Casados A la Fuerza

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—Mi niña no se casa y punto. Y usted no me va a hacer cambiar de opinión.

—No hay vuelta atrás señora, quisieron verme la cara de imbecil y este es el precio -el mayor de los Vélez deja muy en claro su decisión. 

—Señor, sé que es el más importante de la ciudad -papá es quién habla ahora- pero mi niña es menor de edad, y sin mi consentimiento ella no puede casarse, es más, no va a casarse.

—Eso es lo de menos Johnson. Usted firma, por que firma. Es más véalo de esta manera ¡Yo! Les estoy dando una muy buena posición social y económica. Ustedes no son la familia con todas las comodidades precisamente.

Rubén nos mira a todos, comienza por mi padre y termina por mi hermana Ale, definitivamente a este señor se le daba bastante bien hacer sentir inferiores a los demás, y lo había logrado con un éxito rotundo. 

—Eso es lo que les ofrezco, una alianza entre ambos negocios con la unión de nuestros hijos -por primera vez, en la extraña y pesada mañana, me mira- ¿Qué dice? ¿Hacemos un trato?

—Señor, mis hijas no son objetos.

—Yo no estoy diciendo que lo sean Johnson.

—Mis hijas no se casan. -finaliza mi padre, tomándonos a mi hermana Ale y a mi por los brazos.

—No me deja otra opción. -habla el señor Vélez- su negocio de toda la vida, su hogar, y familia pagarán la consecuencias.

Papá quedó mudo. Y de pronto comenzó a ejercer fuerza en ambos brazos, los de Ale y los míos. 

—Esta bien señor Vélez acabamos de hacer un trato -No podía creer lo que estaba escuchando, mamá había aceptado. 

—Johnson.. 

Papá nos suelta y mira por un micro segundo a mamá para luego terminar por romper mi corazón. 

—Acepto.

—Trato hecho socio. -terminando estas palabras ambos estrechan sus manos. El trato estaba hecho, y claramente no había marcha atrás.

—¿Cómo pudiste papá? Mia ¡es una niña! -Ale es la primera en reclamar claramente muy enojada.

—Alejandra ya lo hablaremos en casa. -finaliza mi padre.

—Papá... ¿por qué?... 

No podía creerlo, la casa y su negocio valían más que sus propias hijas, estaba indignada y mi corazón era un completo caos, sin embargo la decepción y el deseo de explicaciones lógicas me invadían y.. quería respuestas.

Claro, no pude seguir ya que el chico de ojos mieles me interrumpe.

—Papá es una broma ¿verdad?, Si. Es una broma, la mejor que has hecho hasta el momento, te felicito -en su desesperación niega rápidamente. 

—Me sorprende de ti Christopher. Creí que sabías diferenciar las bromas de la realidad. -termina por decir el señor que apartir de ahora se acaba de ganar mi completo odio.

—Amor yo estoy con mi hijo -Yenny la mujer parada a nuestro lado, rodea al chico de ojos mieles mientras mira a su esposo- Esto no puede ser, mírala es una niña. Tranquilamente podría ser su hermana -me señala, a lo que su marido la ignora por completo- No su futura esposa, Jonathan ama a la chica pero... ¿¡Christopher!?, Por el amor de dios, ¡piensa bien las cosas! 

—¡BUENO BASTA! -el grito de Vélez se hace presente por toda la sala así dejándonos completamente mudos- teniendo en cuenta de qué es martes, hay que moverse con los preparativos de las Bodas las cuáles se realizarán este mismo sábado a las 18:00 p.m. Los cuatro se casan porqué se casan y no hay más que discutir. -finaliza. 

Todos los presentes asentimos y decimos al instante un "Si señor" excepto su esposa la señora Yenny, quién no está nada de acuerdo con esto.

—¡Dios Rubén!, estás arruinando sus vidas -enojada deja la sala y desaparece por una gran escalera.

—¡Mujer ven aquí!-grita el señor Vélez, la señora Yenny lo ignora por completo y nosotros somos un absoluto silencio. 

El mayor de los Vélez nos mira a todos nuevamente, su mirada lo decía todo 

—Aquí no ha pasado nada. ¿entendierón? -asentimos, incluyendome-. Y ahora ya cada uno a su casa, en la tarde mando a una diseñadora a su casa para el vestido de las señoritas -habla con mi padre y luego sube por las escaleras.

Claro, aparecía desatando una guerra y desaparecía nuevamente. En cuestión de solo segundos el ojos mieles se levanta furioso del sofá en el que previamente había estado sentado y explota con su hermano y mi hermana.

—¡Y todo esto por su maldita culpa!, si no fueran tan jodidamente idiotas nada de esto me estaría pasanso. 

De pronto siento tal miedo que mis ojos se tornan cristalinos para lo casi obvio: llorar. No podía creerlo, ¿y este tipo sería con el que estaría de ahora en adelante?

—Perdón hermanita, perdón.. -Ale comienza a disculparse, no sabe que palabras usar así que trata de hacer lo mejor que puede- yo.. yo no quería que esto pasará, perdón..

—Hay por favor. Ahora seré un maldito niñero ¡lo que me faltaba! 

—No le hables así, ella no tiene la culpa. -Ale lo regaña.

—No claro que no. Ni ella, ni yo. Los únicos culpables de todo esto son ustedes. Sola y exclusivamente ustedes, nadie más. 

Silencio absoluto. 

—Es que.. ¿¡A quién se le ocurre ir contra papá!? ... ¿Saben? mejor me voy, no quiero ni verlos. 

El ojos mieles de cabello castaño levanta su chaqueta y sale dando grandes zancadas. La pobre puerta sufre las consecuencias de su enojo.

—Hijas nos vamos a casa. Tenemos que llegar antes de que venga la tal modista esa.. -mamá es quien rompe el silencio. 

—Vamonos. 

Papá, mamá, Ale y yo abandonamos la casa Vélez, con la certeza de que pronto nuestras vidas cambiarían y no teníamos el control sobre los resultados.
 




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