Casado con mi secretaria

Capítulo 15

Alguien toca la puerta, me acerco a abrir y es Henry quien mira a Alex de pies a cabeza, no puedo evitar sentir cierta molestia dentro de mí, y sé que él no será el único que la verá de esa forma, Henry intenta disimularlo y la saluda como lo más normal posible.

—¿Cómo estás, Alex? —lleva su mirada a mí, indiferente acomodo mi reloj, pero en realidad me molesta.

—Bien. ¿Y tú, Henry? —contesta ella, poniéndose un poco de brillo labial.

—¡De maravilla! —exclama. Henry me abraza a modo de saludo y yo se lo correspondo de la manera más gentil posible cuando quiero golpearlo por mirar a mi esposa de esa forma.

—¿Podemos compartir limusina? —pregunta separándose de mí y mira a Alex nuevamente, quien esta ajena a nuestra conversación, vuelve su mirada a mí.

—¡Por supuesto! ¿No hay problema, mi amor? —me dirijo hacia ella y le doy un beso en la frente, deseara tomarla por la cintura, besarla en los labios, subirla a este mueble y…

Oliver, cálmate.

—Para nada —contesta, poniendo un brazalete en su muñeca izquierda.

Alex toma su bolso y yo tomo su mano, nos dirigimos hacia la limusina mientras Henry va por Brittany. Alex no pasa desapercibida por ningún hombre, me molesta y eso que no es mi esposa real. Mientras esperamos a Henry y Brittany siento cómo la mano de Alex acaricia la mía, frunzo mi entrecejo y la observo intrigado.

—¿Qué? —cuestiono, de inmediato suelta mi mano y mira en otra dirección, sonrío.

—Nada —aclara su garganta—, tus manos son tan suaves —no puedo evitar reír.

—También me gustan las tuyas, muñeca; y sin necesidad de usar pintura en tus uñas se ven perfectas —me mira a los ojos y me sonríe levemente, en ese preciso instante Henry y Brittany se aparecen.

Brittany y Alex no son ni serán nunca las mejores amigas, se sonríen de la forma más falsa posible. ¿Y qué mujer no odiaría a Alex viéndose de esa forma? Brittany se ve insignificante al lado de ella con su simple vestido negro con mangas largas y la espalda descubierta. No puedo creer que hace un tiempo David babeaba por Brittany, aunque para ese entonces ella no era tan engreída como lo es ahora.

Subimos a la limusina, Alex huele delicioso, casi me desconcentra mientras hablo con Henry cosas de la empresa. No puedo evitar notar cómo Brittany la mira una y otra vez, sonrío, si yo fuera mujer también me sintiera intimidado.

Llegamos al elegante lugar donde es la reunión, hay cámaras, fotógrafos, reporteros, flashes por todos lados. Extiendo mi mano para que Alex baje, la tomo de la cintura cuando se encuentra en el último escalón y le doy un beso en los labios rodeando su cintura mientras la ayudo a bajar. Henry no hace eso ni en sueños, prefiere acomodar su saco gris y su corbata con tonalidades marrones antes de hacer algo así por Brittany, la verdad es que esto para mí es algo tan natural, lo hago sin pensarlo, ya me he acostumbrado a ser así por mi madre.

—Alexandra, ¿cómo es que conquistaste al señor Anderson? Alexandra, ¿cómo es que lograste robar el corazón del magnate de Nueva York? Alexandra, ¿qué se siente ser la envidia de todas las chicas?

Tengo que evitar reír. Alex es el centro de atención, ella odia eso.

No separo mi mano de la suya en ningún momento, este lugar es inmenso y lujoso, todos mis socios están aquí, y se los voy presentando a Alex uno por uno. ¡Dios! ¡Qué desfachatez! Es que hay hombres sin pudor en este lugar, a mí me molesta que miren a mi esposa de esa forma, peor en lugares que solo yo debería ver y no puedo.

Tomo a Alex de la cintura y la apego a mí dándole un tierno beso en esos suaves labios que desprenden un rico aroma a fresas.

—Te voy a matar —susurra entre el beso, se separa levemente y junto mi frente con la suya. Huele delicioso.

—¿Por qué? ¿Por besar a mi esposa enfrente de esos degenerados que la miran con lujuria? —hablo de una manera sensual, juntando mi nariz con la suya.

Ella frunce el ceño y mira alrededor, ya nadie está viéndola, genial.

—Oye, en cuanto a lo de ayer... —la miro a los ojos, es que como se ve hoy me dan ganas de hacer las paces con ella.

—Sí, yo lo lamento —me interrumpe y mira hacia otro lado con una cara extrema de inocencia que me causa gracia y me sorprende.

—¿Tú?... ¿Disculpándote?... —río un poco.

—Por supuesto, aunque tú también me ofendiste —rodeo su pequeña cintura con mis brazos y la apego a mi cuerpo, ella acomoda mi corbata.

—Bueno, fue en defensa propia, pero también te ofrezco una disculpa —mira mis ojos, no sé qué tienen que me encantan. Mucho más, cuando me mira de esa forma. Beso su frente y ella sonríe.

En ese preciso momento se acercan dos viejos amigos de la universidad, tanto tiempo de no verlos, ellos tampoco a mí. Yo no tengo redes sociales, así que no tengo comunicación con ningún viejo amigo.

—¡Oh, por Dios! ¿Te casaste y no nos dijiste nada? Pudimos haber hecho la mejor despedida de soltero, ya sabes, bailarinas exóticas, strippers. Es broma —dice, dirigiéndose a Alex sonriente, Kevin, con sus ojos que se vuelven más azules y relumbran con su piel morena cada vez que dice una maldad.

—¿Que bailarinas exóticas y strippers no es lo mismo? —Alex pregunta arqueando sus cejas, sí, a ella le gusta seguir todo tipo de juego.

—No, bailarinas exóticas son a las que Oliver les paga mil dólares por un baile y strippers son las que por 100 dólares muestran todo.

¡Ay, por Dios! Como que me da algo. ¿Qué va a pensar Alex de mí? Miro a Kevin con cara de desaprobación. Mientras ellos, incluyendo a Alex, ríen a carcajadas.

—No es cierto —miro a Alex intentando no verme molesto, pero lo estoy—, mi amor; ellos son Kevin y Dason, fuimos juntos a la universidad —agrego, presentando a estos dos insociables. Ambos extienden su mano y Alex igual para saludarlos.

—¿Se van mañana? —pregunta Dason, metiendo sus manos a los bolsillos de su pantalón negro.



#728 en Novela romántica

En el texto hay: comedia, jefe, celos

Editado: 05.12.2019

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