Casado con mi secretaria

Capítulo 19

Siento que ni siquiera puedo trabajar tranquilo, no hay minuto que la rubia no se pase por mi cabeza, no lo puedo creer… Siento que la extraño.

¿Yo extrañando a alguien?

¿Qué me está pasando?

Conduzco hasta el lugar donde tengo una reunión. Siento un vacío en mí que no logro descifrar qué es, Alex siempre va conmigo a todas las reuniones, no tenerla en esta es extraño. Le hubiese dicho que viniera, pero está enferma, la llamaré para saber cómo sigue.

Al terminar la reunión ya la he llamado nueve veces y no contesta. Esto no es normal, ella siempre contesta mis llamadas. ¿Será que le pasó algo grave? Tal vez debería ir a verla. No sé por qué siento la necesidad de querer verla.

Al salir del lugar donde se llevó a cabo la reunión, observo que al frente hay una tienda, y un mono de felpa sobresale. Sé que a Alex le gustan estas cosas, cruzo la calle y llego hasta la tienda a comprar el jodido mono.

Y tiene chocolates.

Definitivamente, Alex será feliz.

Conduzco hasta su apartamento, la llamo otra vez y no contesta, me estoy preocupando, aumento la velocidad para llegar más rápido. Al llegar, golpeo la puerta y es su amiga quien sale a abrir. Ella esboza una sonrisa al ver el mono de felpa que traigo en las manos.

Siento vergüenza. Jodido mono.

—Alex está dormida —dice, de inmediato. No tuve necesidad de preguntar—, pasa.

No dudo en tomar lugar dentro del apartamento. Hay un tipo en la sala que de inmediato voltea hacia mí y me revisa de pies a cabeza mientras

sigo a Natalie a lo que creo que es la habitación de Alex, hago caso omiso al tipo de cabello largo y vuelvo mi mirada a una puerta frente a nosotros que tiene una imagen de un gato con cabellera al estilo Slash tocando la guitarra eléctrica. No puedo evitar sonreír. Tan Alex desde la puerta.

—¿Ella está bien? —le pregunto a la chica. Ella de inmediato voltea hacia mí abriendo la puerta de la habitación.

—Sí, que yo sepa, en ella dormir cuatro a cinco horas al día es normal —yo ni siquiera recuerdo cuándo fue la última vez que dormí en el día.

Ella se remueve en su cama debajo de sus sábanas, de inmediato cruzo el umbral y Natalie cierra la puerta retirándose. Alex talla sus ojos y me mira con su entrecejo fruncido, su cabello rubio despeinado resplandece con la poca claridad que entra por la ventana. De inmediato, al enfocarme agranda sus ojos y me mira con sorpresa.

—Alex. ¿Estás bien? —pregunto, ella se sienta sobre el colchón de su cama y aclara su garganta mientras me observa acercarme a ella.

—Hey —dice, con una sonrisa—. ¿Puedo saber por qué no avisaste antes de venir? —me siento en el borde de su cama y observo esos lindos ojos verdes adormilados.

—Te llamé diez veces y no contestaste, por eso vine, me preocupé —hago una pausa—, te traje algo —le extiendo el mono de felpa y ella lo mira enarcando una ceja. De inmediato sus labios se arquean, sé que le ha gustado.

—¿Un mono de felpa? ¿Es en serio? —recuesta su espalda en el cabezal de su cama con una amplia sonrisa.

Me gusta verla así.

—Tiene chocolates en su interior —ríe levemente—. Si no te sientes bien puedo llamar a mi doctor para que venga a verte —ella niega con su cabeza, con sus ojos clavados en el feo mono.

—Solo necesitaba dormir, gracias —eso espero, la miro fijamente a los ojos y recuerdo que tengo que volver al trabajo. Me pongo de pie bajo su atenta mirada y vuelvo mi vista a ella.

—Tengo muchas cosas que hacer, solo quería saber si estabas bien —observo mi reloj—, cualquier cosa me llamas, ¿sí? —ella asiente, llevo mi mano a su mejilla y presiono mis labios en la otra.

Salgo de su apartamento a paso rápido y siempre cuando camino hacia el elevador mis labios esbozan una sonrisa.

No sé qué es lo que me está pasando con esta mujer.

k

 

Hago mi rutina de todas las mañanas antes de ir a trabajar. Cuando ya estoy listo conduzco hasta la empresa. Llego antes incluso que David, le va a dar un paro cardíaco al verme aquí antes que él, ya que siempre viene a terminar trabajo muy temprano por estar de holgazán comiendo palomitas de maíz, tengo que terminar algo de trabajo que ayer no pude por estar pensando en alguien.

Más de una hora después miro mi reloj, ya se supone que Alex estuviese aquí, tengo una reunión en unos minutos. Me tensa pensar que alguien llega tarde, aunque sea Alex con esos bonitos ojos verdes. Dos socios se acercan a mí mientras espero que la reunión inicie, ambos me felicitan por mi matrimonio, no me queda de otra más que sonreír y agradecer.

Las puertas del ascensor se abren y volteo de inmediato. Por fin, Alex se aparece y esboza una amplia sonrisa, una sonrisa que no borra el hecho de que ha llegado tarde. Camino hacia ella, la verdad estoy estresado.

—Llegas tarde —menciono sin ningún tipo de expresión, ella rasca la parte de atrás de su cabeza buscando una excusa, rodeo su cintura con mis brazos y presiono mis labios contra los suyos, dejaré pasar esto solo por los dos socios que están aquí… y porque la extrañaba…—. Vamos, tenemos una reunión con estos señores, actúa más como mi esposa que como mi secretaria, ¿de acuerdo? —hablo en su oído, ella asiente con una sonrisa.

El día de hoy transcurre bastante rápido, tanto trabajo me cansa. Estos días son los que solo deseo ir a casa y dormir. No encuentro las horas de terminar todo e ir a enterrarme en mis preciosas sábanas, demasiadas cosas por hacer a veces me estresan, aunque me gusta lo que hago.

Salgo de la empresa cuando una imagen llama mi atención. Alex está ahí en su feo auto y pelea con él, esbozo una sonrisa. De inmediato, mis pies se encaminan en su dirección. Golpeo la ventanilla de su auto cuando está sosteniendo su frente, se estremece y baja la ventanilla. Sonríe.

—Tienes un Bentley y prefieres esta cosa —hablo, con la mirada puesta específicamente en el espacio donde falta el volante.



#727 en Novela romántica

En el texto hay: comedia, jefe, celos

Editado: 05.12.2019

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