Casados A la Fuerza

•4•

Exigencias



 Abrí mis ojos lentamente, y lo primero que siento al despertar son unas manos rodeando mi cintura, volteo casi de inmediato y me encuentro con los largos y fuertes brazos de Christopher, literalmente estaba muy incómoda y necesitaba ir urgentemente al baño, así que traté de quitármelo de encima, ¿les cuento? fue en vano. Ya que me apegó más a él como si yo fuera un preciado muñeco de peluche.

—Christopher.. -susurré y nada.

—Christopher necesito levantarme..-volví a susurrar. Nada.

—Christopher es urgente, necesito ir al baño.
Pocos segundos después me suelta y bosteza. Se ha despertado.

A toda velocidad voy hacía el baño. Una vez lista y aseada salgo de éste, era de madrugada, el sol no había salido aún y en mi mente sólo cruzaban las imágenes de lo que acababa de pasar horas antes: me había casado.
¡Dios! ¡Me había casado!, lo había hecho.. no lo podía creer aún. Todo fue tan rápido que ni tiempo de asimilarlo tuve y sólo temblé ¿a dónde había ido a parar? No conocía al ahora mi esposo, ni a su familia, y su padre definitivamente no me gustaba ¿qué iba a ser de mi? 

De pronto mis caóticos pensamientos son interrumpidos por una gruesa voz.

—¿Qué haces ahí parada? 

—No puedo dormir -admito mientras me giro para mirar su adormilado rostro.

—¿Qué tienes?-vuelve a preguntar.

—Christopher.. 

Dios, no sabía cómo seguir con ello, tenía miles de dudas y preguntas, pero aún así no sabía como formular las y me paralizaba. 

—¿Si..? -me alienta a seguir. 

—Nosotros no vamos a ser como otras parejas ¿verdad? -Bien. Lo dije, ¡lo dije! 

—No pequeña, las otras parejas no son Casados a la Fuerza , y nosotros.. pues si.

—¿Podré ir a la escuela o hacer mis cosas? -eran unas de las preguntas que más rondaban en mi mente 

—Pues si no veo por que no, podemos seguir nuestra rutina como hasta entonces, yo en mi empleo y tú en tu instituto. Nada tiene porque cambiar.

Sin más asiento.

—Okay, gracias por.. ya sabes.

—No tienes por que agradecer. Conmigo nada malo te sucederá ¿entendido?

—Entendido. -le regalé una sonrisa de labios cerrados y él me la devolvió.

[...]

—¡Buen día!,-dice alegremente Christopher al llegar a la sala de su casa conmigo de su mano, ambos nos asomamos por el comedor para encontrar a nada más y nada menos que la señora Yenny ahora mi suegra.

—¡Buen día mi vida!, ¡buen día pequeña! ¿quieren desayunar?

—Pff, mamá, por favor, eso no se pregunta,-la sonrisa "inocente" de Christopher termina por sacar una sonrisa a su madre.

Después de una mini risita por parte de mi suegra, nos invita a desayunar—Pasen niños la mesa esta servida.

Rubén el padre de Christopher hace presencia en el comedor y claro, se hace notar. Su sonrisa lo dice todo.

—Bueno, bueno los tortolitos se despertaron. 

—Rubén Basta. -Yenny por su parte lo reprende.

—Tomen asiento chicos -mi suegro insiste ignorando a su esposa.

Esto será incómodo. De la mano de Christopher ambos tomamos asiento y justo en frente tengo a mi querido suegro y su esposa. Su pregunta no se hace esperar y vuelve esto aún más incómodo de lo que ya era.

—¿Cómo durmieron chicos?

—Amm.. bien papá. -Christopher contesta por ambos.

En ese preciso e incómodo instante aparece una de las mujeres que trabaja para la familia, la vi el día de la boda, ¿María era su nombre? 

—Felicidades por su boda joven.

—Gracias Mari.

La mujer sonríe mientras termina su trabajo y se va.

—Quiero un nieto.

¿¡Qué!? ¿Oí bien? ¿Acaso ese hombre pensaba antes de actuar?

Inmóvil. Ese era mi estado. Shock del puro.
Por el lado de Christopher parece haber visto un fantasma, su pálida piel se vuelve aún peor. Mientras que por el lado de mi suegra su mandíbula está casi tocando el suelo. Sin duda alguna su esposo estaba completamente loco. Y nosotros comenzábamos a ver cuanto.

—¡Estas loco!, demente diría yo. -es lo primero que dice mi ya esposo.

—Christopher ¡basta!

Mi suegra intenta poner orden, pero no es posible, ya que mi suegro se hace notar mostrando quién está al mando realmente.

—A mi despacho ¡ahora!

—Si papá...-mi reciente esposo va detrás de su padre y ambos desaparecen de mi vista.

Pasan unos minutos, y comienzo a impacientar me. Estoy muy nerviosa y no puedo evitarlo. Por otro lado mi suegra no sabe que hacer para calmar la situación, se que la intención es buena, pero no puedo parar de pensar en las palabras de su marido.. un hijo, es que ese señor ¡se ha vuelto loco! Yo no puedo ser madre.

—Sé que soy una extraña para ti, pero me gustaría que me tuvieras confianza y quizás.. ser amigas Mia ¿qué me dices?

Sólo asiento, cuando planeo mis palabras aparece Christopher con el pómulo morado y una cara de muy pocos amigos, la preocupación es instantánea sin poder evitarlo voy hacía él y pregunto:

—Christopher, ¿estás bien? ¿Te duele? ¿Puedo ayudar?

—Vámonos Mia, adiós mamá. 

—Hijo..

—Te estaré llamando mamá, adiós. 

Sin más preámbulos ambos salimos por la puerta principal. 
 




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