Cásate conmigo

Capítulo 47.

Óliver.

Decidí llevar a Christina a la hamburguesa de mi amigo. El restaurante de Iván estaba ubicado en la orilla del río, al lado de muchos clubes y discotecas. Por cierto, un muy buen lugar para un negocio así. Una vez estudiamos juntos en Francia, pero él decidió no perseguir estrellas Michelin y cambió el estilo de cocinar la carne por uno más popular. En eso consiguió un verdadero éxito. Él cocinaba las hamburguesas más deliciosas del mundo.

Un día llevé a Mimi a su restaurante. Pero ella insultantemente llamó su local “el mesón de los pobres” y se negó a comer una hamburguesa preparada especialmente para ella, prefiriendo ensalada de cangrejo y, en cuanto surgió la oportunidad, me arrastró a una de las discotecas. Recuerdo, que me enojó muchísimo aquella noche.

Hoy, por alguna razón, tenía muchas ganas de ver la reacción de Christina ante este establecimiento, porque realmente no la conocía, aunque le prometí casarme con ella en tres días. Lo más probable es que claramente tuviera problemas con la cabeza. Pero no tenía intención de dar marcha atrás. Ella hizo demasiado por mí y tuve que pagarle haciéndole tal favor. Aunque Christina tenía su propio interés en ayudarme, al principio incluso me engañó y al parecer no le gustaba el sexo conmigo, al igual que a Mimi. ¡Dios! ¿Qué hice mal?

Abrí la puerta del establecimiento, dejando pasar a la chica. Entró y miró a su alrededor. Al ver una pequeña terraza con vistas al río, le preguntó al camarero:

- ¿Podemos sentarnos en esa mesa en la terraza?

- ¡Olli! ¡Amigo mío! ¡Me alegro de verte por aquí de nuevo! - Me saludó Iván en voz alta, saliendo de la cocina. - Vi tu auto y salí para asegurarme de que no se lo vendieras a otra persona.

- No, querido amigo, esto es un regalo, y vender regalos, ya sabes, es un mal augurio. - Sonreí. - ¡¿Estás otra vez entre los fogones?!

- No, ¡qué va! Ahora soy un hombre casado con dos hijas, le dejé la cocina a otros, solo estoy de revisión. - dijo abrazándome. - En principio ya quería volver a casa.

- ¿Dos hijas? ¿Marta ya dio a luz? - Me sorprendió.

- Sí, hace cinco días. La llamamos Cristina. - dijo.

Noté cómo Christina se estremeció, cuando escuchó su nombre.

- Déjame presentarte a mi futura esposa, Christina, - la presenté a Iván.

- Encantado. Soy Iván. ¡Increíble, otra Cristina! - se rio mi amigo, besándola en la mejilla. - Espero que mi hija también crezca y sea tan hermosa como tú.

- Por supuesto, felicidades, - dijo Chris, avergonzada.

- Sólo si se parece a tu esposa, - sonreí y acerqué a Chris hacia mí por la cintura. - ¿Podemos sentarnos en esa mesa en la terraza?

- Por supuesto, ya organizaré todo.

Llamó al camarero, le dio una orden y nos preguntó:

- ¿Cuándo estáis planeando su boda?

- Dentro de tres días. - respondió Cristina.

- ¿Espero que vuestra visita esté relacionada con invitarme a la boda? - preguntó Iván entrecerrando los ojos.

Me di cuenta de que no podía ignorar sus palabras, así que dije:

- No solo eso. Decidí que haremos un mini banquete en tu restaurante. ¿No te importa?

- ¡Por supuesto! Lo haré lo mejor que pueda. ¿Para cuantas personas sería?

- Unas diez o quince personas. – dijo Chris.

- ¿Por qué tan poco? - se sorprendió Iván. - En mi boda asistieron solo unos cincuenta familiares, sin contar amigos y conocidos.

- Te dije que esto será un mini banquete para los más allegados. Celebraremos la boda un poco más tarde, - intenté salirme de esta.

Menos mal que en ese momento se acercó el camarero y dijo que la mesa estaba lista para nosotros y que podíamos salir a la terraza. Nos despedimos de Iván, con mi propósito de llamarle mañana para hablar del banquete, y dirigimos a la mesa.

- Perdón por meterme en la conversación, pero no quería celebrar nada en absoluto, - dijo Christina en voz baja, sentándose a la mesa. - No quería ningún tipo de boda, solo planeaba firmar el matrimonio en la oficina de registro y luego sentarme en algún lugar con mis amigas.

- ¿Ni siquiera ibas a invitar a tu madre? – pregunté sorprendido.

- No. Ella nunca apoyó mi idea de casarme con la primera persona que conocí. Ella quería que me casara con Sergio. - respondió.

Esto me molestó un poco, pero ¿qué esperaba realmente? Después de esa noche desafortunada, inmediatamente me dijo que estaba planeando un matrimonio ficticio conmigo. Pero odié oírlo de nuevo.

- Lo siento, pero no puedo hacer eso. Tendré que invitar a mis padres y pagaré el costo del banquete, ya que fue idea mía, - sugerí, aceptando negativamente la idea de Christina de no invitar a familiares y amigos.

- No digas tonterías, - la chica hizo un gesto con la mano. – Esta boda es mi necesidad. Mi sugerencia y mu capricho en cierto modo. Y yo estoy acostumbrada a pagar mis caprichos.

- ¿Qué eres, feminista? – sonreí.

- No, solo soy una persona justa y entiendo perfectamente que al aceptar esta boda me estás haciendo un favor en lugar de buscar tu propio beneficio. Aunque también habrá ventajas para ti en esta situación, - me dijo juiciosamente Christina.

- ¿Cual?

- En primer lugar, le mostrarás a Mimi que ya no hay vuelta atrás, a menos, por supuesto, que realmente no planees casarte con ella en el futuro, y, en segundo lugar, tus padres dejarán de emparejarte con otras chicas adecuadas, al menos por un tiempo. Tendrás por lo menos seis meses para pensar en lo que realmente quieres. – respondió ella. - Pero como mi beneficio es mayor, yo pagaré el banquete y tú podrás invitar a quien quieras.

Nos trajeron nuestras hamburguesas y una botella de champán de Iván.

La miré. Christina de alguna manera logró romper todos los estereotipos que surgieron en mí durante muchos años de "conocimiento" del sexo apuesto. El comportamiento y las declaraciones de Christina no se ajustaban en absoluto a las normas habituales. Me quedé asombrado. Ella me mantuvo todo este tiempo, aceptó sin cuestionar firmar el contrato matrimonial y ahora insistió en pagar el banquete. ¿Qué pasa con el deseo de lucrar a expensas de otra persona? Estaba tan acostumbrado a pagar por las chicas en todas partes (especialmente porque podía permitírmelo) que otros comportamientos eran simplemente inusuales para mí.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.