Cásate conmigo

Capitulo 44.

Christina.

– ¡Quítate esta tontería de la cabeza! – exclamó mi amiga, sacudiéndome por los hombros. – Tú, más que nadie, mereces ser nuestra directora, y debemos decidir quién es el adecuado para nosotros y quién no. Iremos al sindicato y hablaremos con los nuevos inversores y con Wehler.

- No hay necesidad. No pude afrontar la situación crítica, comencé a pensar no con la cabeza, sino con el corazón. Tenía que casarme con Sergio, quien estuvo de acuerdo desde el primer día, pero yo quería algo mejor, más interesante, más bonito y más inteligente. Pensé que podía, pero no pude atrapar a Oliver ni siquiera engañándolo. - Sonreí amargamente.

- ¡¿Entonces se trata de Oliver?!

- Por supuesto, él, recordando a Mimi, que ya estaba en su cabeza enferma, nunca se casaría conmigo, lo que significa que perdí. - Respondí, invitando a mi amiga a la cocina. - ¿Quieres un té o café?

- Un café, - respondió ella, sentándose a la mesa. - ¿Por qué decidiste que ahora no se casará?

- Porque él la ama y su boda estaba programada para la semana pasada.

- Pero si se acordó de ella, entonces también recordó su traición. - sugirió Iris.

- No lo sé, tal vez no recordó todo y su memoria regresó parcialmente. Hasta el momento antes de enterarse de la traición.

- Está bien, pero ¿Ángel tuvo que decirle por qué accedió a ayudarte?

- Sí. Pero tal vez no recuerda sus sentimientos en el momento en que se enteró de la traición, y ahora solo recuerda su amor por Mimi. - Sugerí sin mucho interés. - Si es así, entonces ya no le importará su promesa casarse conmigo. De todos modos, incluso sería mejor para mí, porque no sería tan doloroso nuestra separación.  

- Espera, me confundiste por completo. ¿Realmente te enamoraste de él? - exclamó Iris.

- Sí, y no me gusta nada ese sentimiento, porque él está enamorado de otra persona.

- ¿Qué más da de quién estuviera enamorado antes? Él se casará contigo.

- No. No lo quiero así. Incluso si se casa conmigo, se divorciará en seis meses, porque me pidió que firmara un acuerdo prenupcial para que no hubiera problemas después. Durante este tiempo, me enamoraría de él hasta las trancas y será imposible arrancarlo de mi corazón para no romperlo. No puedo retenerlo a mi lado. - Suspiré, sirviendo el café en tazas.

- Si es muy complicado. ¿Cómo mantener cerca un hombre que amas? - sonrió mi amiga. -Cuántas mujeres de todos los tiempos y pueblos se han planteado esta monumental pregunta. Hamlet con su “ser o no ser” sería un niño con sus tormentos. “¡¿Estar o no estar al lado de un hombre amado?!” - Esa es la pregunta de los siglos.

- ¿Alguien ha solucionado este problema? – pregunté con sarcasmo.

- Aun siguen buscando. De hecho, este es un círculo vicioso, si se profundiza en el problema con total responsabilidad. Pero la mayoría de las veces las mujeres prefieren no profundizarse en él, sino buscar una respuesta en la superficie. La mayoría de las veces por su cuenta: corren a un salón de belleza y transforman su apariencia hasta quedar irreconocible. - respondió.

- Justo lo que me aconsejasteis. - Sonreí.

- No amiga. Te enviamos a Dora para que te preparara para la caza de hombres. - objetó Iris. - Y no para quedarte con uno en concreto.

- Bueno, hasta eso no funcionó, no soy una buena cazadora de hombres. - me puse completamente triste.

- ¿Por qué? Tuviste buenas posibilidades, pero la caza no siempre se adapta al gusto del cazador. - Ella sonrió y puso su mano encima de la mía. - Te gusta Oliver y te entiendo. Es guapo, inteligente, moderadamente famoso y le gusta cocinar. Vale la pena luchar por un hombre así.

- ¿Cómo? ¿Qué más debería hacer?

- Vete tras él.

- ¿A dónde? ¿A la casa de su prometida? Entonces ¿qué digo? "Amelia, ¿te importa si me quedo con Oliver?" - Fingí tener una voz chillona.

- Las mujeres súper práctica que prefiere buscar el camino al corazón de un hombre a través de su estómago, su madre, su jefe y... Eso es exactamente lo que hacen y este camino siguió siendo y sigue siendo el más eficaz. ¡Pero incluso en él hay callejones sin salida y rincones que no invadir! Por lo tanto, tomaremos una ruta diferente. ¿Hay algo que sólo tú puedas darle? - preguntó Iris.

- No lo sé, - pensé por alguna razón. - Le va bien sin mí.

- Piénsalo, ¿quizás casualmente dijo lo que le gusta de ti?

- ¡Sí, le gusta cuando parezco una puta! - exclamé. - ¡Aún no has visto el vestido que me compró!

- ¿Vestido? ¿Te compró un vestido? - mi amiga se sorprendió.

- Sí. Parece que a él realmente le gusta comprar vestidos guarros a todas sus mujeres.

- ¡Muéstramelo! – gritó Iris con entusiasmo.

Fui al baño, saqué ese vestido amarillo, manchado de vino, del cesto de la ropa sucia y se lo llevé a Iris. Ella lo miró con interés y dijo.

- Sí, su gusto para la ropa femenina no es muy bueno, pero entendí su concepto. – sonrió ella. - Le gusta fijarse en las formas femeninas perfectamente resaltadas. ¿Recuerdas, tal vez algo más?

- Pues nada más, no le gusta nada más de mí, bueno, aunque solo sea un masaje en la cabeza, cuando tiene migraña. Anthony también tenía migrañas, pero eso no lo mantuvo cerca de mí. - dije y miré las cajas de pastillas y agregué. - Tenía tanta prisa por encontrarse con su Mimi que hasta se le olvidó las pastillas.

- No, a Anthony le impidió casarse contigo el hecho que ya estaba casado con otra mujer. – objetó.

- Con Oliver lo mismo.

- No, no es lo mismo. No está casado y yo diría, que está completamente libre. Entonces lo que a Oliver le gusta de ti son tus curvas resaltadas y tus masajes. Esto no es tan poco en cinco días. Llama a Ángel.

- ¿Para qué?

- Para averiguar la dirección de esa Mimi.

- ¿Para qué?

- Tú misma dijiste que Oliver olvidó las pastillas. Se los llevaremos y le recordaremos el acuerdo. - respondió y me entregó mi teléfono.




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