Cartas para un Escritor

10/01/2024

Querido J.

Esta es la primera carta en la que no estoy seguro quién sea su destinatario, pues esa “J” puede significar dos nombres: el mío o el tuyo. Tampoco estoy seguro de si es una nueva carta o una simple extensión a las cinco cuartillas que te escribí la otra noche, una semana después de tu partida.

¿Sabes? La muerte puede hacernos reflexionar sobre nuestra propia existencia, si convivimos lo suficiente con esa persona, si guardamos algún rencor, algún sentimiento oculto que nunca pudimos confesar o alguna pena que jamás podremos revelar, al menos no con quien debimos hacerlo. Falleció alguien a quien yo quería mucho, o al menos en su momento lo quise, a una edad tan corta que en verdad me hizo cuestionar si era real su muerte o no. Veintiocho años. Si me lo preguntas, nadie piensa fallecer a esa edad, nunca.

Te conocí en una época en donde tenía mucho en mi mente, una cascada de problemas financieros, sentimentales y de salud física y mental. La pandemia comenzó a surtir sus efectos en mí. Fue entonces que apareciste, solo que, para tu mala fortuna, fuiste la persona correcta en el momento menos oportuno. En palabras de la famosa canción “Out Of Time”, he trabajado en mí durante todo este año que pasó, he ido al psicólogo para mejorar como persona, para no cometer los mismos errores de entonces. Has sido el tema de algunas de mis sesiones, y lamento que no haya podido tomar las decisiones correctas cuando te tenía como amigo.

Si bien me dolió enterarme que no estabas más aquí, me remordió más el hecho de que ya no era parte de tu vida en ese momento. Habían pasado seis meses ya desde la última vez que platicamos. Te encontrabas tan metido en ese mundo, y no tiene nada de malo en absoluto, simplemente no era para mí. Dicté mil años de silencio como pena ante ello, sin embargo, no esperé en verdad nunca fuera a hablar contigo otra vez. Solo me condené a mi mismo. Por lo único que me culpo es por la inmadurez y la serie de pésimas decisiones que me llevaron a tomar esa decisión. Perdón.

He reflexionado todo este tiempo sobre el suceso, y sé que al redactar esta y aquella carta nunca voy a obtener una respuesta, y de hecho moriría del susto si lo hiciera. La muerte nos lleva a explorar un universo propio, uno que no tiene mapa alguno, y está lleno de recuerdos, pensamientos e ideas que a veces no queremos ni tocar, pero muy en el fondo tenemos que hacerlo para sanar. Con esto no quiero decir que de inmediato voy a hacerlo, pero estoy dispuesto a navegar por esta galaxia de experiencias para eventualmente hacer las paces conmigo. Platicando con un amigo sobre ello, no quiero darle la oportunidad a esa sensación de odio que puede surgir en mi corazón si no atiendo esto, porque estoy seguro de que no quiero culpar a nadie por el arrepentimiento que siento ahora. Yo provoqué la serie de eventos que nos llevaron a nuestra infortuna despedida meses antes de tu partida, sí. Por ello es que te dediqué esa carta, que solo guardo para ti y para mí. Soy consciente de ello y no hay nada que pueda hacer para cambiar el pasado. Pero en definitiva sí que puedo hacer algo para que la historia no se repita, para poder perdonarme a mí mismo por lo que pasó y hacer las paces con la idea de que algún día podré verte otra vez y disculparme de frente por lo que pasó.

Estoy dispuesto a sanar. Creo que la terapia me ha hecho bien. Nos ha hecho bien. Si te soy honesto, creo que estaría en un lugar mucho peor si hubiese sido el mismo de hace algunos años con esta noticia. Por supuesto que me duele tu partida, por la culpa que siento de las cosas que me llevaron a abandonar tu amistad así, pero a su vez, no permitiré que germine este sentimiento negativo en odio contra mí ni nadie más, todo lo contrario. Buscaré la manera de encontrar el perdón en mi interior, de conseguir estar en paz conmigo y ser una mejor versión para todos los que amo en este planeta. Trataré de honrarte, incluso disculparme por última vez a través de mis escritos, pero no de una forma melancólica, sino para celebrar el hermoso recuerdo de lo que fue una bella amistad en su momento.

No te prometo que sea mañana ni pasado, pero me pondré de pie. Lo haré, eso te lo garantizo. La terapia me ha ayudado bastante, a pesar de que no he sido tan disciplinado con ello, y aún así, mírate. Es cierto, hemos recorrido un largo camino y definitivamente no estamos ya en la ciudad, pero aún falta mucho para llegar a nuestra casa. Cada carretera es una nueva experiencia y cada rascacielos una nueva oportunidad de crecer como ser humano.

Por ahora creo que eso es todo lo que tengo por decir. Voy a trabajar mucho en mí. Este año quiero mejorar por mucho mi salud física y mental. Te estaré escribiendo después, probablemente. Y a ti, en definitiva, te seguiré viendo por estos lares. Te mando un fuerte abrazo, donde quiera que estés, viejo amigo. Algún día tal vez reconectemos en la siguiente vida. Te invitaré una cerveza o un café en un barrio de Ámsterdam mientras probamos un plato de tu accidental espagueti espacial y me das tu honesta opinión sobre el primer trabajo que hice con personajes animados. Bueno, técnicamente segundo, porque tengo otro proyecto en mente, pero será para después.

Con cariño, Juan.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.