Casado con mi secretaria

Capítulo 71

Alex está ahí y Lauren también, esta última tirada en el suelo, dos personas la ayudan a levantarse. ¡Joder! De inmediato camino hacia ella antes de que la agarre a golpes, no es que me importe, pero puede presentar cargos por hacer esto y yo no quiero tener que hacer visitas a la cárcel. Alex me mira y veo que sus ojos reflejan furia, estoy seguro de estar metido en medio de todo esto. ¡No! ¡Más problemas!

—¿Qué hacías en un restaurante con esta puta esta mañana? —pregunta, y mis alarmas se activan. ¡Lo que me faltaba! Observo a Lauren. ¿Qué puta…? Observo que de su nariz emana sangre que ella se limpia con un pañuelo blanco, de sus ojos brotan lágrimas…

—Alex…, vamos, hablamos en casa —contesto, de manera suave antes de que también me golpee, porque la creo capaz.

Ella se aparta de mí y me entrega algo. Bueno, de hecho, lo pone en mi pecho de golpe, frunzo el ceño, lo tomo y sus delicadas manos se rozan con las mías, pero ella continúa su camino, observo lo que me ha entregado. ¡Es mi identificación! ¡Joder! ¡No! ¿Qué le habrá dicho esta mujerzuela? Camino detrás de ella intentando explicarle y por mucho que menciono su nombre no voltea a verme; no, no, no, ahora esto no, por favor.

—Oliver… —escucho la voz chillona de Lauren, no, si esta mujer me saca de quicio, hasta me dan ganas de dejar que la mate. De inmediato Alex camina de regreso hacia ella, puedo ver cómo la tonta esa se estremece y Alex la lanza contra la pared con fuerza. ¡Puta! Eso debió doler, y todavía pone su antebrazo sobre el cuello de ella, la alentaría, pero mejor me la llevo, la tomo de la cintura y hago que se separe de Lauren, a arrastres la intento sacar de aquel lugar. ¡Qué mujer, joder! Y todavía se aferra del marco de la puerta con fuerza, tengo que tirar de ella para sacarla de ahí, estoy esperando el momento que me deje ir un golpe.

—Juro que te voy a demandar por esto —esa voz chillona de Lauren resiente mi tímpano, Alex se remueve en mis brazos, quiere soltarse, tengo que sostenerla con más fuerza.

—Hazlo, me vale una mierda. Así les podré contar a todos que te golpeé por lo puta que eres —¡ah! ¡Esta mujer! Y ahora lo que me espera por no ir por la identificación yo mismo.

Al salir de aquel lugar, giro a Alex hacia mí y ella me observa, está molesta, lo sé. Tengo ganas de reír por lo que hizo, pero mejor no lo hago.

—Alex. ¿Qué hiciste? ¿Por qué…?

—Claro, defiéndela —lágrimas se asoman por sus ojos. ¡Ah! ¡No puede ser!—. ¡Lo que me faltaba! Que vinieras a verte con esa zorra —solloza, suspiro, este es el momento en el que me defiendo, pero decirle que la motocicleta tiene un rastreador no es buena idea e igual terminaré golpeado, ella comienza a llorar a mares mientras se sienta sobre el pavimento. Sé que esto es más por toda la tensión por la que ha pasado estos últimos días que por lo que sea que Lauren le dijo, la conozco lo suficiente como para saber que mi Alex estuviera ahorita camino a cualquier lugar donde buscar una escopeta.

—Alex, mi amor, cálmate, por favor… —digo, de una manera suave, tomo delicadamente su antebrazo, pero ella se suelta de mi agarre.

—¿Qué voy a calmarme? —interrumpe—. Venías a verte con la puta esa. ¿Cierto? ¿Por eso estás aquí?

¡Ah!

—No, Alex —me inclino hacia ella en cuclillas. ¿Cómo le digo lo del rastreador? Tomo su rostro con ambas manos limpiando sus lágrimas con mis pulgares—. Escúchame, vamos a ir a casa, te vas a tranquilizar y luego hablamos.

—De ningún modo… —riñe, la rodeo con mis brazos y apego su rostro a mi pecho, al inicio se remueve, pero, finalmente, cede y comienza a llorar, tiene que desahogarse para que hablemos tranquilos, todo esto debe ser demasiado para ella, lo sé, y todavía la puta esa viene a joder—. Si no me quieres contestar e… Es por algo —balbucea entre lágrimas.

—Alex… —vuelvo a tomar su rostro y hago que me mire a los ojos—, solo te preguntaré una cosa… —limpio sus lágrimas y la observo al estilo telenovela de esas que Rosa mira—. ¿Desconfías de mí?

¡Por supuesto que desconfía de mí! ¿Quién no lo haría si le entregan una identificación de su pareja? Pero al menos con esa pregunta idiota gano tiempo para que mi cerebro busque las mejores palabras para decirle: «Oye, la puta motocicleta esa tiene un rastreador» sin ser golpeado.

Y ella me mira fijamente, me estoy esperando lo que sea, sus ojos rabiosos me escudriñan, siento temor por unos momentos de recibir un golpe como el que le dio a Lauren.

—¿Entonces por qué no contestas mis preguntas? —interroga, sin despegar su mirada de mí, cuando llora el verde de sus ojos se mira más pálido—. Ya tengo suficiente estrés como para que me estés haciendo pensar que hiciste algo con ella.

—Yo no estoy haciendo eso, tú eres la que se lo está imaginando —mi cerebro sigue maquinando las mejores palabras.

—Entonces… ¿Por qué tenía tu identificación? ¿Por qué estás aquí donde casualmente ella se encuentra? Porque no me digas que me seguiste… En serio no c…

—Alex, basta. Vamos, por favor, hablemos en casa, con calma —así pienso todo el camino cómo decírselo.

—No iré a ningún lado si no me lo dices aquí y ahora —¡qué mujer más difícil!

—Ni siquiera la había visto, te lo juro, escúchame bien —continúo viéndola a los ojos—, yo te amo, nunca en mi vida haría algo así estando contigo, soy feliz a tu lado, aunque estemos pasando este mal momento yo no deseara estar con nadie más… —llevo un mechón de su cabello detrás de su oreja, y ella me mira atenta, esas palabras le gustan, lo sé—. Fuimos con mi padre a almorzar al restaurante de Romanov, si quieres ve y pregúntale, no fue una buena charla que incluso olvidé mi identificación en el lugar. Le llamé a Anthony y me dijo que la enviaría a la empresa, pero no sabía que la persona con la que la enviaría sería Lauren.

Ella pestañea y puedo ver cómo sus lágrimas cesan.



#727 en Novela romántica

En el texto hay: comedia, jefe, celos

Editado: 05.12.2019

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