Casado con mi secretaria

Capítulo 27

Tomaré un baño de agua fría, necesito apagar el fuego en mi entrepierna, y lo peor tener que dormir con ella esta noche, me despojo de mi ropa y dejo que el agua fría sobre mi cuerpo haga lo suyo y al parecer funciona. Inmediatamente siento cómo todo dentro de mí se va calmando, suspiro, nunca había tenido que hacer esto, cierro mis ojos e intento pensar en otra cosa, elefantes, sí, eso funciona, elefantes rosas con faldas de tul, no puedo evitar reír, mi celular suena y me saca de mis pensamientos, cierro la ducha y salgo buscándolo por todas las bolsas del pantalón que andaba hasta que por fin lo encuentro.

—¿Qué pasó, maldito? —digo al descolgar, luego de ver que se trata de David.

—¿Qué tal la vida de casado? ¿Estás disfrutando? —la risa sarcástica de David del otro lado.

—Sí, y no sabes cuánto —ironizo.

Ríe sonoramente que hasta temo que esté en un lugar público y asuste a las personas.

Tomo una toalla y comienzo a secarme cuando mi celular se desliza y cae sobre el lavamanos. ¡Rayos! Esto es karma por destruir el celular de Alex. Lo recojo rápidamente y me cercioro de que aún funcione, y sí, parece que aún está vivo.

—¿Aún sigues ahí? —espero la respuesta de David del otro lado.

—Sí… Sin tímpano por el sonido de tu estúpido celular —habla.

—Lo siento, estaba tomando una ducha y mis dedos están moj…

—Espera… —me interrumpe.

—¿Qué?

—¿Me acabas de decir lo siento? Oliver… Te está haciendo bien estar casado —David comienza a hacer sonar algo que parece ser una cuchara sobre un plato.

—David. ¡Basta! Me vas a causar un dolor de cabeza —riño, masajeando mis sienes.

—¿Y por qué diablos estás tomando una ducha a esta hora? —silencio de mi parte. No le voy a contar esto a David—. ¿Era ducha fría o tibia? —interroga, ríe a carcajadas.

—Eso a ti no te importa, David —más risas de David. Voy a matarlo.

—¿Era para eso que me llamabas? —suspiro, intentando calmarme, si Alex y David se juntan me matan de un derrame cerebral.

—No, solo quería mencionarte que según Forbes eres el empresario del año, y quieren una foto contigo y tu esposa.

—¿Y qué tiene que ver Alex en todo esto? —paso la toalla por mi nuca para secar algunas gotas de agua que corren desde mi cabello.

—No lo sé, al parecer no solo a ti te gusta Alex.

—Como es de imaginarse —digo de inmediato.

—Espera…

—¿Ahora qué? —unto loción en mi cuerpo, aunque vaya a dormir me gusta oler bien.

—Acabas de admitir que te gusta —más sonidos de la cuchara contra el plato del otro lado. Llevo mi mano a mi frente y cierro los ojos, necesito encontrar paz interior.

—Te juro que algún día te mataré, David —más risas de David. Joder.

—¿Quieres mi consejo? —cuestiona, casi no lo logro entender, al parecer está comiendo.

—Si no sabes cómo me la puedo sacar de la cabeza no me importa lo que tengas por decirme —escucho que se atraganta y comienza a toser.

—Nunca me imaginé que dirías eso.

—Salí con una mujer ayer y no pude siquiera besarla —me vuelvo a cerciorar si Alex no ha entrado a la habitación— y hoy ella salió con un idiota que no sé dónde putas lo conoció y no puedo creer aún cómo eso me hizo sentir.

—Bien, me burlaría, pero creo que esto es serio. Oliver, Alex no es el tipo de mujer con la que te acuestas solo una vez.

—Lo sé… —menciono, no sé cómo me la voy a sacar de la cabeza.

—Y tú no quieres una relación seria —estoy considerando lo de la relación seria.

—Se me tiene que pasar y rechaza la oferta.

—Bien, cualquier cosa te llamo. ¿Vale?

Cuelga y me miro en el espejo, «se me tiene que pasar esto con Alex y punto» me repito una y otra vez. Salgo a la habitación y solo con el pantalón de pijama puesto salgo rumbo a la cocina.

Al bajar las escaleras, mi mente aún no procesa la imagen de mi madre con Alex dormidas sobre el sofá blanco de la sala, frunzo el ceño y sonrío, cuando mi padre me encuentra y me saca de mis pensamientos.

—Tal vez deberíamos llevarlas a dormir más cómodas —asiento, Alex es una boa para dormir, así que no creo que se percate, la levanto en mis brazos, no estoy seguro si mi padre podrá hacer lo mismo con mamá, pero mi madre tiene un sueño más ligero y apenas levanto a Alex se despierta. Le sonrío y subo con Alex en brazos, por suerte es bastante ligera, creo que levanto más peso en el gimnasio.

La ubico suavemente sobre la cama, le quito los zapatos y me asombro del sueño que tiene esta chica, en serio que nada la despierta, pongo la sábana sobre ella, y se remueve un poco para ubicarse en una posición más cómoda, sin siquiera abrir los ojos, me hace sonreír. Me acuesto a mi lado de la cama que habíamos acordado y la observo, una cara angelical que me trae loco. Aparto algunos mechones de cabello de su rostro, esta mujer es tan bella.

¿Por qué no la conocí en otro lado y en otra situación?

Entre tantos pensamientos, me voy quedando dormido y su rostro se proyecta en mi mente una y otra vez. Su sonrisa, su forma de mirarme, su forma de caminar; su forma de ser tan única.

Mierda, me estoy enamorando.

 

k

 

Despierto, Alex aún sigue ahí dormida, salgo a recorrer unos cuantos kilómetros como es de costumbre, al llegar de regreso a la casa, Lindsey está en el comedor, tomo el periódico de sus manos y me siento al lado de ella.

—¡Tú! Deja de corromper a mi esposa. Te lo advierto —ella me mira, con sus ojos bien azules y esboza una sonrisa.

—O sea… Ustedes los hombres hacen sus cochinadas por ahí, ¿y nosotras no podemos? —enarca una ceja. Si algo sé de Lindsey es que a sus cortos veintiún años no le gusta portarse bien.

—¿Hasta dónde llegó Alex con ese tipo ayer?

—No lo sé, subieron a la planta de arriba y luego no los vi por unas dos horas —no puedo creerlo.



#728 en Novela romántica

En el texto hay: comedia, jefe, celos

Editado: 05.12.2019

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