Cartas para un Escritor

26/03/2024

Querido J.

Hace algunos días soñé contigo por primera vez desde tu partida. Todas las personas a las que he amado y, desgraciadamente, han fallecido, las he soñado eventualmente. Aunque, ahora que lo pienso, corregiría eso último por todas las personas que he amado y con quienes he tenido un sentimiento reprimido de culpa por las cosas que pude o no haber hecho.

El primero de ellos fue mi abuelo paterno. Él partió cuando yo tenía once debido a un problema con su diálisis. La noche que murió, tuve la oportunidad de hablar con él por teléfono. No recuerdo muy bien qué le dije en su momento, sin embargo, tenía muy en claro decirle algo como “Yo sé que puedes, abuelo. Vas a salir de esta, échale ganas”. Opté por no hacerlo por una u otra razón y confié en que lo habría de ver después. Elegí mal. Tiempo después soñé con él, le pedí perdón por no haberle dicho esa frase porque en mi ilusa mente, pensaba que si la hubiese dicho tal vez habría salido vivo. Recuerdo que él simplemente rio y me otorgó el perdón.

La segunda ocasión fue con mi abuela materna, doce años después. Durante sus últimos años de vida, debido al distanciamiento que dicté contra mi familia por mis preferencias sexuales, dejé de hablar con ella por varios años. Tuve la oportunidad de reconectar con ella años antes de que falleciera, sin embargo, yo fui quien reafirmó la decisión de abandono y no pude hablar con ella hasta el día en el que partió. A pesar de no tener la misma relación que con mi abuelo paterno, la quise mucho en su momento, sobre todo cuando era tan solo un niño. Los recuerdos que tuve con ella, así como el sentimiento de culpa por no haber reconectado con ella cuando se me presentó la oportunidad me carcomieron por los meses siguientes, hasta el día de su cumpleaños, fecha en la que soñé con ella. A diferencia del caso anterior, no dirigí una sola palabra hacia ella. Solo se limitó a verme a través de la ventana en el segundo piso de su casa, mientras yo caminaba acompañado de Erick y Claus, a quien considero mi propia hermana. Como si se tratase de una película, supe en ese momento que estaba tranquila al verme así, el sentimiento era recíproco, pues sabía que alguien más a quien yo no podía ver cuidaba de ella.

El tercero fue Jordy, con quien soñé hace unos días. Ya no recuerdo muchos detalles, pero dentro de mi sueño, me topé con él mientras caminaba por la entrada de mi colonia. Pensé un momento si evitarlo o no, al final decidí no hacerlo y lo saludé. Recuerdo que platiqué con él por un buen rato, y sé que le pedí perdón por todo lo que le hice. Él detalle aquí es que, no recuerdo qué me dijo. No sé si aceptó mis disculpas o no. Desperté esa mañana sin saberlo. Lo más gracioso es que yo había dicho que estaba dispuesto a soñarlo cuando él quisiera desde hace un par de meses, sin embargo, eligió una de las noches que menos estaba preparado para hacerlo. No sé qué me aterra más, si mi subconsciente en realidad nunca fabricó una respuesta a mis disculpas y lo dejó al aire a mi libre interpretación o si la respuesta que escuché fue tal que decidí olvidarla a voluntad para evitarme el dolor de procesarla.

A ninguno de los primeros dos los soñé más que una sola ocasión en toda mi vida. Siempre he creído que el mundo de los sueños es un puente hacia otros universos a los que no podríamos acceder estando despiertos. Tal vez no somos dignos, o simplemente no estamos hechos para ello. Sea cual sea el caso, tengo un poco de miedo de no soñarlo otra vez, quisiera poder escuchar una respuesta y ser consciente de ella, aunque me duela hasta el fondo de mi ser su contenido.

Supongo que aún sigo en duelo por lo que ocurrió, y pensándolo bien, sería raro que no después de todo. Apenas han transcurrido tres meses desde que falleció. Trato de tomarlo de la forma más madura posible, pero me es imposible evitar que me duela tu partida cada que pienso en ti. Durante nuestros mejores días, sentí algo muy especial por ti, algo que permití que se desvaneciera a raíz de decisiones tontas y absurdas. Lamento mucho esto, si te soy sincero, no sé cuándo voy a ser capaz de perdonarme por lo que ocurrió. Creo que el hecho de haberte soñado fue más bien una señal de mi inconsciente sobre el deseo que tengo de pedir perdón, de mi capacidad de reconocer los errores que cometí, pero a su vez, el sentimiento de culpa internalizada que tengo de no permitir perdonarme sin pagar por lo que he hecho, sin cumplir una penitencia por mis acciones. Como si se tratase de un tribunal imaginario en donde yo, imputado, le pido al juez clemencia por lo que ocurrió y pido perdón por ello, no obstante, la fiscalía y el propio juez no están dispuestos a dejarme en paz hasta que haya sufrido lo suficiente para pagar la deuda que tengo. Supongo que, dentro de toda esta ridícula sandez, mi abogado va a pedir un amparo para una reducción de sentencia ante la Suprema Corte, quien sería mi terapeuta, al ser un ente ajeno a mí, uno parcial que siempre va a abogar o estar inclinada a mi favor ante el abismal desbalance que ejerzo sobre mí mismo.

Tengo otra serie de sentimientos atorados en la garganta que estoy tratando de sacar mediante estas dichosas cartas, además de la representación con todos los personajes que escribo. Creo que todo artista lo hace hasta cierto punto. Y, artista es una palabra demasiado grande para el intento de exponer mis bobadas al público. En fin.

Creo que eso es todo por hoy. Hoy no hay mensaje esperanzador, no tengo palabras positivas por decir. Tampoco quiero hundirte, al menos no más de lo que ya estás. Descansa, te mando un fuerte abrazo, J. También a ti, Fenrir.

Con cariño, Juan.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.