias para llegar a tu destino, esquivar muchos icebergs y suspirar durante las tormentas que atraerán tus deseos. Cuando por fin encuentres la tierra que tanto buscas.

Estarás orgulloso, yo lo estaré.

Sembraras una semilla y pasaran los días, mientras esperas a que germine brillaras de nuevo. Porque todos los astros se alejan, pero no se extinguen. Cuando la semilla florezca otorgara su fruto, la pasión se arraigara a tu alrededor, te envolverá con su venenoso orgullo y exprimirá las lágrimas de tu sangre. La sangre se esparcirá por todos los poros de tu cuerpo, reflejándose en tu pupila, se encontrara tu vida; la vida se proyectara en la sangre, la sangre en lágrimas, las lágrimas en fuego,  el fuego en el alma.

Tus gritos no pararan de resonar, acaparando toda la habitación, pintaran las paredes con su agonía y dejaras que el orgullo por fin te domine. Pero te conozco bien, no eres de los que permiten que un sentimiento se arraigue en ti por mucho tiempo, en algún momento dejaras de ahogarte en la agonía, y aceptaras el orgullo que todos los hombres persiguen. Lo harás propio...

De ti brotara la pasión que buscabas, la pasión que te armo con valor y puso en marcha tu barca, hacia el mar de las incógnitas. Aun cuando sabías que te perderías en el camino y naufragarías en las olas, convirtiéndote en un cadáver más en busca de sueños. 

No mentiré y te seré sincero.

Tu partida me lastima, me enfurece tu orgullo y envidio tu valentía, aun así no puedo evitar amarte. Pues el fuego que avivamos juntos; no se extinguirá, seguirá ardiendo para otorgar calor a las cicatrices de nuestros cuerpos. Recordando así la sangre que derramamos juntos durante nuestro viaje, el cual recorrió el sendero del sufrimiento, temor y la ansiedad.  Eran viajes tan largos, en los que acariciábamos los pequeños toques de la miseria y tragábamos las sobras de la agonía. Sensaciones que nos mantenían vivos, cargados de adrenalina y lágrimas. Un viaje lamentable, el cual recorrimos juntos, realmente maravilloso; y lo has dejado... Abandonándome en el camino, olvidando las experiencias que logramos juntos, para irte a navegar tu solo. 

No lo comprendía...

¿Por qué alguien quisiera dejar de vivir?

Cuan equivocado estaba, la vida que arrastramos no era la correcta, tan centrados en saborear la muerte y tan lejos de obtenerla.

Pues para morir primero hay que vivir.

Con esas palabras comprendí tus razones para irte a navegar, era hora de que crearas tu propio camino. Que te permita amar, conocer y explorar paisajes donde no abundara la ceniza. 

Tal vez mi error fue no naufragar por mis sueños... O tal vez no recordaba bien tus palabras, pero no volverá a pasar.

Yo recordare tus palabras, tú recordaras las mías. Y cuando estés allá, quiero que mires atrás, rebobines a tu pasado; lo aprecies y te extasíes del presente. Esta carta será para ti, el réquiem de tu pasado y la apertura de tu epopeya.



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En el texto hay: melancolia, drama, nostalgia y locura

Editado: 25.10.2021

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