Casado con mi secretaria

Capítulo 40

Alex está ahí parada, no dice una palabra, no menciona nada, solo las mira cuando Stefanie se levanta de un salto de su lugar y va hacia ella a paso rápido.

—¡¡Alex!! —dice, rodeándola con sus brazos, Alex solo lleva su mirada a mí.

Me imagino que piensa que yo tuve algo que ver.

—¿Stefanie? —dice incrédula, una vez que su vista se centra en su hermana.

Alex corresponde a su efusivo abrazo, su madre se pone de pie y va hasta ella, con una mano en la cintura y la otra en la boca, repara a Alex de pies a cabeza.

—Alexandra Jane Carlin —su madre se cruza de brazos— o Anderson, como sea... —sonrío—. ¿Por qué diablos no contestabas mis llamadas?

Alex no contesta y Stefanie por fin la deja respirar cuando su madre hace lo mismo y ella intenta también corresponderle el abrazo como puede, sus ojos vuelven a mí y sé lo que está pasando por su cabeza.

—¿Por qué no me avisaron que vendrían? —pregunta, ya una vez recuperada del trauma que estas dos personas le han causado.

—Si contestaras nuestras llamadas lo supieras, Alex. Tú y yo hablaremos en privado después —su madre la señala con el dedo índice y vuelve al lugar donde estaba, su hermana la abraza nuevamente, no ha caído de espaldas por la puerta detrás de ella estoy seguro.

—¿Qué tal si vamos a comer y nos ponemos al día? Creo que tenemos mucho que hablar —me levanto de mi silla y miro a la señora Carlin sonriente.

Ya no tenemos de otra, no pensaba conocerlas de esta forma, pensaba en un restaurante de lujo y una presentación formal, pero bueno… No todo se puede conseguir en este mundo.

—¡Por supuesto! —exclama la señora Carlin, poniéndose de pie nuevamente, se dirige a la puerta, Stefanie entrelaza su brazo con el de Alex y guardando unos papeles en mi maletín me encamino a paso rápido hacia la puerta de mi oficina para que ellas pasen.

—¡Guau! Guapo y caballeroso —exclama la señora Carlin, esbozo una sonrisa, creo que hasta me sonrojé.

Su madre se adelanta un poco junto a Stefanie y Alex se vuelve a mí con su mirada de odio.

—Oliver, ¿tú tuviste algo que ver? —murmura, continúo el paso para no levantar sospechas.

—Te juro que no tuve nada que ver. Yo también me sorprendí cuando David me dijo que estaban en recepción.

—Bien —interrumpe su madre, quien ha llegado hasta el ascensor—, yo iré por las escaleras, los espero abajo.

Frunzo el ceño.

—Mamá, son 25 pisos —la señora Carlin camina hacia las escaleras de emergencia.

—No, yo no subo al aparato del diablo y lo sabes, los espero allá abajo.

¿El… El aparato del diablo? Volteo mi mirada a Alex con extremo desconcierto.

—¿El aparato del diablo? —enarco una ceja.

—Larga historia —contesta y ahora siento necesidad por saberla—, una vez se quedó encerrada en un ascensor con nosotras y comenzó a llorar y a gritar que íbamos a morir —Alex mira a su madre con desaprobación, y ella se detiene al escuchar las carcajadas de Stefanie.

—Lo siento, mamá, es que eso aún me es chistoso —Stefanie ríe sonoramente y hace que Alex la imite. Aún estoy desconcertado por lo del aparato del diablo, pero voy a admitir que es muy gracioso, me contengo porque la señora nos está viendo y no quiero causar una mala impresión.

—Sí, y los malditos hombres de seguridad solo me miraban por la cámara y reían a carcajadas, los maldigo.

—Entonces, supongo que tomaremos las escaleras y no el... aparato... del... diablo —me contengo las risas hasta que la señora Carlin voltea. Stefanie va tras ella a risas—. Ya veo de dónde sacaste tus ocurrencias —río de una manera modesta para no llamar la atención, creo que esta señora me va a caer muy bien.

Bajamos rápidamente, ¡uf! Son muchas. ¿A qué horas seguí a estas mujeres por aquí?

Escucho el coro de los ángeles al ver mi auto, estoy cansado y esto que estoy en buena condición física. Abro la puerta para que entren todas, Alex ya se ha acostumbrado a este tipo de atención, ahora espera paciente a que lo haga.

—¿Así que este es el auto de ustedes? —interroga Stefanie a Alex, con emoción mientras sube a mi auto.

—De Oliver —contesta Alex casi de inmediato.

—El de ella es un Bentley perlado que no le gusta —contesto, mientras miro por unos instantes a Alex con desaprobación, ella sonríe y pongo la vista nuevamente hacia la carretera.

—Yo no dije que no me gustara.

—¿Un Bentley perlado? —su hermana sonríe con gesto de sorpresa.

Las mujeres y su emoción por los Bentley, excepto Alex. Ella es especial.

Llegamos al restaurante, bastante lujoso, uno de los que me gusta frecuentar, pero a Alex no, y por lo que ella misma me ha comentado sé que a su madre y a su hermana les gustará. La señora Carlin acomoda su chaqueta de puntos negra mientras se sienta frente a mí, Stefanie se sienta frente a Alex y la mira tiernamente.

—Por Dios, todo se ve exquisito —exclama la señora Carlin, viendo el menú que sostiene con sus manos con las uñas pintadas de un color rosa. Nunca he visto a Alex con las uñas pintadas con algo más que no sea solo brillo.

—Puede pedir lo que quiera, señora Carlin —sonrío ampliamente y ella igual, sostengo la mano de Alex que estaba sobre la mesa, algo me dice que aún sigue en shock por esta sorpresa.

—Por favor, llámame Alicia, después de todo, aunque esta ingrata no nos haya presentado formalmente somos familia.

Esta señora me hace reír, Alex la fulmina con la mirada. Sé que me voy a divertir.

Y sí que tengo razón, no hubo momento en el que no riera por las cosas que la señora Alicia dice, es bastante divertida, ahora entiendo de dónde sacó Alex su personalidad, son capaces de crear risas por cualquier cosa por muy insignificante que sea.

—¿Alguna historia de la niñez de Alex que debería saber? —pregunto a Alicia, la verdad que muero de curiosidad.

No solo yo voy a pasar vergüenza con las anécdotas de mi madre.



#731 en Novela romántica

En el texto hay: comedia, jefe, celos

Editado: 05.12.2019

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