Casado con mi secretaria

Capítulo 36

—¡Vamos! —expreso, mientras abro la puerta de la limusina—. Te dejaré en tu apartamento —solo quiero unos minutos más con ella.

Ella me sonríe a modo de respuesta.

Extrañaré esa sonrisa.

Abro la puerta del edificio para que pase, tomo su mano y subimos al ascensor, por suerte no hay más personas, se quita el abrigo y me lo entrega acomodando su cazadora negra. Llegamos a su piso y su amiga está tomando la maleta de Alex de manos del chofer, ella voltea la mirada hacia nosotros y ambas gritan simultáneamente, de inmediato mis tímpanos se resienten.

Ella corre por el pasillo y Alex se suelta de mi mano para encontrarla, frunzo el ceño mientras observo la escena. ¿Por qué las mujeres son así? Yo no me imagino a David y a mí haciendo ese tipo de cosas por los pasillos de la empresa, solo de pensarlo me da vergüenza.

—Por Dios, creo que he quedado sordo —hablo, saludo a Natalie, ella me mira y hace lo mismo, estoy seguro de que no nos esperaba, ya que su melena castaña está bastante despeinada. Según me ha comentado Alex, ella no sale ni al pasillo despeinada.

—Si me hubieras avisado con tiempo que vendrían hubiese preparado algo con tiempo —ella dice.

—No, está bien —contesto casi de inmediato—, tengo que estar en la empresa en 30 minutos —observo mi reloj.

—Y para él 30 minutos son 30 minutos —me interrumpe Alex, me hace sonreír. Su amiga nos observa divertida alternadamente.

—Bien, entonces prepararé algo para ti —le dice a Alex y regresa a paso rápido a su apartamento.

—¿Tan rápido vas a trabajar? —me pregunta, mientras caminamos hacia su apartamento, por un momento observo un gesto triste en su rostro que hace mi corazón dar mil vuelcos. Quisiera quedarme con ella.

—Tengo que ponerme al día con David. Tú puedes descansar hoy —ella sonríe, esa bella sonrisa, ahora ya no sé cómo actuaré frente a ella en la empresa.

Recuesta su espalda en la pared cerca de la puerta y me mira intensamente, una vez que llegamos a la puerta de su apartamento y parándome frente a ella la observo, tomo su bello rostro con ambas manos y uno mis labios con los suyos, de una manera tierna y apacible, saborearé estos ricos labios por última vez, no sé cuánto tiempo pasará hasta que vuelva a probarlos nuevamente. En ese preciso instante, el sonido de la puerta nos hace estremecer, ambos llevamos la vista en esa dirección y es su amiga, ella nos mira con un gesto de sorpresa y cierra su puerta de inmediato. ¡Maldita sea! Estoy seguro de que mis mejillas se colorearon.

—Tengo que irme —manifiesto, con un esfuerzo sobrenatural, quisiera quedarme con ella el resto del día, dejo un pequeño beso en sus labios y ella sonríe, sonríe tristemente y se me parte el corazón en mil pedazos, me alejo de ella con toda la fuerza que he podido recoger y me retiro por aquel pasillo, por primera vez en toda mi vida estoy odiando el tener que ir a trabajar.

Llego al ascensor y la miro por última vez, le sonrío mientras las puertas de metal se cierran y ya no puedo verla, inmediatamente siento un gran vacío en mi interior y a medida que me voy alejando más ese vacío se vuelve más grande. No sé si soportaré esto un día entero.

En la limusina, miro la ciudad pasar a través de la ventana, el viento fuerte arrastra todo a su paso y el cielo comienza a tornarse un triste grisáceo que no ayuda mucho con mi estado de ánimo y recuerdo a Alex, inconscientemente llevo mis dedos a mis labios y sonrío, cómo añoro otro beso de ese demonio rubio.

Bajo de la limusina y voy hasta mi oficina, ni esa sensación de ver correr a todos de un lugar a otro me llena, frente a mi oficina está David quien sostiene unos papeles y me mira con una extraña sonrisa que casi de inmediato entiendo al llegar a él.

—¿Cómo estás, Romeo? —ahora sí ríe sonoramente una vez dentro de mi oficina. Lo miro de una manera fulminante como siempre mientras se incorpora en el sillón blanco frente a mi escritorio—. ¿Por fin tuviste tu noche apasionada? —esboza una pícara sonrisa que no puedo dejar pasar por desapercibida al sentarme en mi silla giratoria.

—No, creo que volveré a ser virgen otra vez —David ríe a carcajadas que al final por mucho que intento mantener mi postura seria termino riendo igual que él. Me extiende los documentos que llevaba en las manos y comienzo a revisarlos.

—Bueno, ya sabes que eso con un pote de vaselina y tu mano derecha se arregla —vuelve a reír, maldito—. Por cierto, el NYTV nos invitó a su fiesta de Halloween, iremos, ¿cierto?

—No lo creo —digo, de manera desabrida mientras reviso los documentos que se supone voy a firmar.

—¡Joder, Oliver! Es de disfraces. ¿Sabes qué significa Halloween? Mujeres con trajes provocativos —no sé por qué, pero eso ya no causa ninguna emoción en mí y hasta yo mismo me asombro y por supuesto en David eso no pasa desapercibido.

—Estás jodido, Anderson —ríe nuevamente mientras se levanta del sillón, acomoda su saco negro y me observa—, sabía que no tardaba en aparecer tu domadora —lo veo de nuevo con una mirada feroz mientras se aleja a paso rápido de la oficina y lo pierdo de vista al pasar por la puerta cerrándola a sus espaldas, maldito David.

Intento concentrarme lo más que puedo mientras termino mis tareas del día, Alex se pasea libremente en mis pensamientos una y otra vez distrayéndome, no puedo creer lo que esta mujer ha hecho en mí, ¿qué estará haciendo en estos instantes?, termino todo como debía, aunque un poco más tarde de lo normal por detenerme a pensar en Alex varias veces, ya no le daré ningún día libre, no puedo estar sin verla. Doy vueltas una y otra vez en mi silla giratoria, debería llamarla, o tal vez no. ¿Qué tal si piensa que soy un pesado manipulador? O… ¿Qué tal si cree que me he olvidado de ella si no lo hago?

Las mujeres son tan raras que dicen que las molestas si las llamas, pero si no lo haces te tienen la bronca al regresar a casa.



#731 en Novela romántica

En el texto hay: comedia, jefe, celos

Editado: 05.12.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.