Casado con mi secretaria

Capítulo 45

Siento la entera necesidad de ir hasta donde está ella, Samuel está a mi costado derecho y me sirve otra copa de vino, este vino me encanta, me llevaré unas cuantas botellas a casa. Camino hacia ellas y me inclino para besar los labios de Alex al llegar donde están sentadas, Alex se pone de pie y me hace de seña que me siente, lo hago y ella se acomoda en mis piernas, se recuesta en mi torso y comienzo a acariciar su cabello y continúa su plática con Stefanie, todo está tranquilo hasta que escucho la palabra Raymond y todo mi interior se revuelve.

—La señora Phillips me comentó que Raymond ahora vive en California —Stefanie habla, cómo me molesta ese nombre, pero no la culpo, ella no sabe nada de lo que pasó—. Le solicitó trabajo a papá, dice que dejó su antiguo empleo por problemas personales —esbozo una sonrisa, Alex me mira y frunce el ceño.

—No lo va a conseguir tampoco —río, solo le digo al señor Carlin que no le dé trabajo y estoy seguro de que no lo hará.

Stefanie me observa desconcertada y Alex rueda sus lindos ojos.

—Larga historia, Stefanie —dice ella, su hermana nos mira más curiosa.

—¿Y? Tenemos tiempo —exclama, yo le voy a contar.

—Bien, yo te lo explico —me acomodo en la silla y dirijo mi mirada hacia Stefanie—, con todo respeto, pero el muy hijo de puta se quiso sobrepasar con Alex en la casa de mis padres en California —Stefanie me mira con los ojos bien abiertos con un extremo gesto de sorpresa, que sepa lo sinvergüenza que es.

—Está casado con una prima de Oliver —dice Alex, con tranquilidad, bueno, tratándose de Raymond yo no hablo con tranquilidad.

—Solo me despegué de ella por unos minutos. Podría decir pobre Raymond por quedarse sin trabajo, pero la verdad no, es un maldito que no respeta ni a su esposa ni a esposas ajenas.

—Oliver… —riñe Alex interrumpiéndome, ¿qué hay de malo con que todos sepan lo idiota que es?

Stefanie continúa con su gesto de sorpresa y suelta una sonora carcajada luego de algunos segundos, hablar de él me molesta, llevo la copa de vino a mis labios y Alex también empieza a reír, hasta a mí me contagian estas dos, la copa de vino estaba un poco llena y un poco del líquido rojo se desliza y cae sobre mi polera blanca.

—¡Maldición!

—Alexita... Mi niña... No puedo creerlo —una señora de la tercera edad viene casi corriendo sobre la alfombra de pasto del patio trasero de los Carlin, Alex voltea a ver casi de inmediato y una sonrisa de oreja a oreja se enmarca en su rostro.

—Abuela... ¿Es que aún caminas? —Alex se levanta de mis piernas y va hacia ella. Frunzo mi entrecejo, yo le digo eso a mi abuela y no me vuelve a hablar nunca.

—Claro, muchacha, y aún hago muchas otras cosas —observo cómo la señora sube sus cejas repetidas veces. ¡Por Dios! Ya lo entiendo, me contengo las risas para que me crean una persona bastante seria, es que, en serio, que toda esta familia de Alex es divertida.

—Así será tu esposa a esa edad, mismo físico y mismas ocurrencias —la voz de Stefanie me interrumpe, y sí que lo creo, con su cabello rizado y blanco como el de ella y hablando esas cosas con un extremo labial color rojo, no puedo evitar imaginar a Alex así, me hace reír solo pensarlo.

—Aún tienes fuerza, abuela, esa es buena señal, aún no te nos vas.

—Alex... —la señora Carlin se acerca a ellas.

—No te preocupes, Alicia. Ya la conozco —aprieta las mejillas de Alex y lleva su mirada hacia mí—. ¿Y este guapo muchacho es el que te soporta ahora? —sonrío, me levanto para saludarla y ella me abraza efusivamente y me envuelve con las enormes mangas de su vestido de flores. ¿Qué se tienen todas estas personas con los abrazos?

—No tiene idea —expreso y la abuela Carlin ríe a carcajadas.

Le ofrezco a la abuela la silla en la que estábamos con Alex y voy por otra, en lo que regreso Alex me hace de seña que vaya por otra y creo entenderlo, la abuela puede comenzar con sus bromas si nos mira de esta forma.

Algo me dice que esta señora también me va a caer bien.

Alex ubica su silla frente a ella y yo me ubico al lado. Luego de media hora ya me duele el abdomen de tantas risas, es que esta señora es una comedia andante, esta familia es única, si mi familia fuese así los visitaría todos los fines de semana. Luego de un rato, Frank se acerca a la abuela Carlin y la abraza efusivamente.

—Frank, hiciste que me atragantara tu abundante cabellera —la abuela hace sonidos de estar escupiendo algo.

Ya no más risas, me voy a ir dolorido de este lugar.

—Me las pagarás, madre. Alex y tú me las van a pagar —mueve su dedo índice repetidas veces frente al rostro de Alex y de la abuela. Alex ríe a carcajadas, estas personas son increíbles.

Ya es de noche y me atraganté como tres veces por comer al lado de la abuela Carlin, ya no vuelvo a cometer el mismo error, mis mejillas duelen de tanta risa, ya todos han tomado rumbo a sus respectivas casas, camino tomado de la mano con Alex hasta el interior de la casa cuando el padre de Alex me hace de seña que espere con su mano, suena interesante.

—Alex, te alcanzo, ¿sí? —ella asiente con su cabeza, sé que ha visto el gesto que ha hecho su padre hacia mí y me espera un interrogatorio luego, ella sube por las escaleras y me dirijo hacia el señor Carlin. Él sonríe.

—Mañana vamos a ir al viñedo con Frank y Samuel, ¿te parece? —asiento con mi cabeza—. Pero, quiero que tú y yo nos vayamos más temprano, quiero conocerte mejor, no creas que porque ya estás casado con ella no te haré pasar por las típicas preguntas incómodas.

Me hace reír, aunque eso me acaba de atemorizar, nunca me ha tocado vivir la experiencia «suegro-yerno», pero creo que puedo con esto.

—Aparte, quiero que hablemos algunas otras cosas —me dedica una leve sonrisa, sé a qué cosas se refiere y yo también necesito hablar esas cosas con él.

—Por supuesto, estaré listo mañana temprano, no se preocupe señor Carlin —nos despedimos y me dirijo al patio trasero viendo a mi alrededor esperando que nadie me mire o escuche, llamo a la agencia donde compro cosas exclusivas por internet, ruego porque tengan el bendito palo Titleist que el señor Carlin no ha podido conseguir.



#731 en Novela romántica

En el texto hay: comedia, jefe, celos

Editado: 05.12.2019

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