Cartuchera

Cartuchera

Esto de ser la cartuchera de Abigail es muy complicado. Es que ella siempre me llena la boca de cosas, y ni crean que me quedo callado. Le digo "¡basta!" y me sigue encajando más cosas.

¿Será que lo hace intencionalmente?

Bueno, pero lo haga o no, de ésta forma podría morirme. O sea, es como si yo fuera un bus rumbo a la escuela: todos los marcadores, reglas, pinturas y de más materiales viajan como sardinas enlatadas, todos apretujados en mi interior. Y ni hablar si llega a haber una turbulencia: todos se enojan conmigo y me pegan por dentro.

¡Ni siquiera esperan a salir para hablar razonablemente!

Toda bronca y disgusto siempre va dirigida a mí. En cambio ella, mi dueña Abigail, feliz de la vida llevándome de aquí para allá sin preguntar por MI sufrimiento.

Encima, y para hacerla quedar aún más mal, me mete objetos demasiado filosos que me pinchotean por dentro. No puedo estar más mal que con esas malas hierbas.

Eso sí, con un cuaderno o una hoja soy incomparable, porque a los pobres les hacen tantos tantujes en el cuerpo que ni les da tiempo de gritar. Solo viven para sufrir. Ya sabes, como todos los de aquí.

Sé que tengo que hallar la manera de detener a Abi. ¿Pero qué? ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Cuándo? Algo se me tendrá que ocurrir, porque sino estallaré física y emocionalmente. Y nadie quiere eso, ¿verdad?



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En el texto hay: humor básico

Editado: 20.09.2024

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