Casado con mi secretaria

Capítulo 67

¿David? No, por favor, no. David es mi mejor amigo, para mí es mi hermano, él no puede traicionarme de esta forma. No lo creo, no, no, no… Aquí debe haber un error, él no haría algo así.

—¡Oliver! Mírame —espeta mi padre, levanto la mirada, él pone la mano con la que sostenía el periódico sobre mi escritorio y me mira fijamente—. ¿Es verdad eso dicho en el periódico? ¿Sí o no?

No sé qué decir, si niego, hará lo posible por investigar y cuando se dé cuenta de que le mentí será peor, y si afirmo, adiós empresa. Estos son los casos en que no sabes qué hacer, porque ambas respuestas traerán problemas, no tengo palabras, mi cerebro busca miles de alternativas, él me observa firmemente a los ojos y yo también, quita su mirada de mí y ahora la lleva a Alex.

—¿Alexandra? ¿Es o no es verdad? —Alex tampoco sabe qué contestar, sus manos se han puesto frías, puedo sentirlas a través de mi ropa donde me sostiene el antebrazo. Sus ojos se nublan, no tengo de otra.

—Sí, es verdad, papá —hablo, él de inmediato quita su mirada de furia de Alex para volverla a mí. Hace una pausa y nos mira alternadamente.

—Qué decepción —musita, luego de unos segundos, mientras lleva sus manos a su cintura apartando su saco gris, voltea a ver a mi madre, quien está cruzada de brazos solo observando la escena—. ¿Lo ves, querida? Y tú jurabas que eso no podía ser verdad.

Ella también nos observa, su mirada es de decepción, simplemente sale de la oficina y cierra la puerta.

—Con nosotros no cuenten para la supuesta boda que harán para renovar votos y no sé qué más estupideces —continúa—, no voy a seguir jugando una farsa. Y un dolor se instala en mi pecho.

—Papá, ya no es una farsa, escúchame… —quiero ponerme de pie, Alex se levanta de mis piernas y yo de un salto me dirijo hacia él para explicarle las cosas con calma.

—No quiero escuchar nada, Oliver —me interrumpe, haciendo que me detenga de golpe—, no puedo creerlo, ustedes dos —levanta su dedo índice para señalarnos alternadamente— dejan de existir para mí. ¿Entendieron?

Mi corazón y todas mis entrañas se encogen con esas palabras, me caso en una semana.

—Papá… —quiero ir hasta él, pero sale de la oficina y cierra de un portazo, seguirlo y explicarle no va a ayudar, los ojos de Alex están cristalizados y sé que está pensando en su familia ahora que lean este periódico. ¡No! ¿Por qué esto nos pasó justo ahora? Yo solo quería darle a Alex el mejor recuerdo de su vida.

Miro el periódico otra vez, no creo que David sea capaz de arruinarme la vida de esta forma, llevo mi mano a mi cabeza a modo de frustración, él ha sido como mi hermano. Juro que si David ha sido no me importará limpiar esta empresa con él y antes de dejar la compañía me daré el gusto de mandarlo a la mierda yo mismo.

Camino hacia su oficina, con los puños apretados, no puedo pensar en que David haya hecho esto, aprieto el periódico con fuerza y camino por el pasillo deseándole la muerte a él o a quien sea que haya dicho esto, tomo la manecilla de la puerta de su oficina, giro de esta y la cierro a mis espaldas de un portazo, lanzo el periódico que tenía en las manos al suelo con fuerza, y ahí está gritándole a su asistente, Andi, y ella llora a mares. Sí, ahora todo cobra sentido, el muy hijo de puta le contó a ella, y ella lo dijo a la prensa, inmediatamente que sus ojos me enfocan camina hacia mí, en un ágil movimiento tomo su saco de ambos bordes con mis manos y lo lanzo contra la pared.

—Oliver, escúchame, te juro que no fui yo —sus pequeños ojos me enfocan y puedo jurar que sé cuándo él me miente y este no parece ser el caso.

—Pero lo hablaste con ella. ¿No? —pregunto, se remueve para zafarse de mi fuerte agarre, pero no lo logra.

—OLIVER. ¡JODER! TE ESTOY DICIENDO QUE NO FUI YO. ESTOY INVESTIGANDO QUIÉN PUTAS HA DICHO ESO —levanta su voz, también me mira de manera feroz, sus ojos están empañados, sí creo que no haya sido él, no sé por qué, pero en el imbécil que confío ciegamente no es capaz de hacerme esto.

Alex entra a la oficina, solo logro distinguir su vestido celeste por el rabillo de mi ojo, pero no la enfoco completamente, no puedo despegar mi vista de la de David, y él tampoco hasta que comienza a marcar un número.

—Oliver, basta, por favor —Alex se interpone entre los dos, haciendo que suelte, finalmente, a David, me toma del antebrazo y tira de mí lejos de él.

—Juro que voy a demandar a estos hijos de puta —David ahora camina hacia Andi, quien levanta su mirada al escucharlo— y te juro —señala a Andi con su dedo índice— que si tú tuviste algo que ver te haré la VIDA IMPOSIBLE —grita.

—Pero yo ni siquier… —Andi vuelve a llorar sin poder terminar la oración, creo firmemente que sí, sí lo hizo y sé que David tuvo algo que ver con que lo sepa.

David comienza a gritar por su teléfono a los malditos del periódico, si pudiera quemarlos vivos lo haría. Miro por el ventanal de su oficina, un sinnúmero de reporteros rodea la empresa, mi cabeza da mil vueltas, estoy a punto de un derrame cerebral.

—Oliver —Alex toma mi antebrazo y me gira hacia ella—, necesito ir donde mi padre, urgente —en otra ocasión diría que voy con ella, aunque se niegue, pero tengo muchas cosas que resolver en este lugar que ni siquiera puedo pensar con claridad—, no quiero que se dé cuenta por un periódico, y es muy probable que tenga la misma reacción que tu padre.

—Déjame hacer unas llamadas —saco el celular de mi bolsillo, tengo que arreglar lo del jet para que lleve a Alex, en estos momentos, con todo lo que estamos pasando y con lo de su padre lo mejor es que esté lejos de aquí.

La llevo hasta el aeropuerto, casi no llegamos al auto por la cantidad de reporteros que nos rodeaban, no quise contestar sus típicas preguntas: «¿Es verdad lo de su falso matrimonio? ¿Es cierto que solo fue un arreglo por conveniencia? ¿Qué se siente la traición de un amigo?».



#727 en Novela romántica

En el texto hay: comedia, jefe, celos

Editado: 05.12.2019

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