Casado con mi secretaria

Capítulo 78

Unos besos en mi mejilla, cuello y espalda me despiertan, pestañeo varias veces para acomodarme a la jodida luz del amanecer, algo me impide moverme y escucho una dulce voz que mi cerebro logra reconocer de inmediato.

—Feliz cumpleaños —mi amor, quien está sentada a horcajadas sobre mi espalda, habla de esa forma canturreada digna suya, pero… Demonios…

—¿Qué hora es? —pregunto de inmediato, y en eso mis ojos enfocan un pastel con una vela verde que forma el número 26. ¿Qué?—. Alex. ¿Qué haces? —cuestiono, con una sonrisa, olvidaba que hoy era mi jodido cumpleaños.

—¿Qué importa la hora, Oliver? Es tu cumpleaños, disfrútalo. Y esta —toma un poco del baño del pastel con su dedo índice embarrándolo en mi nariz— es tu torta de cumpleaños. Déjame encender la vela para que pidas un deseo.

No puedo evitar sonreír, yo no quiero pedir deseos, ya tengo todo lo que quiero. Me intento girar sobre mí mismo, Alex se pone de pie para dejarme hacerlo, una vez que estoy bocarriba se sube nuevamente a horcajadas encima de mí, bien, estoy despertando y ella ubicada de esa forma…, aunque… ya debe estar acostumbrada a ver a Superoliver así todas las mañanas.

—Gracias, mi muñeca, en serio —digo, tomando su estrecha cintura que me encanta—. Y apuesto que ese lo hizo Rosa.

—¿Qué? —lleva sus manos a su pecho y muestra indignación—. Me levanté muy temprano para hacerlo yo misma —finge lloriquear—. Rosa solo me dio instrucciones —no puedo evitar reír, mientras continúa según ella gimoteando, aprovecho y tomo un pedazo de pastel entre mis dedos y lo embarro en su cara, de inmediato abre sus ojos con sorpresa y me mira feroz.

—Yo… te… mato —intenta agarrar la torta, pero la sostengo con fuerza para que no lo haga, ya sé sus intenciones, en un ágil movimiento me ubico sobre ella y sujetando sus muñecas con fuerza comienzo a lamer el pastel de su cara—. Eres un asque… ro… so —balbucea, entre risas.

—Espero que no hayas hecho una fiesta sorpresa y ahora yo caiga por las escaleras —menciono, conteniéndome una carcajada al recordar ese día, ella me mira con desaprobación.

—Pero sí te llevaré a cenar a un lindo lugar, así que espero que estés en casa temprano.

—Por supuesto —sonrío levemente—, pero por ahora tengo cosas que hacer, vamos, te dejaré en tu trabajo, quiero que a toooodos les quede claro que estás casada.

Ella rueda sus ojos.

—¿En serio, Oliver? ¿Eso es lo que más te preocupa? —cierro un poco mis ojos para reír y en cuestión de segundos tenía su mano con pastel en mi cara, sí, al final se salió con la suya.

Me costó bastante quitarme el maldito pastel del cabello y Alex ni digamos, al menos fue un buen pretexto para bañarnos juntos, solo eso porque no hay tiempo de algo más, tengo muchas cosas que hacer.

En media hora ya estoy listo solo para esperar que ella se termine de arreglar, mi sorpresa es que ya está abajo esperándome carcajeándose con Pablo y Rosa. Al bajar las escaleras, todos me sonríen y Rosa viene hacia mí a paso rápido.

—Feliz cumpleaños, niño Oliver —me rodea con sus brazos y yo frunzo mi entrecejo, odio los abrazos, a excepción de los de mi esposa, ella sí puede abrazarme todo lo que quiera. Alex ríe al ver mi expresión, al igual que Pablo mientras intento separar a Rosa de mí.

Llevo a mi rubia hasta su trabajo y observo que ya estoy bastante retrasado, me hubiese bajado con ella al ver al tal Matthew en la entrada del set, pero no tengo tiempo. Me despido con un beso rápido en sus labios y conduzco hasta mis nuevas oficinas.

Al llegar, David ya está ahí y quita su mirada de su computadora al verme.

—Feliz cumpleaños, marica —enuncia, con fingida emoción, maldito—, ya estás viejo.

—Lo extraño aquí es que soy dos meses mayor que tú y ya pareces de cuarenta —digo, caminando en su dirección.

—¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! —enmarca esas sílabas—. Qué chistosito, señor Anderson, toma, te traje un regalo —me extiende un paquetito plateado y lo tomo achicando mis ojos.

—¿Es en serio, David? ¿Un preservativo? ¿Sabes que si Alex me encuentra esto me mata? —digo, enarcando una ceja, no me quiero imaginar colgado de mi Superoliver por culpa de David, quien solo ríe, hijo de puta, se lo tiro en la cara y él continúa sus sonoras carcajadas.

—Qué malagradecido, Oliver. ¿Y bien? ¿Nos vamos de borrachera? —pregunta y lleva su mirada al monitor de su computadora.

—No puedo —digo, poniendo mi maletín sobre el escritorio de vidrio en el que se encuentra David, aún están remodelando el lugar y solo hay una oficina donde nos reunimos—. Alex quiere que vayamos a cenar.

—Eso suena bien, yo creí que te ibas a encerrar a trabajar en tu cumpleaños y eso es triste —enarco una ceja, trabajar es lo mejor que te puede pasar, lo peor es ser pobre—. Por cierto, ¿quieres ir a la fiesta del programa para el que trabajan las chicas? Creo que es la del estreno o algo así.

—No quiero celebraciones, estoy demasiado cansado, suficiente tengo con esa cena que Alex está preparando —contesto, mientras saco mi laptop de mi maletín—, luego solo quiero ir a casa y dormir —David comienza a teclear en su computadora negando con su cabeza y yo comienzo a revisar mi correo electrónico.

Por la tarde, mi celular suena, casi no lo reviso por tanto trabajo y en unos minutos tengo una reunión. David ya está guardando sus cosas y yo hago lo mismo, saco el móvil de mi bolsillo y observo un mensaje de Alex sobre el lugar en el que nos vamos a ver, suena bien, me gusta ese restaurante y ella lo sabe, de inmediato contesto afirmativamente y me encamino hacia el sitio donde sería la reunión.

Siento que los minutos pasan volando, cuando observo por la ventana ya está anocheciendo, pero luego vuelvo la mirada a mi computador y de ahí ya no pongo atención a nada más que lo que están diciendo los expositores, una vez que todos se han ido, observo que tengo un archivo aún sin terminar. ¡Mierda! En ese mismo instante me dispongo a concluirlo, siento mi celular vibrar en mi pierna, lo había puesto en este modo antes de comenzar la reunión, no puedo distraerme, así que simplemente ignoro la llamada, sacando el teléfono de mi bolsillo y guardándolo en mi maletín. Debe ser Alex, observo mi reloj y aún faltan unos minutos para la hora que sería la cena, me debato entre ir al restaurante en estos momentos o terminar el archivo, pero… este documento es importante, no puedo dejarlo para más tarde, Alex puede esperar, igual si no está listo no estaré tranquilo en la cena.



#727 en Novela romántica

En el texto hay: comedia, jefe, celos

Editado: 05.12.2019

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