Cásate conmigo

Capítulo 19.

Christina.

Bajamos a la cafetería, le pedí café, zumo y un croissant. Tomó un sorbo de café y sonrió.

- Muchas gracias. Es bastante delicioso.

- Mi placer. Esto es lo menos que puedo hacer por tí ahora. - Respondí.

- Los médicos dicen que la memoria puede recuperarse en cualquier momento. ¿Pero cuando? - Suspiró y untó mantequilla sobre el croissant. - Para ser honesto, pensé que cuando viera una cara familiar, recordaría todo de inmediato.

Lo miré con lástima. Ahora ya no se parecía en absoluto al hombre guapo y arrogante que era ayer, sino, más bien, a un niño perdido al que quería acariciar y tranquilizar. Oliver también me miró, pero por una razón completamente diferente. Quería recordar.

- Lo siento. No funciona. ¿Cuál es mi nombre? - preguntó de repente. - Si eres mi novia, debes saber mi nombre.

- Ciertamente. Tu nombre es Óliver.

- ¡Lo sabía! Mi nombre no podía ser John Smith. - el exclamó. - ¿Cómo te llamas tu?

- Soy Cristina.

- ¿Qué me pasó? ¿Quién me trajo a este hospital?

- No lo sé. - Incluso tosí ante la inesperada pregunta.

- ¿Cómo es esto?

- El caso es que estábamos en un restaurante, saliste a hacer una llamada y desapareciste. - Casi dije la verdad, pero no toda y no como pasó. - Te busqué toda la noche hasta que te encontré en este hospital.

Óliver realmente no recordaba nada. Ni de mi propuesta, ni de las personas que lo atacaron, ni de cómo lo salvé. La idea de exigirle que me pagara con el matrimonio ficticio por un servicio que le había prestado era increíblemente tentadora, pero como él no recordaba nada, no sabía cómo comportarme. Necesitaba hablar con alguien sobre esto. Definitivamente mamá no me entendería y probablemente no lo aprobaría, así que decidí llamar a Vanesa. Después de todo, fue idea suya.

- Desayuna tranquilo y yo iré a llamar a mi amiga para decirle que te encontré. - dije en voz baja y me levanté de la silla.

- ¿Qué pasa con mis familiares? - me detuvo de repente. - ¿Los avisaste?

- No. El caso es que no tienes una relación particularmente buena con tu familia. - Respondí y salí de la cafetería.

Doblé la esquina y marqué el teléfono de mi amiga.

- Vanesa. Tengo un problema.

- ¿Qué ha pasado?

- Recuerdes, ayer te hablé de un hombre que primero pe propuse el matrimonio y después lo encontré en la carretera mal herido.

- Por supuesto que recuerdo.

- Pues él ya no recuerda nada de nada.

- ¿Cómo?

- Le dieron un golpe en la cabeza y ahora tiene amnesia retrógrada. Él no se acuerda de mí. O mejor dicho, piensa que soy su novia. - Traté de explicarle la situación actual.

- ¡Así que esto es maravilloso! – exclamó ella. - Déjalo pensar así. Te casarás con él y todos serán felices.

- ¿Qué haré cuando él recuerde todo? - pregunté.

- Bueno, ¿cuándo sucederá esto? Luego le explicarás que hiciste esto para salvarlo de una muerte segura y esconderlo de los villanos. Tu misma dijiste que fue perseguido luego.

- Sí, pero no sé quiénes eran estas personas.

- Escucha, si lo golpearon tan fuerte en la cabeza que perdió la memoria, entonces definitivamente no pueden ser buenos. - Dijo Vanesa, y en cierta medida tenía razón.

- Es cierto, pero Óliver hace muchas preguntas. No sé qué responder. - Me quejé.

- Querida Chris, piensa en algo. Di que estáis juntos no mucho tiempo y simplemente no sabes todo sobre él. Lo principal es casarte con él en una semana y luego te divorciarás tranquilamente.

- Vane, me estás asustando. ¿Cómo puedo casarme con él sin documentos? Esto es ilegal. - exclamé tan fuerte que una mujer incluso volteó a mirarme.

- ¿Por qué sin documentos? Sólo tienes que ir junto a Marcus y averiguar, si tiene alguna información sobre él, un numero de carne de identidad, una cuenta bancaria, un nombre completo por lo menos. ¿Recuerdas que me dijiste que su prometida destruyó el salón, cuando tu inconsciente se negó a casarse con ella?

- Sí. Él iba a pagar el vestido. Entonces, Marcus debería tener algo.

- Ahora, si hay alguno de sus datos allí, entonces es posible encontrar la información que falta en Internet. Hoy en día todos tenemos nuestra vida expuesta en la red, el resto es cuestión de tecnología y habilidad de uno. - Vanesa se rio. - Será mejor que lleves a tu prometido a casa, mientras está en tus manos y luego lo solucionaremos.

- Tengo miedo. ¿Tal vez mejor dejarlo aquí?

- ¿Cómo dejarlo? ¿Quieres casarte con él?

- Si, quiero.

- Eso es todo. Créeme, te lo agradecerá luego. Quién sabe quiénes fueron esos villanos. - dijo Vane.

En ese momento vi un auto negro acercándose a la entrada. Quizás no era en absoluto el mismo coche que veía en la carretera de noche, pero el miedo me hizo verlo como una amenaza.

- ¡Madre mía! Ya están aquí, - susurré, como si los villanos pudieran oírme.

- ¿Quien?

- Los secuestradores.

- Aquí está tu prueba. Al parecer, después de todo, lo localizaron. Coge a tu inconsciente y llévalo a casa.

Para ser honesta, eso era exactamente lo que pensé en ese momento. Regresé rápidamente a la cafetería.

- Escucha, si tu quieres, podemos salir de aquí y marchar a mi casa. Créeme, no te haré nada malo y te sentirás mejor en casa. Pero necesito saber si quieres venir conmigo tú mismo. - Le pregunté a Óliver.

- Por supuesto que quiero. Estaré mejor contigo que aquí. Al menos no beberé un café asqueroso. - respondió con indiferencia y me siguió como un burro atado a una cuerda.

Nos subimos al coche y yo conduje primero hacia mi madre. En primer lugar, necesitaba su ayuda como médica y, en segundo lugar, necesitaba advertirle que había secuestrado a Óliver del hospital. ¿Pensé que mi madre tendría problemas en el trabajo? No. No pensé nada bien por miedo a que los secuestradores se dieran cuenta de nosotros y nos perseguirán.




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