Casado con mi secretaria

Capítulo 21

—¿Alex? —pregunta Raymond, reaccionando luego de unos segundos, sonríe y observa a Alex—. ¡Por Dios! ¡Alex! ¡Tanto tiempo! —continúa, Alex sonríe, pero una sonrisa bastante forzada que yo conozco—. Amor, ella es Alex... Una vieja amiga de la secundaria.

Frunzo el ceño y sigo observando la mirada desconcertada de Alex y la mirada pícara de él. ¿Qué puedo decir? Yo soy hombre.

—Hola, Suzanne, es un placer —dice mientras estrecha su mano hacia Suzanne, ella también mira a Alex y le sonríe.

—El placer es mío, Alex —contesta ella, la sonrisa de Suzanne no llega hasta sus ojos, de inmediato dirige su mirada a mí saludando.

—Ohh, estupendo que se conozcan —grita mi padre—. Ahora entremos, por favor, tenemos una rica cena para todos ustedes.

Veo cómo Raymond mira a Alex una y otra vez, no sé por qué, pero siento odio hacia Raymond y apenas lo estoy conociendo en persona, solo sabía que trabaja en la imprenta que Henry maneja. Tomo a Alex de la cintura, ni siquiera respeta a su embarazada esposa que está a punto de dar a luz y puedo ver la mirada incómoda de Suzanne.

Llegamos al comedor y mis tías comienzan a hablar sobre cómo fueron sus bodas, los arreglos florales y no sé qué más que no logro entender. Mi mente está prestándole atención al idiota, quien mira a Alex una y otra vez, ya voy contando cinco continuas. Termino de cenar lo más rápido que puedo y ni siquiera espero que termine, la tomo de su antebrazo, tiro de ella gentilmente y le indico que necesitamos hablar.

—Lo siento, nos retiramos, estamos un poco cansados —hablo, Alex me mira con su entrecejo fruncido.

—Lo entiendo, no te preocupes, hijo —contesta mi padre, milagrosamente amable —, están en su casa —asiento, me llevo a Alex a jalones, la verdad me siento incómodo por ese imbécil de Raymond.

Llegamos a la habitación y al cerrar la puerta la acorralo enfrentándola muy de cerca.

—Alex, me dices aquí y ahora, ¿por qué conoces a ese tipo? —la miro tan profundamente y espero su respuesta, de tal forma que no le dé tiempo de mentir.

—Un amigo, Oliver, él lo dijo —eso no es una respuesta.

—Un amigo no te ve de esa forma, te recuerdo que yo también soy hombre —ella me mira de la misma forma que yo la veo a ella.

—¿Y qué culpa tengo yo? Además, es mi vida privada, a ti no te gusta hablar de tu vida privada —puedo escuchar por su tono de voz que se está comenzando a molestar, se intenta soltar de mi agarre, pero no se lo permito.

—Pero igual contesto cuando me preguntas, ¿o no?

—Rayos, Oliver, fue hace mucho tiempo, éramos vecinos en Miami. ¿Qué te pasa? —¿qué me pasa? No lo sé.

—¿Pero por qué te molestas, Alex? ¿Entonces tú puedes incursionar en mi vida privada y yo en la tuya no porque te molesta? ¿Tú sientes algo por él? —no sé por qué siento que su respuesta me importa.

—¿Y quién crees que eres? —tu esposo tal vez—. ¿Estás celoso? —ella me mira fijamente y yo a ella. ¿Celoso? Eso es una mala palabra.

—No —digo, me separo por completo de ella y comienzo a caminar al baño sin preguntar nada más.

Abro la ducha y luego de deshacerme de mi ropa dejo que el agua tibia comience a mojar mi cabello, no sé por qué siento que la sangre me hierve, pero no son celos. ¿Por qué estaría celoso? Alex no es mi esposa real, yo nunca he celado a alguien y no pienso hacerlo, solo estoy molesto. ¿Por qué Alex no me quiere hablar de él? ¿Le gustará? ¿Pero por qué mierdas me importa?

Salgo del baño con la toalla amarrada en mi cintura, no sé cuánto tiempo ha pasado, pero estoy seguro de que bastante, tenía que salir hasta que todos los malos pensamientos se hubiesen alejado de mí, pero aún no estoy contento. Alex ya está acostada, pero de inmediato entra al baño tomando una toalla.

Busco en el guardarropa mi pantalón de pijamas y ahí está donde lo dejé la última vez que vine. Apago la luz luego de vestirme y me recuesto de mi lado mientras reviso correos desde mi teléfono celular. Ella sale del baño y solo una toalla cubre su cuerpo, de inmediato, luego de buscar algo de ropa ingresa al baño y luego de algunos minutos camina hacia la cama con su pijama puesta y su cabello ligeramente húmedo. Guardo mi teléfono celular y me giro con vista al balcón.

Ella apaga la luz y me estremezco al sentir sus delgados brazos rodearme.

—Alex, ¿qué rayos haces? —riño nervioso, puedo sentir su aliento muy cerca de mi cuello y hace mis vellos erizarse.

—¿Por qué te molesta Raymond? —susurra en mi oído, me tenso al sentir sus labios rozar mi oreja.

—No me molesta el idiota ese —aclaro mi garganta.

—¿Entonces? —ah, maldición.

—Vuelve a tu lugar —riño, tengo que hablarle de esta forma para que haga caso, de otra forma el fuego en mi entrepierna se va a hacer notable.

Cuando, por fin, pensé que lo haría ella se aferra más a mí y comienza a besar mi mejilla una y otra vez. ¡Diablos! No puedo evitar reír.

—Alex. ¡Rayos! Déjame estar molesto al menos 5 minutos —puedo escuchar su risa igualmente, pero no me suelta—. No hagas eso —hablo, me giro hacia ella y está esbozando una sonrisa, una tierna sonrisa que me hace volverme loco y me hace besar esa deliciosa boca.

—¿Qué haré contigo, Alex? No me obedeces, no sigues instrucciones, me llevas la contraria —acaricio su rostro, una vez que mis labios se separan de los suyos.

—Tú tienes que aprender a pedir las cosas como un favor —habla, y me mira, de una forma tan tierna.

—Estás loca, soy tu jefe, no vas a manipularme —espeto y esbozo una sonrisa al ver sus labios arquearse.

Nuestros rostros están muy cerca, puedo sentir su fresco aliento y me contengo el impulso de besarla otra vez para evitar que me pase lo mismo que ayer, tomo su rostro con mi mano y lo acaricio, su piel es tan tersa, le doy un tierno beso en su nariz, ella sonríe.

Acaricio su cabello y se queda dormida casi en instantes, y la observo, ¿cómo es posible que esta testaruda, malcriada y desobediente sea tan jodidamente bella? Minutos después me quedo dormido. ¿Para qué acuerdo de distancia si esto es cien mil veces mejor?



#736 en Novela romántica

En el texto hay: comedia, jefe, celos

Editado: 05.12.2019

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