Casado con mi secretaria

Capítulo 50

Al menos están hablando, desde aquí no puedo distinguir sobre qué, pero ese es un avance, en este momento la abuela sale con un enorme pastel seguida de ella la señora Carlin y comienzan a encender las velas, todos comienza a cantarle Feliz cumpleaños y la señora Carlin entona una perfecta melodía en el piano, busco a Alex por todos lados y veo que ya no está, camino hacia la cocina y sí, se había escondido, está tomando agua desde un pequeño vaso de cristal de espaldas a mí, no se me ocurre nada más que hacerle cosquillas y ella se sobresalta y tira el agua por los aires.

—Oliver... —voltea bruscamente y solo sonrío por no reír—, me vas a matar, maldición.

—¿Qué haces aquí, Alexandra? Tú deberías estar cantando allá afuera junto a tu padre.

—Yo no soy de estas cosas —niega con su cabeza mientras intenta drenar las últimas gotas de agua que han quedado en el vaso.

—Dijiste que pondrías de tu parte —me cruzo de brazos e intento parecer molesto.

—Ya lo abracé tres veces, Oliver —recalca, levantando los tres últimos dedos de su mano haciéndome sonreír.

—Habla con él, pregúntale ¿cómo se siente? ¿Qué tal le ha ido? ¿Cómo la ha pasado conmigo?

—Tú lo que quieres es saber si le agradaste —ríe un poco y me observa entretenida en lo que rodeo su cintura con mis brazos.

—No, muñeca. Ya sé que le caí bien y me lo dijo varias veces no necesito volverlo a escuchar.

—Pero qué modesto —ironiza, y lleva sus delicadas manos a mi pecho haciendo una caricia bastante insinuante en esa parte.

—Por cierto, qué linda te ves con ese vestidito rosa —comienzo a recorrer su cuerpo con mi vista, no es bastante común ver a Alex con un vestido corto recogido en la cintura; mucho peor, rosa—, hasta me dan ganas de quitártelo —no sé por qué muerdo mi labio inferior, creo que lo vi en una película; ella ríe, significa que en mí no se ha visto tan sexi como me lo imaginé, pero espero verme sexi en otras cosas que pienso hacerle…

—Bien, se lo quitas más tarde porque ahorita la necesito —la voz de su madre interrumpe mis pensamientos, por suerte no dije el resto que pensé, ella entra a la cocina e intento contener una carcajada, pero de vergüenza, las mejillas de Alex están coloradas y creo que yo debo estar igual. ¿Dónde hay una caja o un hoyo para meter mi cabeza?

Ella se acerca a nosotros y mira el agua derramada en el suelo.

—¿Quién fue? —nos mira a ambos alternadamente.

—Bueno, yo no sostengo un vaso —pronuncio con malicia, Alex me mira y Alicia la mira a ella con toda la seriedad posible.

—Tú —la señala con su dedo índice—, no te muevas de ahí.

La observamos retirarse y Alex frunce el ceño, solo unos segundos después viene a paso rápido con un trapeador en las manos y se lo entrega, me contengo de reír porque sé que el trapeador puedo ser yo, Alex me fulmina con la mirada y comienza a trapear.

—Por cierto, no sabía que tocaba el piano, señora Carlin —me dirijo a Alicia, quien mira detenidamente el piso donde Alex está trapeando.

—Ah, y sé tocar muchas otras cosas, hijo, si quieres pregúntale a Alexander.

No, no quiero preguntarle eso a Alexander, uno queriendo ser serio y un completo profesional frente a la familia de su esposa y le salen con esto.

—Mamá…

—¿Qué, Alex? —dice como la más obvia—. Violín, chelo, guitarra… —Alex la mira con sus ojos entrecerrados, imposible no soltar carcajadas, no… Adiós toda la seriedad que existía en mí, ya no volveré a ver nada de igual manera.

Alicia le quita el trapeador de las manos y lo recuesta sobre la pared, la toma de su brazo y se dirige a la puerta de la cocina.

—Vamos, Alex. Necesito que hagas un sonido melodioso con el piano, voy a dedicarle unas palabras a tu padre.

—¿Qué? ¿Tú también tocas el piano? —ellas voltean a mí y yo debo estar con el gesto más desconcertado posible, debí preguntarle más cosas sobre ella, pero también siento remordimiento porque no me las haya dicho.

—Bueno...

—Desde los cuatro años —interrumpe la señora Alicia. ¿Desde los cuatro años?

—No es que sea buena tampoco —enuncia, pues la verdad si tiene 19 años de tocar el piano es porque es buena.

—¿Qué? —su madre de inmediato vuelve la mirada a sus ojos—. Puede tocar Winter Wind de Chopin —su madre me mira, no sé qué puta es Winter Wind de Chopin, pero si lo menciona con ese entusiasmo es porque es algo bueno, haré una visita por YouTube.

—Podía tocar Winter Wind de Chopin, madre —dice, viendo a su madre.

—¿Cómo no va a ser buena si la hicimos en los baños de un concierto de música clásica?

Su madre la mira con ternura, eso fue demasiada información para mí, Alex lleva su mano a la boca de la señora Alicia y la lleva casi a arrastres a la sala, las sigo y ellas se dirigen a un espacio de la sala cerca del piano que se supone es el escenario. Me siento al lado del señor Carlin aún en risas, él me mira con un gesto de diversión.

—Lo siento —digo—, estaba hablando con su esposa y Alex en la coc…

—Ya lo comprendo —me interrumpe y suelta una risota.

—Hola —Alicia llama la atención de todos los presentes mientras da una vueltecita —, yo le he escrito un poema al cumpleañero —sus ojos se cristalizan y lleva las manos a su pecho, el señor Carlin sonríe y niega con la cabeza.

Por lo que me acaba de decir y el gesto que acaba de hacer Alexander creo que esto va a ponerse bueno.

Le murmura algo a Alex y esta comienza a tocar una melodía, yo a esta mujer le voy a comprar un piano.

—¿Alexander, la recuerdas? —dice y todos volteamos a ver a Alexander—. Es la canción que sonaba cuando nos conocimos —su voz se quiebra y Alexander la mira con dulzura.

—Para mi Alexander —todos la ven atentos, y cuando yo me esperaba algo digno de Pablo Neruda, inicia...

Recuerdo cuando estábamos en la secundaria,



#728 en Novela romántica

En el texto hay: comedia, jefe, celos

Editado: 05.12.2019

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