Casados A la Fuerza

•3•

Estamos casados•

•C H R I S T O P H E R•

 

—Bro ¿podeemos hablar? -Jonathan se acerca a nuestra mesa.

—Ahora voy. -él asiente y se va, dejandome con Mia-. Quédate aquí, yo ya vuelvo.-comencé alejarme de nuestra mesa pero siento la necesidad de decirlo una vez más, así que voy a su lado y susurro-. Y ya sabes, nos conocimos en un parque y nos enamoramos. -le recordé nuestra cuartada: amor a primera vista.

—Si Christopher, ya entend... -no puedo escuchar la protesta de la pequeña gracias a la interrupción de una muy familiar voz.

—Lo veo y no me lo creo. Tú Vélez, ¿casandote? Esa no me la vi venir.. ya sabes, por la cantidad de veces que te pedí que te cansarás conmigo y me dijiste que no estabas listo, etc. Y ahora decides casarte con.. ésta. -Anna mi ex, mira de pies a cabeza a la novia, nada bien déjenme decirles-. No sé si es mi intuición, o que pero... no es un poco joven, ¿17? Quizás.

—Anna no te metas con ella. Su edad no te incumbe, y realmente no se que haces aquí, yo no te he invitado-dije con cierto tono molestia, como si no tuviera suficiente, la tenía que aguantar a ella.

—Pues quería ver por qué mugrosa me cambiaste -dijo mirando a la pequeña Mia cómo si fuera la peor de todas.

—¿Disculpe? Yo a usted no le falté al respeto señora. -la pequeña Mia no tarda en hablar y yo claramente aguanté las ganas de soltar una carcajada. Anna siempre ha sido de esas personas que le temen al pasar de los años y con 20 años se siente como una mujer de 40, lo sé, ni yo me he llegado a sentir así.

—¿Señora? Mocosa no sé quién te crees -quiso empujarla pero me puse frente a la pequeña y evite que la tocará- ¡quítate Vélez! 

—Tú y yo terminamos hace muchísimo tiempo ¿okay?, y te advierto con ella no te metas. Es mi esposa y no la vas a insultar cuando se te plazca ¡me entendiste! 

La cara de Anna era un poema, estaba tan impactada que sólo logró decir:

—Pudrete idiota. Y tu también mocosa. -y sólo se fue.

Valla, resulta que la fiesta de mi boda no estaba tan aburrida después de todo.

—¿Tu novia? -la voz de la pequeña me saca de mi trance.

—No. Nosotros terminamos hace mucho, pero creo que no viene al caso y ya sabes nos conocimos en el parque. -le recordé. 

—Si okay entendi. Vé, Jonathan te espera. 

—Okay ya vuelvo, y ya sabes el oscuro es vino, no lo tomes a veces cuando te pasas dices cosas que deberían ser secretas. 

Dejé a Mia con el seño ligeramente fruncido y fui con mi hermano.

—Aquí estoy ¿qué quieres?

—Quería pedirte perdón. -habla arrepentido, como todos los días ante de este.

—Ya lo hablamos. -dije, pues no quería repetir la misma cantaleta. 

—Lo sé, pero Ale y yo seguimos arrepentidos por nuestra locura y lo sentimos mucho.

—Lo hecho hecho esta, ustedes lo jodieron y nosotros estamos casados no hay vuelta atrás. Y con respecto a la pequeña, consideraré en unos meses o quizás un año el divorcio, veremos como se lo digo a papá.

—Pues ojalá papá lo considere, me siento horrible con esto. 

—Yo igual, pero vamos con ellas, mira -miré disimuladamente a papá- nos quiere comer vivos por dejarlas solas.

—Si. Lo sé, mejor vamos. -concuerda.

[...]

La celebración de nuestra boda transcurre durante largas horas hasta llegar a su fin. Los invitados vuelven a sus respectivas casas y nosotros los recién casados partimos hacía nuestra "Luna de miel".

Gracias a la bondad de mi padre teníamos una noche en una suite de un hotel cinco estrellas, ¿me importaba? Verdaderamente no. Quería acabar con este maldito día así que opté por entrar a nuestra habitación y desprenderme de los zapatos, saco, corbata y camisa.

—¿Christopher? -la voz de la pequeña se hace presente.

¿Les soy honesto? Por un microsegundo me olvidé de esta absurda tarde.

—Dime pequeña -dije mientras me sentaba en la enorme cama quitando aquellos pétalos y ramos.

—Am yo.. quiero irme, tengo miedo. -es lo único que puede salir de su boca.

—Si lo que te preocupa es que te toque, no te preocupes por qué no pienso hacerlo, eres una niña y no me gustan las niñas. Además que tengo el concepto de hacerlo con amor, tú entiendes, esto es todo menos eso.

Aclaro mientras termino por quitarme el cinturón y meterme entre las frescas sábanas.

—Gracias a Dios -el alivio en su voz era claro- am... ¿es necesario dormir juntos? 

—Ni modo que dormamos separados, estamos.. "Casados".

Termino por acostarme y devorando algunos de los bombones en la cesta, ya saben esas cortesías del hotel, mientras le tendo la cesta repleta de estos a Mia, esta me mira buscando el porqué. 

—Pruébalos.

—Am.. no gracias. 

—¿No te gusta el chocolate? ¿De qué planeta eres? -pregunté sorprendido quitándole una sonrisa a mi pequeña acompañante.

—Soy del planeta tierra, y pues si me gusta sólo que.. ¿no sé?

—No se hable más. Prueba el de avellanas, esta increíble.

—Si insistes.. -ella tomó la que le dije y sus ojos brillaron- ¡esta riquísimo!

—Te lo dije. 

Y allí pasamos los siguientes minutos devorando gran parte de los chocolates y bombones de la cesta en completo y absoluto silencio. 

De pronto le conté lo que tenía en mente.

—De igual manera es sólo por hoy, -la pequeña frunce su entrecejo y aclaro- lo de la cama. Mañana cuando nos vallamos, tendremos habitación propia ¿te parece?

—Esta bien-responde para luego irse al baño.

Tarda unos cuantos minutos y sale con un tierno pijama de florecitas, involuntariamente mi cuerpo necesitó alejamiento, no había dormido con una niña antes y me resultaba incómodo, en medio de mi trance ella se desase de aquel elaborado peinado y queda con sus cabellos dorados todos alborotados para luego acostarse en la cama a mi lado, claro manteniendo su distancia.

Silencio. Eso definió los siguientes eternos minutos hasta que sólo dijo:

—Buenas noches Christopher. 

—Buenas noches Mia.

Esto era raro, definitivamente. Pero aún así me tomé mi tiempo y pude contemplar la mejor: parecía una pequeña muñeca de porcelana, era tan frágil. 
Ella era una niñita y esa niñita se había convertido en mi esposa eso si me aterraba, el no saber cuanto tiempo debamos de estar juntos me aterraba, con mi padre no se sabía nunca, nisiquiera era seguro considerar el divorcio, no sabia que hacer, lo que si tenía seguro era que pase lo que pase para esa pequeña era lo único que tenía y debía de darlo todo. Ella es muy joven para afrontar todo lo que se avecina y apesar que no sea culpa de ambos, no se merece esto. Ahora yo soy responsable de lo que le pase y lo único que sé es que la voy a cuidar y proteger.
Mientras ella esté conmigo nada malo le pasará. 

Di vuelta en la cama tratando de conciliar el sueño y así lo fue, unos minutos después caí en el país de los sueños.
 




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