Casado con mi secretaria

Capítulo 83

Maldita sea, esto no puede ser verdad, la persona que estuve buscando todo este tiempo está frente a mí, tan anonadada como yo, sus ojos verdes están clavados en los míos… No sé ni qué sentir, no sé qué hacer, ni qué creer, me parece que esto es un sueño como muchos que tuve donde la encontraba, pero en esas fantasías nos reíamos, abrazábamos y besábamos, no creo que eso pase en la vida real. Siento mi corazón dar mil vuelcos, no puedo despegar la mirada de ella, no puedo… y ella tampoco.

Intenta ponerse de pie y la ayudo extendiendo mi mano hacia ella, para mi sorpresa la toma y se levanta conmigo, sin despegar esa mirada de mí ni yo de ella. Debería decir «Hola» al menos, voy a enunciar esas palabras cuando escucho que llaman mi nombre de la boca de Harold. Volteo de inmediato mientras él se acerca a mí.

—Una de las chicas quiere conocerte —murmura a mi oído sin percatarse de la presencia de la persona frente a mí, aunque al ser un socio nuevo no sabe de ella. A mí no me interesa nadie, y vuelvo mi vista al frente, Alex ya no está ahí, observo su silueta con un vestido blanco que se ajusta a todas sus curvas perderse entre la multitud.

Mi mente queda perdida, trago saliva y por un momento no sé qué hacer, tal vez lo más inteligente hubiese sido ir tras ella, pero me decido por salir de aquel lugar, no sé qué estoy haciendo, me retiro sin decirle nada a nadie, conduzco sin rumbo por alguna hora, a no ser por el GPS instalado en el auto que renté juro que me hubiese perdido, me detengo en algún punto con mi cerebro aún desorientado… Alex… No sé hasta cuándo mi cerebro se resignará de que la hemos perdido.

Llego a mi habitación y no dejo de pensar en ella… Me recuesto sobre la cama, esos ojos verdes se quedaron tan impregnados en mí, mi vista se humedece, yo la quiero conmigo.

Está demás decir que ese día no dormí la noche entera y al día siguiente fue el viaje más largo a Nueva York que haya experimentado, tenía una leve resaca que no me dejaba hacer mi trabajo con claridad, o… no quería hacerlo por estar pensando en aquella bella rubia, hundo los dedos en mi cabello con los codos sobre mi escritorio. Un par de minutos después mi celular suena, es del investigador, ahora sí tiene todos sus datos, maldición, lleva más de un mes de vivir aquí y fuimos a coincidir a una fiesta en otra ciudad.

—Y… ¿Sabe si tiene a alguien? —cuestiono vacilando, casi balbuceo esa pregunta, no sé qué haré si la respuesta es afirmativa, me doy por muerto.

—Al parecer no, según vecinos solo dos señoras son las que llegan a visitarla desde que se mudó al lugar. Tengo la dirección de su casa si la necesita, señor Anderson, número de teléfono y su próximo evento que será una presentación en el NY Live.

Me quedo analizando mi respuesta, ya tengo todo para ir por ella si quiero, no puedo creerlo. Me quedo ahí… en mi escritorio… analizando lo que haré. Al día siguiente ya tengo todo armado en mi mente, otra noche que no duermo… Esto algún día me va a afectar, pero ahora, necesitaba pensar todo esto.

Me levanto de mi lugar y voy hasta mi archivero…, ahí están los papeles de divorcio, sin pensarla dos veces los firmo y se los envío a mi abogado, estamos oficialmente separados.

No sé cuándo recibirá los papeles, pero no debe tardar mucho. Mientras tanto me preparo para mi siguiente paso, leo una y otra vez la carta que ella me envió aquel día, y comienzo con mi respuesta. No sé cuánto tardé escribiendo estos cuantos párrafos, pero cuando veo por mi ventana, el sol se está ocultando dando paso a un lindo atardecer, el cielo se tiñe de un color naranja haciendo que mi interior se relaje y tenga una pizca de esperanza.

No sé si me aceptará o no, o cuánto me irá a costar, pero no creo dejarla ir, pido la dirección del lugar en el que ella estará mañana, tengo la de su casa, pero no quiero ir ahí a interrumpir su privacidad si ella no quiere verme. No sé por qué, pero por primera vez en mucho tiempo me siento bien y tranquilo, si ella aún me ama, como yo a ella me dará esa oportunidad… Lo sé, si no lo hace, al menos me convenzo de que ya no puedo seguir con esto. Busco por Amazon un jodido oso de felpa con las letras «PERDÓNAME», sin embargo, no encuentro nada, solo un Spiderman con esa palabra.

Bien, eso cuenta y más conociendo su gusto en pijamas. Esto es bastante original, mañana está aquí a primera hora.

Por primera vez en mi vida, duermo como un bebé, me levanto tarde, desayuno tranquilo, tomo una ducha y me alisto, me miro al espejo mientras acomodo mi corbata con una boba sonrisa en mi rostro.

Ayer había conseguido tener el nuevo Porsche del próximo año y lo estrenaré para esto, será un buen recuerdo… o un malo… No estoy seguro, pero algo en mi interior me dice que sí lo lograré.

Me siento en el borde de mi cama y repaso mi carta nuevamente, aclaro mi garganta y suspiro al llegar al último párrafo, ladeo una sonrisa cuando vuelvo a leerla, hasta yo mismo me sorprendo de lo que escribí.

Ahora seré yo quien se sentará a escribir estas palabras, ya que hablar contigo no puedo, más bien, no me dejas, lo cual te agradezco; si no me hubieses enseñado por las malas, la importancia que tiene dedicarle un tiempo a mi esposa nunca lo hubiese entendido.

Ya que no me dejaste la opción de charlar contigo sobre la carta que me enviaste, miro justo y prudente desahogarme por medio de otro papel, espero que no te deshagas de él, porque el tuyo, yo aún lo guardo en un lugar especial, dentro de mi libro de Estadísticas, junto a aquella notita que me dejaste con las palabras «Te amo».

Te he pedido perdón miles de veces por esto, pero en serio lo hago con el corazón en la mano, nunca fue mi intención ofenderte con mis palabras, estaba tan estresado ese día que no medí las consecuencias y no sabes cómo me arrepiento, soy un idiota, lo sé, y te vuelvo a pedir perdón.

Sigamos con lo del «negocio ganar-ganar» que te mencioné al inicio del contrato, tienes razón, primer pacto en el que fallo, porque ninguno de los dos ganó, o al menos eso pensaba, porque, de hecho…, yo sí gané, gané una mejor amiga, una compañera, una confidente… Gané al amor de mi vida.



#729 en Novela romántica

En el texto hay: comedia, jefe, celos

Editado: 05.12.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.