Cásate conmigo

Capítulo 48.

Christina.

Después de tomar otro sorbo de champán, comencé a comer una hamburguesa enorme, que tenía una pinta muy buena. La última vez que comí algo así, fue cuando era estudiante universitaria, y entonces no me gustaba nada este tipo de comida. Después de todo, comer las hamburguesas con elegancia y la perfección es una forma de arte increíble, que yo no poseía. Por eso, en todas las comidas de negocios y otras reuniones prefería picar ensaladas ligeras, manipulando los cubiertos con destreza.

Pero ahora, al verme con un vestido empapado de champán, pensé que, dado que la elegancia se había perdido irremediablemente, entonces podría abandonar por completo la decencia. Tomé la hamburguesa con ambas manos y hundí los dientes en la jugosa carne. ¡Dios mío! ¡Qué delicioso estaba! Incluso cerré los ojos de placer.

- Mañana tú y yo iremos a casa de mis padres. - dijo Oliver de repente.

Negué con la cabeza, porque era inconveniente protestar con la boca llena.

- Querías mostrarles a tus chinos que la boda es real. Así que tú deberías conocer a mis padres y yo debería conocer a tu madre, - dijo con confianza.

Pensé un rato callada, o más bien masticando. En realidad, Oliver tenía razón. Quería invitar a Chang, Wehler y su esposa a la firma de nuestro matrimonio, para que todos pudieran ver que se trataba de una boda real. La presencia de nuestros padres sería bienvenida. No estaba particularmente preocupada por mi madre, ella sabía por qué lo hacía, aunque no me apoyaba. Pero tenía miedo de siquiera imaginar cuán "encantados" estarían sus padres.

- Siento que tus padres dirigirán todas sus fuerzas para expulsar del mundo a su nuera no deseada incluso antes de la boda. - Suspiré.

- En general, mi madre creía que por mi trabajo no podría tener mi vida personal, por eso invitaba un montón de chicas a casa e insistió en que conociera a Mimi. Su padre es su socio comercial. - admitió Oliver. - Quizás por eso decidí casarme con ella. Pero no creo que estén demasiado en contra de otra novia después de lo sucedido. ¿Te gustó la hamburguesa?

- Estaba increíblemente deliciosa. Tu amigo es simplemente un mago. - exclamé, apenas capaz de controlarme para no lamerme los dedos.

- Me alegro, pero yo soy el mejor chef que Iván, no lo olvides, - se rio, haciéndole una señal al camarero para que trajera la cuenta.

- ¡Como no! Eres mejoren todo, - también me reí.

- Ahora te sugiero dar un pequeño paseo por el terraplén para probar el pastel de calabaza más delicioso. – propuso.

- Acepto salir a caminar, pero no estoy de acuerdo con el pastel. - objeté. - Lamentablemente, no cabe nada más en mí.

- Ya veremos.

Pagó la cena, salimos del restaurante y caminamos por el terraplén. Para ser honesta, no esperaba que dos adultos no supieran qué hacer, cuando se encontraron en una calle nocturna entre parejas de adolescentes enamorados. Caminé en silencio y una parte romántica dentro de mí esperaba que Oliver diera un paso decisivo y me confesara su amor. Pero él caminó a mi lado sin siquiera tocarme y no iba a confesar nada, menos su amor. Sería mucho más fácil para mí soportar su silencio, si resultara sordo y mudo. Entonces todo estaría claro. Pero de un hombre normal en una cita romántica quería escuchar palabras tiernas. Tuve que hablar yo, para romper una pausa incomoda.

- Esta bien la noche, nada de frio, - dije, me volví hacia Oliver y le pregunté. - ¿Adónde vamos de todos modos?

- ¿Te asusta lo desconocido? - me guiñó el ojo. - Estás planeando casarte conmigo, esto sería mucho más terrible. ¡Vamos, casi llegamos! Eres una mujer valiente y despiertas en mí el aventurerismo, - me reprochó o se quejó de sí mismo.

Pero al mismo tiempo sus ojos reían y esta sonrisa de alguna manera hizo que mi alma se sintiera bien. Aun así, era increíblemente encantador. Me sentí cómoda con él, a pesar de todos sus comentarios cáusticos.

- ¡Vete al infierno! – le envié afectuosamente. - Y guíame para allá también.

- ¡Esta es mi Chris! – exclamó Oliver.

De repente, rápidamente me arrastró a un callejón oscuro y me apretó exigentemente contra él, sus labios comenzaron a besar mi cara con vehemencia. Al momento siguiente, sus labios calientes tocaron los míos y me sentí arrastrada por un torbellino de emociones. El beso comenzó suave y tiernamente, con un ligero sabor a champagne. Pero esto fue sólo al principio, hasta que, en un momento determinado, de repente, inesperadamente para mí, mordí ligeramente a mi “novio” en el labio. Y entonces el estado de ánimo cambió abruptamente y un beso suave se convirtió en una pelea de besos, un juego de besos, una promesa de beso. Se hizo más profundo, luego se volvió más ligero, ingrávido, como las alas de una mariposa.

- ¡Detente! – finalmente me aparté de sus labios.

Respiraba con dificultad porque era difícil parar. Hacía mucho tiempo que no me enamoraba tanto de un hombre, pero continuar sería como la muerte. Él no me amaba y no era un verdadero prometido. Además, aquí, aunque hubiera menos gente, alguien podría vernos en cualquier momento. ¿En qué estaba pensando? Pero mi corazón latía a un ritmo frenético y el fuego interior exigía desesperadamente una continuación, donde él otra vez me llamará por otro nombre.

- ¿Qué ha pasado? – sin quitar su vista de mis labios, preguntó Oliver con voz ronca. Él también respiraba como si acabara de correr un kilómetro.

- Parece que nos dejamos llevar un poco... - exhalé esta palabra con dificultad. – Tendremos un matrimonio ficticio, no lo olvides.

Oliver inmediatamente me soltó como si fuera leprosa.

- Lo siento, realmente… lo olvidé un poco, - dijo, pasando los dedos por su cabello aún corto e inmediatamente lo revolvió.

- Ambos... lo olvidamos, - admití, porque pensé que era justo admitir. - Es la culpa del champán, nada más.




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