Casado con mi secretaria

Epílogo

Miro a Haylie fijamente y ella a mí, parpadeo varias veces y es que ese pañal no se ve como el que sale en la fotografía. ¿Qué hice mal? Levanto la caja para observarlo mejor. Quiero quitárselo para volver a intentarlo, eso hago y me quedo con una de las cintas ajustables en los dedos. No puede ser verdad. Bufo, y ella solo ríe al ver mi desesperación, me hace sonreír.

—Algún día tú vas a estar en esta situación, pero cuando suceda espero que tengas treinta años porque si no papá usará su futura escopeta y dejará sin padre a tu hijo.

Y ella solo ríe, la misma personalidad de Alex, burlándose de mis problemas. Miro nuevamente las instrucciones. ¡Ah! Ya lo entendí, esa cinta va del otro lado. ¡Maldita sea! ¿Por qué no avisan antes?

—Los antiguos pañales que usabas no tenían todos estos accesorios, la abuela Margot está loca adquiriendo estas cosas extrañas de color rosa con flores, yo te compraré pañales de Rayo McQueen o Deadpool para que tu mamá sea feliz y combines con sus pijamas.

Ella patalea como siempre que está feliz, con una sonrisa tiene casi todo su puño babeado, la claridad que entra por la ventana choca en sus rizos rubios que ya comienzan a asomarse. Otra muñeca y yo ya voy a ir comprando mi escopeta.

Una gota sudor corre por mi frente mientras acomodo el otro pañal, tantas flores me ponen mareado, miro la imagen de la caja y a ella, sí, ahí es, exhalo todo el aire que mis pulmones estaban reteniendo.

—Haylie, lo hicimos —pongo mi palma frente a ella y tomo su pequeña mano para chocarla con la mía.

Tomo el bolso con sus cosas para bajar a la sala, hoy es el cumpleaños de la señora Alicia y haremos una fiesta sorpresa para ella. Termino de acomodar su vestido cuando la observo intrigada en algo, no… Que no sea lo que creo… Nooo… De inmediato mis fosas nasales se activan. ¡Joder! ¡No!

—Mi amor. ¿Por qué? —me acerco a su pañal y sí, ahí está, la observo con mis ojos entrecerrados—. Lo hiciste a propósito —como si me entendiera esboza una gran sonrisa y sigue pataleando mientras continúa mordiendo su puño.

Definitivamente es hija de Alex.

Suspiro… Tanto que me costó poner ese jodido pañal.

Luego de alguna media hora por fin bajamos a la sala, a la primera que me encuentro es a Alex, quien se acerca con una sonrisa y es que la maternidad la hace ver mucho más bella, y no lo digo solo porque sus pechos estén más grandes.

—¿Por qué tardaron tanto? —cuestiona, poniéndose de puntitas para alcanzar mis labios y luego darle un beso a la bebé en la mejilla.

—Esos pañales llenos de flores rosadas estuvieron a punto de hacerme vomitar arcoíris.

—Acostúmbrate —dice, con posible tono de mofa, cuando unas risas nos sobresaltan y ambos volvemos a ver en esa dirección.

Mi padre y David están viendo nuestro álbum familiar. Alex había tomado una foto por cada mes de embarazo junto a mí, hasta la última que fue con nuestra Haylie en brazos, las mejores fotos que nos hayamos tomado juntos, Alex no engordó ni un kilo, yo lo hice por ella; tuve que salir a correr y entrenar tres horas diarias para bajar siete kilos. Alex se encamina hacia ellos, mientras yo voy a la cocina, tengo hambre, pero al menos ya no es de esas malditas hamburguesas.

—Lo único que veo aquí es cómo Oliver sube un kilo cada mes —escucho la voz de David a lo lejos y me encamino en su dirección.

—Claro, y cómo no iba a engordar —ironiza mi padre—, si ya no me invitaba a beber un trago, no, me invitaba a comer hamburguesas —malditas hamburguesas, las odio.

—Solo mírate, pareces el jodido Winnie Pooh en la última foto —continúa David, hijo de puta, Alex suelta carcajadas y me hace verla con mi mirada más fulminante posible, sí, ella disfrutó observándome subir esos siete kilos.

Me siento al lado de ella con mi Haylie en brazos, mientras continúan la burla hacia mí, aunque con esos lindos ojos azules de mi hija viéndome con intriga y esa sonrisa cada vez que le hago una mueca, todo odio hacia David y mi padre se me olvida.

—Oliver fue el que tuvo que usar las clases de yoga postnatales que conseguí para Alex —ahora mi madre, extiende sus brazos para tomar a la bebé, y es que mi mamá y la señora Alicia se volvieron locas cuando supieron que era niña, ambas me acompañaron a comprar todo lo necesario y estábamos listos cinco meses antes para recibirla, todo ese tiempo se pasaron debatiendo entre por qué debía llamarse Margot y por qué debía llamarse Alicia.

—Mamá, ten cuidado —menciono, cuando se lleva a Haylie.

—Amor, te recuerdo que yo ya fui madre… dos veces, sé más que ese canal de YouTube sobre ser padres que miras todos los días —nadie sabe más que Camilo y su canal de YouTube.

El timbre suena y Alex se levanta a abrir la puerta mientras mi padre continúa sus burlas, algún día me voy a desquitar, aunque… ya lo hice, había descargado la canción de Celine Dion y se la había puesto como tono de llamada, en una reunión con nuestros socios lo llamé a propósito haciendo que la canción resonara por todo el lugar. Morí de risas, literalmente.

Solo unos minutos después Stefanie se acerca a saludarnos y con ella el que creo que es su nuevo novio, el pequeño Alex, quien ya no es tan pequeño se me abalanza encima, sí, he hecho un buen trabajo como padrino. Luego de presentarme a Tyler, los tres se retiran al comedor y justo después de ellos Henry y Katrina aparecen, quienes se acercan a saludarnos, mi hermano la conoció un año después de que se hizo oficial su divorcio con Brittany, me alegro por él, al menos ya ha dejado sus malos hábitos.

—Ya viene —dice Alex, corriendo hacia la mesa donde está el pastel que Natalie había traído hace unas horas, todos tomamos posición en el mismo lugar.

—Sorpresa para mí —menciona, con sus manos en el aire.

Nadie tiene palabras.

—Abuela. ¿Por qué le dijiste? —riñe Alex a la abuela que viene tras la señora Carlin untando brillo labial con un pequeño espejo de manos, ella levanta su mirada hacia nosotros.



#730 en Novela romántica

En el texto hay: comedia, jefe, celos

Editado: 05.12.2019

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