Cásate conmigo

Capítulo 25.

Christina.

- ¡Dios mío! ¡Es guapo, incluso con la cabeza rota! - Exclamó Iris, cuando nos quedamos solos. - Sólo explícame ¿por qué vuelves a usar esa ropa tan aburrida tuya? ¿Por qué no pusiste esa falda con la blusa roja?

- Porque fuimos al hospital y me pareció que ese atuendo sería muy provocativo.

- Está bien, estoy de acuerdo, pero podrías poner los pantalones con blusa blanca.

- Sí, pero sin tacones, los pantalones son muy largos y me siento cómoda conduciendo un coche, especialmente en la autopista, con estos zapatos planos. - Expliqué.

- Okey. No te cambiará ni santa compaña, aunque podrías intentarlo por el bien de conquistar a un hombre así. Antes de que puedas parpadear, te lo robarán unas más espabiladas. - se rio.

- ¿Quizás sea mejor que lo roben? Siento que ya no puedo mentir más, pero por mala suerte, él sigue haciendo más y más preguntas. - Suspiré pesadamente.

- Pero es normal. Él quiere recordar su vida, encontrar alguna respuesta.

- Tenía que decir que es un escritor como Arnie, aunque cocina la comida como un dios.

- ¡Es maravilloso cuando un hombre sabe cocinar! - Iris estaba encantada y preguntó guiñándome un ojo. - Será mejor que me cuentes ¿cómo fue tu primera noche de bodas?

- ¡Qué noche de bodas!? Él no me quiere en absoluto. - Respondí sonrojándome.

- ¿Cómo es posible que no te quiera? ¿No lo quiere porque tiene problemas con la cabeza, o específicamente no te quiere a ti?

- No lo sé, pero esto es aún mejor. - Respondí. - Si él es tan bueno en el sexo como en la cocina, entonces puedo enamorarme perdidamente, pero no lo necesito en absoluto.

- No digas tonterías, los hombres como esos necesitan a todas.

- Puede ser, pero no a mí. Estoy muy bien sola.

- Escucha, está claro, que no soy psicóloga como Vanesa, pero hasta yo entiendo que simplemente tengas miedo de confiar en los hombres. - Dijo Iris en tono de profesora. - Está claro que después de idiotas, vagos y mentirosos como Arnie y Anthony, cualquiera perderá las ganas de tener las aventuras amorosas. Pero tú decidiste simplemente desaparecer entre la multitud, para que Dios no permita que algún hombre te preste atención y perturbe tu monótona vida.

- No es así en absoluto. - objeté.

- ¿No me crees? ¡Mírate a ti mismo! - Me llevó hasta el espejo que llegaba hasta el suelo. - En esta mujer incomprensible, por cierto, tu género sólo puede determinarse por la presencia de una falda, es imposible incluso determinar tu edad. Esa ropa te hace invisible y asexual.

- En realidad, este es un traje muy cómodo y de buena calidad. - objeté. – Incluso, antes te gustaba.

- Sí. Antes me gustaba, porque era perfecto para tu trabajo. No estuvo mal, porque los proveedores y comerciales deberían haberte visto como un socio, un compañero de negocios, y no como una mujer joven y sexy. Pero ahora estamos hablando de matrimonio y de la oportunidad de formar una familia. ¡Tu fuiste a las citas como una mujer muy interesante! ¿Por qué no haces eso ahora, cuando tienes un hombre muy bonito a tu lado?

- Porque a pesar de la mascarada, en general nadie estaba interesado en mí. Oliver tampoco me mira como un objeto de deseo, simplemente no tiene otra opción, porque lo estoy engañando de la manera más vergonzosa. Si estoy destinada a conocer a mi hombre, él definitivamente me amará por algo más, por algo que es desconocido para un extraño. Después de todo, Max no te ama por cómo intentas lucir, sino por lo más simple que tienes, un lunar encima del labio y tu mal acento, lo que para él es a la vez encantador y elegante.

Me dolió decir todo esto, porque nadie me veía con los ojos del corazón y ésta era la verdad. Nunca he sido tan elegante como Iris, ni tan sexy como Vanesa, ni tan dulce como Amanda. Yo era una mujer sencilla y corriente que tenía mala suerte en el amor. Por eso dejé de creer en el amor y me di cuenta de que no podía evocar sentimientos fuertes en el sexo opuesto, porque no quería permitir que me usaran de nuevo. Pero no me sentí mal, no maldije al destino, no intenté cambiar nada en mi apariencia antes de todo este lío con el matrimonio.

- Tienes razón y la felicidad de una mujer está en el amor, pero tú la rechazas.

- No me niego del amor, - mentí, - simplemente no es para mí. En general, sólo cumplo la voluntad de los chinos. Tan pronto como consiga el puesto, todo encajará y yo vuelvo a mi vida, que me gusta.

Iris quería decirme algo más, pero en ese momento salió Oliver con Mati. Con un traje caro, se veía increíblemente guapo, a pesar de que su hermoso cabello estaba cortado y tenía una venda blanca en la parte posterior de la cabeza. Pero la impresión general deleitó incluso a Iris.

- ¿Te gusta? - Le pregunté a Oliver.

- Chris, ¿podemos hablar en privado? – preguntó, me tomó de la mano y me llevó a la salida.

Tan pronto como nos salimos a la calle, pensé que quería decirme que era un traje muy caro y que no me dejaría pagarlo, pero estaba muy, muy equivocada.

- Christina, lo siento, pero no puedo casarme contigo hasta que recuerde por qué decidí hacerlo o no volveré a enamorarme de ti otra vez.

Sinceramente, no me esperaba esto. Sentí sus palabras como una bofetada en la cara. Y después de hablar con Iris, un ciclón increíble surgió en mi alma. Él no quería casarse conmigo, yo no evocaba nada en su corazón y me miraba, sintiendo disgusto y desprecio. ¿Qué diablos es el amor? ¡Me quería abandonar después de solo un día juntos, sin siquiera conocerme! Fue doloroso. Aparté la mano y regresé a la tienda sin decir nada. Tan pronto como vi a Iris, las lágrimas brotaron de sus ojos.

- ¿Por qué tengo tanta mala suerte? ¿Por qué ningún hombre me ve …? Se negó a casarse conmigo. - dije confuso, rompiendo en aullidos y llantos.

- Tranquilo, cariño, él no irá a ninguna parte. Se va a casar contigo. En primer lugar, no tiene salida y, en segundo lugar, aún no te conoce. - me tranquilizaba Iris abrazándome y acariciando mi espalda.




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