Cásate conmigo

Capítulo 39.

Amelia Bearné estaba tumbada en el sofá mirando una revista recién publicada. Siempre estuvo interesada en el mundo de las celebridades y los últimos chismes del mundo de la moda. Una vez intentó convertirse en una influente bloguera, pero no tenía suficiente dinero para comprar seguidores y hacer los viajes de lujo, para grabar contenido interesante. Llegó la crisis del ladrillo y el negocio de su padre fue cuesta abajo. Pero la suerte le sonrió una vez más. El hijo mayor de un socio de su padre regresó de Europa.

Amelia, o Mimi, como la llamaban personas cercanas, tuvo la oportunidad de ganarse el corazón de Oliver. El matrimonio con un famoso chef podría abrirle otras puertas para lograr su sueño de hacerse famosa. Hasta hace poco, se imaginaba entre estas personas y soñaba con unirse a su círculo, como esposa del famoso chef Oliver Huntington. Gracias a su idea de crear un programa de televisión sobre alimentación saludable, le ofrecieron participar en el proyecto. No podría haber pedido nada mejor.

Se acercó a la mesita de noche y sacó un bonito anillo de diamantes de la caja y recordó lo gentil que fue Oliver esa noche, cómo quería que ella se convirtiera en su esposa, ella era el fruto de sus fantasías sexuales. Mimi cerró la caja de golpe con odio. Su boda impresionante con un novio rico y famoso fue trastornada.

Pero más horrible era, que su sueño estaba en peligro. En este mundo había muchas bellezas y aún más chicas afortunadas con talento. Se perderá entre ellas y nadie recordará su existencia. ¿Nadie sabía que esfuerzo tenía que ampliar, para atrapar un pez tan respetable en sus redes de amor? ¡Cuánto tiempo dedicó a él! Y justo antes del día de la boda, un idiota la filmó jugando con Oscar en su teléfono y se lo envió a Oliver. ¿Por qué no pudo resistir a los encantos del hermano menor de su prometido?

Porque Oliver era increíblemente aburrido, tanto en la cama como en la vida. Podía pasar horas en la cocina desarrollando nuevos platos, o visitando sus restaurantes, o sentado hasta muy tarde en reuniones con sus socios, dejándola sola y aburrida.

Todo lo relacionado con el sexo también era mucho que desear. A ella por supuesto le gustaba su cara, su cuerpo, después de todo, Olivar era muy guapo y el entrenamiento diario estaba dando frutos, pero él nunca proponía cosas distintas y no había aprendido a usar su pene con mucha habilidad ni en los treinta y ocho años. Para no estropear la relación, ella siempre decía que él era un gran amante. Lo más probable que todas sus novias anteriores hacían lo mismo. A parte ella nunca tenía un sentimiento fuerte hacia él. Simplemente lo veía como un instrumento para alcanzar sus metas.

Oscar era todo lo contrario de su hermano, alegre, libre, incluso grosero en algunos momentos, pero muy, muy ingenioso en el sexo. Sí, no era famoso, no tenía tanto dinero, pero el tiempo en su cama pasaba volando de forma divertida y sensual. No tenía idea de quién podía haber hecho ese vídeo, aunque sospechaba de Oscar, porque era adicto al porno, incluso quería protagonizar él mismo en una de las películas, pero su familia se enteró y lo prohibió bajo amenaza de desheredación. Pero Mimi pensaba que nunca se habría atrevido a enviarle este vídeo a su hermano. ¿Quién podría haber hecho esto?

Después del escándalo en el salón de vestidos de novia, esperó dos días, pero no tuvo la oportunidad de hablar con Oliver. Estaba lista para arrastrarse bajo sus pies pidiéndole perdón, pensaba culpar a Oscar de todo, mentirle diciendo que estaba drogada o algo así. Pero Oliver rechazaba constantemente sus llamadas. Por eso marcó el número de Oscar.

- Hola, mi tigre, - gimió. - ¡Oliver me dejó!

- ¿Mimí? ¿Eres tú? ¿De dónde sacaste eso? – Esta voz le dio mucho más placer de comunicarse.

– ¡Alguien le envió un vídeo de nuestros juegos! – la chica rompió a llorar. - No quiere hablar conmigo durante dos días, ¡¿qué debo hacer?!

- ¿Dos días? – su hermano no se sorprendió en absoluto. - ¿No te dijo que iba a volar a Japón el sábado para un concurso de corte de atún?

- Él no me dijo nada, - gimió. - ¿Qué tipo de concurso, cuando se supone que nuestra boda será el sábado? ¿Crees que se fue volando a propósito para no casarse conmigo?

- En realidad, eso es comprensible, - se rio Oscar. - Aparentemente, los ojos de mi hermano se han abierto después de ese video. Si quieres, ¿me casaré contigo?

- ¡Pero tú no eres él! – exclamó Mimi, confundida.

- Ese es precisamente el punto, - dijo el hombre. - Pero eso no te molestaba, diría que te gustaba hacer el amor conmigo, pensando que soy su hermano.

- ¿Por qué dices eso? ¡Es por tu culpa ahora estoy en una mierda! – la chica ya estaba entrando en su papel de víctima y colgó el teléfono.

Faltaba poco tiempo para la boda y tuvo que contárselo todo a sus padres. Ellos, por supuesto, no estaban contentos con el comportamiento de su hija y con el hecho de que la boda tendría que cancelarse en el último momento, pero el padre prometió encontrar a Oliver y llevárselo para que pudieran arreglar sus riñas. El viejo Bearné no daba mucha importancia a las tonterías como infidelidad y sinceramente pensaba que la boda aun se podría celebrar. También vio en ese enlace una posibilidad de mejorar su negocio, construyendo más restaurantes para un gran chef. Sólo que no lo logró, Oliver se escapó y nadie supo dónde estaba.

- Ni siquiera entendí, cómo pudo abrir la puerta del maletero y saltar. Mis muchachos lo ataron bien. - dijo su padre. - Por eso no lo notaron de inmediato. Luego regresamos y comenzamos a buscar, pero no lo encontramos. Quizás alguien lo recogió. Pero definitivamente Oliver no nos denunció a la policía. Tal vez murió al saltar, o cayó bajo las ruedas de algún automóvil, o fue arrastrado con la riada.

- ¡Papá! ¿Por qué tenías que recurrir a métodos tan crueles? - chilló Amelia. - ¡¿Querías recordar tu turbulenta juventud?! Sólo quería hablar con él. Solo hablar. Él me quería muchísimo y podría explicárselo.




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