Casado con mi secretaria

Capítulo 81

No lo puedo creer, no, esto no debe ser verdad, solo debe ser una broma, comienzo a caminar de un lado a otro en mi oficina con una mano en mi cabeza mientras que con la otra con mis dedos casi tiritando comienzo a marcar el número de Natalie, no contesta, ¡maldición! Mi garganta está seca, siento mis músculos débiles, me desplomaré en cualquier momento… Yo solo quiero que me permita hablar con ella, esto no puede ser posible.

Llego hasta mi auto y comienzo a conducir, mi mente está tan perdida que no sé hacia dónde me dirijo por unos minutos, hasta que luego recuerdo que tengo que encontrar a Natalie, comienzo a marcar el número de David, pero él iba a una reunión en mi representación, yo solo quería ir temprano a casa y hablar con mi rubia para saber cómo podía recompensar esa mierda que hice ayer, yo no… No, esto es demasiado.

Sigo marcando el número de Natalie, ella puede estar en su trabajo… En casa… No lo sé, pero no está en ninguno de los dos lados, se niega a contestar el teléfono celular, mi corazón se saldrá de mi pecho, siento que cada minuto que pasa se estruje, doy vueltas sin rumbo por alguna hora esperando encontrármela en algún lugar en las calles, tal vez fue donde su madre, comienzo a llamar a esa casa, a estas horas ya debe estar allá, de inmediato la señora Alicia contesta y tampoco sabe algo de ella, no la quise alarmar, así que le dije que debía estar con Natalie, la verdad no saber nada de ella me frustra y no quiero que más personas se sientan igual que yo con esto.

No tengo de otra.

Aparco mi vehículo para luego adentrarme a las oficinas de la revista, estoy tan fuera de mí mismo que ni siquiera sé qué estoy haciendo, sin tocar entro al despacho de mi padre, el que solía ser mío, no puedo evitar sentir nostalgia, puesto que en este lugar fue que le pedí matrimonio a Alex. Mi padre está hablando por teléfono recostado sobre la silla giratoria que yo solía usar, de inmediato que sus pequeños ojos me enfocan frunce su entrecejo y termina la llamada, puedo jurar que ha visto la expresión en mi rostro por sus siguientes palabras.

—¿Estás bien? —interroga, poniéndose de pie, niego con mi cabeza mientras me acerco a su escritorio.

—¿Todavía tienes contactos con los aeropuertos? —estoy hiperventilando, él me mira con intriga, siento que me dará un infarto en cualquier momento.

—¿Por qué? ¿Qué pasó? —pregunta, llevo mis manos a mi cabeza aún pensando en la jodida carta mientras miro en otra dirección y me debato entre decirle sí o no, comúnmente le diría que no es de su incumbencia, pero este no es un buen momento—. Oliver… —menciona al no obtener respuesta de mi parte, suspiro.

—Es Alex… Me ha dicho que se va del país y necesito que me ayudes a rastrear hacia dónde fue —no sé ni qué mierdas hago aquí, es obvio que no va a cooperarme, yo mismo le he negado mi ayuda estos últimos días.

—¿Cómo? ¿Por qué? —interroga, para mi sorpresa toma el teléfono de la oficina y comienza a marcar un número—. ¿Me dirás por qué ha tomado esa decisión? Porque no simplemente lo ha hecho por su propio gusto, ¿o sí?

—No —trago saliva, él continúa con el teléfono sobre su oreja, es la única solución que tengo.

Tomo lugar frente a él y llevo mis codos a mis rodillas, hundo mis dedos entre mi cabello mientras comienza a hablar con alguien al otro lado de la línea, tamborileo mis pies contra el piso alfombrado, intento conservar la calma y no tirar todo aquí.

—¿Sabes exactamente la hora? —cuestiona, niego con mi cabeza, marco una vez más el número de Natalie, ella debe saber, pero no contesta, por último, se me ocurre llamar a David, sin embargo, él no ha sabido nada de Natalie hoy. Maldita sea—. Oliver, revisarán los registros de la jornada, pero eso puede tomar horas o un par de días.

—Y… yo —balbuceo y trago el jodido nudo en mi garganta— solo quiero saber dónde fue para ir por ella.

—¿Qué pasó? —pregunta, al terminar la llamada, rodea su escritorio para llegar hasta mí, reposa sus caderas sobre la mesa, ya no sé ni qué contestar, después de todo no puedo reñirlo, está ayudándome sin yo merecerlo—. ¿Te acostaste con alguien más? —ahora sí levanto la mirada.

—¿Cómo puedes decir eso? ¿Por qué tienes ese tan mal concepto de mí, padre?

—Oliver —me interrumpe, sin embargo, no le dejo continuar, de inmediato me pongo de pie, como siempre cuando me siento ofendido.

—Si me conocieras tan solo un poco, supieras que yo nunca me atrevería a hacer algo así…

—Oliver. ¡Por Dios! —riñe—. ¿Por qué siempre estás a la defensiva? —da unos pasos hacia mí para quedar frente a frente.

—Porque siempre estás haciéndote ideas erróneas sobre mí.

—Hijo, cálmate —doy la vuelta de inmediato, no estoy como para soportar esto y aguantar a mi padre, salgo por la oficina cerrando de un portazo.

Está de más mencionar, que ese día tomé en mi habitación deseando que todo fuera solo una mentira mientras lágrimas se resbalaban por mis mejillas hasta quedarme profundamente dormido.

Unos golpes en la puerta de mi dormitorio me sobresaltan, no sé cuánto tiempo había pasado, pero la claridad me estaba dando de lleno y la cabeza estaba a punto de explotarme, miro a mi alrededor esperando que eso solo haya sido un mal sueño, pero al parecer no fue así, cuando mi cerebro vuelve a la realidad una nostalgia me cubre de pies a cabeza y me quedo recostado por unos segundos evitando que las lágrimas se apoderen de mí, por el ángulo de la luz que entra a mi habitación puedo jurar que ya pasa el mediodía, escucho otros golpes y me pongo de pie de inmediato cuando un dolor punzante en mi sien hace que tome lugar en el borde de mi cama, vuelvo a levantarme, ni siquiera me había cambiado de ropa, abro y rápidamente mi padre entra a la habitación mirando alrededor.

—Londres, Inglaterra —enuncia, y observa la botella de whisky derramada en la alfombra de mi cuarto—. Ahí fue, el problema es que no se tiene más registro de ella, la investigué y no rentó un auto ni nada por el estilo. ¿Sabes si tiene familia en esa ciudad? —clava sus ojos en mí mientras hago memoria, no sé nada, llevo mis manos a mi frente intentando recordar, pero no evoco nada, no, no lo sé… Quisiera llamar a la madre de Alex, pero si ella no sabe nada no quiero alarmarla, maldición. Niego con mi cabeza.



#731 en Novela romántica

En el texto hay: comedia, jefe, celos

Editado: 05.12.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.