Casado con mi secretaria

Capítulo 35

Camino a paso firme con los puños apretados y me dirijo hacia él, no lo pienso dos veces cuando descargo mi ira contra su cara, el muy idiota cae al suelo y tengo que sacudir mi mano porque con la fuerza que le he dado hasta yo sentí dolor, maldito hijo de puta, a mi esposa la respetas. Alex mira la escena anonadada y Lindsey está tan sumergida en lo que sea que está haciendo que no se percata. El idiota levanta levemente su rostro y se toca la sangre que corre por su barbilla con su dedo pulgar.

—Hablaré con Henry para que prepare tu finiquito, no quiero saber que pones un pie en esa empresa nunca más —lo haré, si bien la imprenta está dirigida por Henry yo sigo siendo el socio mayoritario y si yo digo que no lo quiero ahí entonces no va a estar ahí.

Tomo a Alex de la mano y ni me percato de que voy dejando la botella de vino tirada en el pasto, la llevo hasta nuestra recámara, por suerte nadie se ha volteado a vernos porque estoy seguro de que mi cara no es de un lindo gesto en estos momentos.

Entramos a la habitación y comienzo a recoger nuestras cosas, nos vamos de aquí ahora. Alex no ha dicho una palabra desde lo acontecido con Raymond.

—Oliver. ¿Qué haces? —pregunta, finalmente, luego de varios minutos. Me observa intrigada.

—Nos vamos —contesto secamente—, no te quiero ni un segundo más cerca de ese idiota.

—Oliver, basta, no vamos a irnos a estas horas. ¡Basta! —espeta firmemente, toma las mochilas de mis manos y las regresa a la cama donde estaban.

La observo, me siento en el borde de la cama intentando calmarme para evitar desquitarme con ella, mejor regreso ahí y agarro a golpes a Raymond, o mejor me calmo. Llevo mis codos a mis rodillas y hundo mis

dedos en mi cabello, tengo que calmarme, ella se acerca a mí y se ubica entre mis piernas en cuclillas, levanto la mirada y veo esos ojos tiernos que hasta me hacen olvidar lo molesto que estoy. Tomo su rostro con ambas manos y la beso con ternura, después de todo no es su culpa. No es su culpa ser tan bella.

Ella corresponde a mi beso y mi interior se llena de diferentes emociones que hacen la rabia desaparecer en instantes, no sé cómo hace esta mujer, pero siempre me hace olvidar todos los problemas con un solo roce, como si solo ella existiera. Acaricio su cuello y me separo poco a poco, mirándola de nuevo muy de cerca, nuestras narices se rozan y nuestro aliento se mezcla, me besa nuevamente, el contacto se va volviendo más apasionado y me rodea con sus brazos, su lengua juega con la mía y se levanta hasta sentarse a horcajadas sobre mí, continúa ese rico beso y yo no puedo más, esas ganas de hacerla mía se apoderan otra vez de mí, con mis manos rodeo su cintura y me olvido del mundo por completo.

Paso mis manos por sus muslos, van enfundados en unos leggins, pero, aun así, los acaricio y se siente jodidamente excitante, llevo mis manos a su abdomen por debajo de su blusa. ¡Joder! Estoy tan perdido, ese contacto de su piel en mis manos. Mi respiración se agita cuando se deshace de la camisa a cuadros, mis labios buscan su cuello, esa fragancia aún no ha desaparecido. Siento sus manos en mi abdomen y ágilmente tira de mi camiseta hacia arriba, tomo su cintura y en un ágil movimiento estoy sobre ella.

Estoy sobre ella.

La beso como león hambriento, mis labios recorren su barbilla, su cuello, ella jadea y me excita terriblemente, sé que ya sintió mi entrepierna. Mi mano se posesiona de su muslo y mis labios de los suyos, llevo mis manos al cierre de su pantalón.

No puedo hacer esto.

No puedo arruinarlo, ella puede arrepentirse mañana.

Ella no sabe que para mí ya no es un contrato.

Me separo de sus labios, y con mis ojos cerrados intento calmarme, hundo mi rostro en la curvatura de su cuello. Respiro para poder calmarme, me pongo de pie, no sé de dónde he sacado tanta fuerza de voluntad.

Creo que el amor te hace esto.

—Yo... lo lamento —balbuceo, miro mi camiseta a un costado y la pongo de regreso en mi cuerpo. Ella no dice nada, se queda en la misma posición; no debimos llegar a esto.

Salgo de la habitación, mi cuerpo reclama el calor del suyo, quiero mi cuerpo sobre su cuerpo desnudo. La quiero hacer mía.

Llego a la cocina, ahí está mi madre sonriendo, mi padre está a su lado. Charlan entre ellos y está Henry también, de su mano está Brittany; siempre intentando parecer la pareja perfecta cuando no se aman, sé que no se aman porque él tiene amantes y a ella solo le importa el dinero. ¿Cómo es posible que hasta duerman juntos y no se enamoren? ¿Cómo es que yo me enamoré?

Voy hasta la mesa y me siento junto a ellos, todos me sonríen, yo no quiero sonreír, pero hago mi mejor esfuerzo. Mi madre me pasa un vaso con jugo de naranja, comienzo a tomarlo. Ellos hablan y no presto atención, miro mi anillo de matrimonio. ¿Cómo reaccionaría Alex si le digo que ya no quiero estar en ese maldito contrato? Que yo sí quiero salir con ella, que yo quiero una relación formal con ella, que me tiene loco.

—Oliver… —mi madre habla, alzo la mirada.

—¿Sí? —digo, ella me extiende un pedazo de pastel cuando recibo un mensaje y saco mi celular de mi bolsillo, pensé que aquí no había señal.

Es David.

Y necesita que llegue mañana.

Significa que ya no compartiré cama con Alex y eso me hace tener sentimientos encontrados.

—Padres —hablo, ambos me miran—, necesito irme mañana, David necesita una firma mía en unos documentos con urgencia —Brittany se tensa al escuchar el nombre de David, lo he notado muchas veces y en algunas ocasiones lo hago a propósito.

—Oliver, dijimos que…

—Margot —interrumpe mi padre—, hay algunas cosas que son importantes —se dirige a mí—, pero promete que vendrán pronto.

Asiento, deseara quedarme porque si me voy significa que ya no compartiré mi espacio con Alex, pero al mismo tiempo, necesito espacio para controlar mis hormonas.



#728 en Novela romántica

En el texto hay: comedia, jefe, celos

Editado: 05.12.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.