Casado con mi secretaria

Capítulo 26

—¿Qué? ¿Por qué diablos quieres saber? —Alex se pone a la defensiva lo que me hace enfurecerme más.

—Me dices ahora mismo dónde estás —intento inhalar y exhalar para evitar decir una locura.

—¿Qué? Tú me dijiste que si tú lo hacías yo podía hacerlo también —ay, por Dios.

—Estoy muy molesto en estos momentos, Alex. No me hagas discutir contigo. Me dices dónde estás ya mismo y voy por ti —me recargo en la mesa mientras espero su respuesta.

—¿Qué? O sea... ¿Tú puedes acostarte con cualquier tipa por ahí y yo no? —llevo mi mano a mi cabeza intentando buscar paz interior.

—Tú no te vas a acostar con nadie y no voy a hablar esto por teléfono. Me dices dónde estás AHORA —maldita sea, mi mandíbula está tensa. Lo único que quiero es que regrese a casa y podamos hablar.

—Oliver, vete a la mierda —riñe— y sabes qué… Si quieres despedirme. ¡HAZLO!

¿Qué acaba de decirme?

—¿Me acabas de decir que me vaya a la mierda, Alexandra Carlin?

—Si no te importa, tengo cosas que hacer. Adiós —me va a volver loco.

—A MÍ NO ME V…

—¿Quién te crees? ¿Mi madre? Vuelves a gritarme así y juro que no llegaré hasta mañana.

Maldición, Oliver, contrólate. Solo estás molesto, no digas ni hagas una locura.

—Alex, por favor.

Dije por favor. ¡Puta!

Entre pleitos y con una voz suave terminó dándome la dirección. Juro que si la empresa aún no me ha vuelto loco esta mujer sí lo va a hacer, me tiene con los nervios a flor de piel y con ganas de lanzar todo contra la pared, me cambio para ir por ella. Yo ni siquiera pude besar a la tipa ayer, pero no se lo diré, así que imagine miles de cosas por hacerme pasar por esto, salgo de la casa lo más rápido que puedo y tomo las llaves de cualquier coche, no sé cuál es. Llego al parqueo, el sonido de la alarma me dice que es la camioneta, me subo y arranco terminando la conversación con Alex. Espero que sea la dirección que me ha dicho.

No me fijo a la velocidad que voy, pero no me importa, llego al lugar y hay demasiados autos parqueados, aparco y antes de salir del auto doblo las mangas de mi camisa blanca hasta mis codos, del apuro ni siquiera supe qué me había puesto. Bajo y observo por todos lados y Alex no está por aquí, saco mi celular y la llamo.

—Estoy afuera —digo, justo cuando descuelga.

—Bien —cuelga, me pone más de mal humor.

Me paro cerca de una enorme fuente de luces, alguien pasa a mi lado derramando ponche sobre mis zapatillas, cómo deseara golpear a este tipo. Suspiro, hoy es el peor día de mi vida.

—Lo siento —expresa el idiota y se retira. Dos chicas vienen tras él y al verme sonríen, yo no tengo ganas de sonreír a nadie.

Sacudo de mi pantalón negro un poco de polvo que se había adherido al juntarme a esta fuente, odio el polvo. Levanto la mirada y veo a Alex salir de la puerta principal con un tipo… Alex lleva el cabello liso suelto, tuve que ver dos veces para cerciorarme de que era ella, y sí, esas piernas no se me pierden por ningún lado, ambos sonríen y sacan sus celulares, supongo que, intercambiando números, no puedo creer esto que estoy viendo. ¿En mi cara? Él la abraza y besa sus mejillas coquetamente, estoy a punto de ir hasta donde ese tipo y matarlo a golpes.

Alex se separa de él y camina hacia mí, su blusón negro hasta sus caderas delinea su cuerpo, sus piernas se ven exquisitas en un pequeño short blanco y sus zapatos negros de tacón alto las hacen ver más largas y estilizadas. La observo de pies a cabeza, ¿cómo no van a haber miles de hijos de puta interesados en ella si es preciosa en todos los sentidos? Extiendo mi mano y ella la toma, estoy tan molesto que no me percato de que casi la llevo a jalones hasta la camioneta.

Al llegar al vehículo, abro la puerta del copiloto y ella bruscamente se suelta de mi agarre y sube sin mediar palabra. Bien, que haga lo que se le da la gana. Subo de mi lado y pongo la camioneta en marcha, fue un largo camino a casa sin decir algo.

Al llegar ella se baja rápidamente y voy tras ella, no puedo evitar ver cómo ese short blanco se le ajusta a la perfección, deposito las llaves de la camioneta en el mismo cofre donde mi padre las guarda y sigo mi camino tras ella hacia la habitación, tengo miles de cosas por decirle, pero mejor me calmo primero, no quiero comenzar una discusión.

Ella entra primero y deposita su bolso en el mueble blanco frente a la cama, entro tras ella e inmediatamente su celular suena, no puedo evitar acercarme de una manera prudencial para ver quién ha sido.

 

Paul

Buenas noches, lindura, me la pasé bien contigo.

 

¿Paul? De seguro es aquel tipo con el que se vio hoy. Ella sonríe y yo no lo soporto. Tomo su celular y lo estrello contra la pared, me hierve la sangre en estos momentos y ella me mira atónita, observa el celular que está en el suelo en pedazos.

—Qué mierda has hech...

No la dejo terminar la frase.

La tomo de la cintura y junto mis labios con los suyos, comienzo a besarla con suavidad, si no hago esto sé que terminaremos en una discusión y es lo que menos quiero, cómo amo estos labios. Ella rodea mi cuello con sus brazos, y el beso comienza a ponerse más intenso, debo admitir que no era mi intención solo quería evitar una pelea, no voy a soportar esto, intento separarla un poco de mí para evitar que sienta la erección que se está formando dentro de mis pantalones y choca contra el mueble blanco, la tomo de los muslos y la subo a este y ella rodea mi cintura con sus piernas, estoy comenzando a perder la cordura, me vale una mierda que sienta mi dureza. Acaricio su torso y luego llevo mis manos a ambos lados de su cara, intento calmarme interiormente, pero ella lleva sus manos debajo de mi camisa y comienza a acariciar mi abdomen, no puede ser, me descontrolo. Llevo mis manos a sus muslos, hace mucho quería hacer esto, son perfectos, y luego mis manos acarician su cintura por debajo de su blusa,
no quiero detenerme, tengo que hacerla mía, y cuando estoy listo para perder el control ella me separa bruscamente, y se baja del mueble blanco.



#733 en Novela romántica

En el texto hay: comedia, jefe, celos

Editado: 05.12.2019

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